Netflix ha vuelto a hacer enfadar a la comunidad sáfica. La plataforma ha cancelado La monja guerrera y a pesar de haber sido una de las series más vistas de las últimas semanas y de concluir su segunda entrega con un final abierto, no tendrá una tercera temporada.
La serie creada por Simon Barry basándose en los cómics de Ben Dunn se une a la larga lista de ficciones con representación sáfica que son canceladas por la plataforma y causa un gran descontento entre los fans, que han movido cielo y tierra por intentar salvar la serie -y que han hecho la labor de promoción que la propia plataforma ha dejado a un lado-.
El rendimiento de las calificaciones de la segunda temporada de La monja guerrera sigue el patrón de otras series que han sido canceladas por Netflix, con una puntuación inmejoroable en Rotten Tomatoes, y aunque ha permanecido al menos tres semanas en el Top 10 de Netflix -compitiendo con Miércoles, que sí fue anunciada y promocionada-, parece no ser razón suficiente para lograr una renovación.
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La representación LGTB+ de Netflix es incompleta
La relación entre Netflix y sus historias protagonizadas por mujeres lesbianas nunca ha sido del todo estable y su audiencia empezó a notarlo con el prematuro final de Gypsy (2017) y especialmente el pasado año 2020, con la cancelación de Esta mierda me supera (de los creadores de The End of the F***ing World, 2020) y Atípico (2017-2021) -aunque el segundo caso pudo tener un final a la altura-.
A finales de ese mismo año, la plataforma comunicó que tampoco renovaría Todo es una mierda (2018) y Dos balas muy perdidas (2020), entre otros títulos con personajes queer como GLOW (2017-2019), The Society (2019), The Get Down (2016-2017), Sense8 (2015-2018) y One Day At A Time (2017-2020). Las víctima más reciente ha sido La primera muerte, que cumple con las mismas características.
Y ahora le ha llegado el turno a la ficción protagonizada por Alba Bapista y Kristina Tonteri-Young, que aunque ha vuelto a arrastrar a una legión de fans gracias a su representación sáfica y que han vuelto a indignarse y a acusar a la plataforma de lesbófoba por un patrón que se repite constantemente.
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Pasos hacia atrás
Al igual que ocurrió con La primera muerte, era de esperar que La monja guerrera fuese cancelada, aunque esta última sí que tenía un presupuesto a la altura y estaba a la altura de otras series de fantasía y acción.
Sin embargo, teniendo en cuenta que las características de las series se repiten una y otra vez, esto parece un patrón a seguir y la plataforma tiene una deuda pendiente con la representación del colectivo LGTBIQ+, del que solo parecen importar los hombres gays.
Ha dejado de parecer casualidad y a pesar de que la representación LGTBIQ+ en las series avance a pasos agigantados, no todas las personas del colectivo se reflejan en pantalla de la misma manera y está justificada la decepción que siente la audiencia de las ficciones de temática sáfica. Para los espectadores, no sirve de mucho dar luz verde a una historia que suele acabar a medias, porque da la sensación de que no merece ser contada.