A bordo de una nave propulsada por la NASA, el aclamado director Richard Linklater aterriza en la Luna para estrenar Apolo 10 1/2: Una infancia espacial, su nueva película de animación que ya está disponible en Netflix. La nostalgia que tanto caracteriza al director coming of age de Boyhood y la trilogía Antes de... despega de nuevo rumbo al espacio exterior, escogiendo los últimos años de la década de los sesenta para recordar con cariño su infancia y cómo culminó la carrera espacial.
Han pasado quince años desde que se popularizó la técnica de animación por rotoscopio en el mundo del cine y fue entonces cuando Linklater la utilizó para realizar películas como Waking Life (2001) o Scanner Darkly (Una mirada a la oscuridad) (2006). Tiempo después, el cineasta vuelve a zambullirse en el mundo de la animación y en su niñez, utilizando el atardecer en Houston, Texas, como el emblemático telón de fondo sobre el que situar al joven Stanley, que paseará en bicicleta y jugará al kickball, además de protagonizar un viaje a la Luna que precedió al Apolo 11.
Un pequeño paso para... Un niño
"Nunca es demasiado tarde para mirar atrás a otra época y decir, 'guau, ¿cómo hemos llegado hasta aquí?'". Esta es una de las frases en las que Richard Linklater pensó antes de rodar Apolo 10 1/2: Una infancia espacial, un largometraje donde viajaremos al pasado hasta la primavera de 1969, justo unos meses antes de que la misión del Apolo 11 llegase a la Luna. Por aquel entonces, el joven Stanley vivía con sus padres en Houston, y atravesaba la adolescencia de cualquier chaval, con la excepción de que su padre no es como cualquier otro, ya que trabaja como ingeniero en la NASA.
Durante esos años, Estados Unidos estaba inmerso en la guerra fría y alternaba la constante sensación y paranoia por un ataque nuclear con la emocionante competición por ser el primer país que llegaría al satélite de la Tierra. Dos de los científicos de la NASA se dan cuenta de que uno de los módulos que enviarán al espacio es demasiado pequeño para un adulto, por lo que la mejor solución será reclutar a un chico como Stanley. Será entonces cuando el chico se someterá a todas las pruebas que hace cualquier astronauta para poder ser enviado al espacio en una misión secreta.
Sin embargo, la película no se quedará en la travesía espacial, y justo antes de que Stanley llegue a la Luna, su versión adulta paralizará la narración y decidirá contarnos cómo es la vida del protagonista.
Basada en su propia infancia
En una de las entrevistas que concedió el director con la prensa antes del estreno, Linklater confesó que, durante el segundo año del rodaje de Boyhood, tuvo la oportunidad de pensar sobre su vida personal y sus vivencias. Ahí fue cuando se acordó de la icónica llegada del hombre a la Luna y llegó a la conclusión de que, en definitiva, "fue fascinante poder vivir un momento como ese". El cineasta también pensó en la gran cantidad de películas que hay sobre astronautas y las misiones espaciales que llevan a cabo, y fue entonces cuando se le ocurrió capturar cómo era esa época y vivir esos años de descubrimiento, hazañas, contando también la tensión y confusión política que había.
Linklater contó que "aunque él no tuvo un momento concreto en su niñez como el que se narra en la película, siempre había querido hacer una película sobre la infancia", y este empuje fue el que terminó de trazar el relato autobiográfico de la producción, capaz de ir más allá de la travesía espacial.
El proceso de investigación previo al rodaje
A la hora de llevar a cabo un proyecto como este, que cuenta con las voces de Zachary Levi, Jack Black y Glen Powell, Richard Linklater reconoció que tuvo que investigar sobre los hechos reales y la parte histórica que trasladaría al film. Fue así como se puso en contacto con la mismísima NASA, una agencia gubernamental que se mostró abierta a colaborar en todo momento.
Sin embargo, gran parte de la historia que se cuenta en la película también proviene de las experiencias personales, y aunque el padre de Linklater no llegó a trabajar en la NASA, sí que se utilizaron otros testimonios para construir la historia de Stanley. De hecho, el director confesó que, como Houston está situado cerca de la organización, "siempre había rumores relacionados con esta" y que "todos conocían a alguien que conocía a un astronauta".
Un álbum de fotos dibuja los recuerdos reales y la fantasía
Después de dirigir Waking Life en 2001 y A Scanner Darkly (Una mirada a la oscuridad) en 2006, Richard Linklater vuelve a los mandos de un largometraje de animación y domina la rotoscopia, una técnica de animación que combina los elementos del dibujo en 2D y las figuras en 3D. Para llevar a cabo la animación de Apolo 10 1/2: Una infancia espacial, el director llegó a combinar varios estilos y técnicas, mezclándolos con el color, sus recuerdos y el testimonio de familiares y amigos para contar una historia llena de emoción y nostalgia.
El propio Linklater expresó que su objetivo era lograr "una especie de documental o documento de su tiempo, combinando con elementos de fantasía e imaginación" y que esa es la razón por la que "se ven diferentes texturas". Además, el cineasta llegó a decir que la película es "como si un álbum de recortes de los años 60 se encontrara con la fantasía y con un momento y lugar muy específicos".
'Apolo 10 1/2: Una infancia espacial' ya está disponible en Netflix.
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