En su afán de atraer al público más amplio posible, Netflix se ha labrado un catálogo de producciones hechas con escuadra, cartabón y en piloto automático. Propuestas sin personalidad ni ambiciones, cuyo objetivo es que los espectadores pasen el rato sin sentir culpabilidad o que se están perdiendo algo por mirar el móvil durante el metraje. Con esa tranquilidad os podéis acercar a El Proyecto Adam, una película de ciencia ficción que puede ver toda la familia sin preocuparse por hacer esquemas mentales de las reglas de viajes en el tiempo y sus posibles paradojas, porque no existen.
La nueva colaboración de Ryan Reynolds y Shawn Levy después de Free Guy da exactamente lo que promete su tráiler. Es cine de entretenimiento y evasión con efectos especiales, los chascarrillos que esperamos con la presencia de Reynolds y un poco de la nostalgia por las producciones emotivas de la Amblin de Steven Spielberg. Si el espectador tiene eso claro recibirá lo que espera, ni más ni menos, y habrá pasado un buen rato. Si alguien está buscando una aventura épica o ciencia ficción intelectual, no es aquí donde las va a encontrar, y debería saberlo. No es justo pedirle a las películas que sean más de lo que quieren ser o lo que nosotros queríamos que fueran.
A El Proyecto Adam no hay que exigirle base científica, ni darle vueltas a los porqués y cómo ocurren y se resuelven ciertas cosas, porque lo que realmente le interesa es la parte emocional. No hay ambición narrativa, pero tampoco cinismo ni nihilismo. Es una mezcla de comedia, con drama familiar y romance que se sirve de la ciencia ficción como excusa para darle una segunda oportunidad a su protagonista, que tiene el lujo de contar con un elenco de rostros conocidos como Jennifer Garner, Mark Ruffalo, Zoe Saldana y Catherine Keener
Esta es la historia sobre un viajero en el tiempo que se fuga de 2050 a su pasado para salvar el mundo, encontrar a su esposa, reconciliarse con su padre antes de que muera, inspirar a su yo preadolescente, perdonarse a sí mismo y evitar que sean posibles los viajes en el tiempo. No tiene un plan, pero hay naves espaciales, robots, armas con rayos desintegradores y sables de luz. También abrazos de madre, juegos con el padre cuando vuelve de trabajar y ver crecer al perro; mientras habla de mortalidad, duelo, aprender a quererse a uno mismo y los amores destinados a encontrarse en esta y todas las otras vidas.
Todo al mismo tiempo, sin dejar huella, pero también sin producir agotamiento y cuando eso es lo que se busca, se agradece encontrarlo. En El Proyecto Adam no hay ningún afán de trascender, es una película inofensiva. Es cine de palomitas sin sal, no te sacia, pero tampoco te produce hipertensión. Sales de allí tal como has entrado, pero al menos, te ha hecho buena compañía durante dos horas.
'El Proyecto Adam' está disponible en Netflix.
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