Casi dos años hemos tenido que esperar para ver la continuación de Ozark, una de las grandes series que vuelve este año después de un largo parón. Y volvió como si nunca se hubiera ido: limpiando los restos de sangre del impactante final de la anterior entrega. La vía de escape para los Byrde se hace cada vez más estrecha y en los nuevos episodios de esta cuarta temporada seguirán poniendo a prueba su rápida capacidad de reacción tomando decisiones de vida o muerte en cuestión de segundos. En este texto no hay spoilers de la primera parte del final de la serie.
El asesinato de Ben autorizado por Wendy, el de Helen a manos de Omar Navarro y el acuerdo de colaboración mutua entre Maya y Marty son los tres hilos que entretejen la trama central del inicio de esta temporada, pero, por supuesto, los flecos sueltos empiezan a aparecer desde el primer episodio para enmarañarlo todo. De la rabia de Ruth y Jonah o las movidas de Darlene, a la aparición de un detective privado y la llegada de un nuevo e impredecible miembro al clan Navarro, la posibilidad de los Byrde de saldar su deuda y volver a Chicago está cada vez más cerca, pero intangible.
La tensión permanente que arrincona a los Byrde se mantiene, incluso, en esas comidas familiares que intentan mantener como tradición de falsa normalidad, porque al final es lo único que pueden controlar. Una tensión que contrasta con la fría paleta de color de la serie, su medida puesta en escena y esos elocuentes encuadres, siempre atentos a las dinámicas de poder y puntos de vista de los personajes que están en plano, porque la dirección de Ozark sigue siendo uno de sus puntos más notables
Como también lo es la evolución y deriva de Wendy. Por su punto de partida, en el que personas ordinarias se embarcan en aventuras criminales por obligación, y terminan haciéndolo por el placer de hacer algo bien, Ozark podía parecer inicialmente un producto derivado que pretendía subirse a la ola de Breaking Bad de forma tardía. La gran diferencia, es que la serie de Netflix pone a su Skyler en primer plano, y su viaje de transformación como si fuera el de Walter White en Heisenberg, es aún más inquietante y retorcido. "Lo hago por la familia".
En estos siete episodios veremos a Wendy mucho más impulsiva y temeraria. Dispuesta a lo que sea, literalmente, con tal de conseguir lo que quiere. Y sintiéndose invencible y capaz de cumplir siempre su objetivo, lo que la hace más peligrosa. El principal obstáculo en la misión de supervivencia de los Byrde, que siempre están luchando por 24 horas más, será que cada uno de los jugadores de esta partida lucha por sus propios intereses personales y esto hace imposible prever quién hará ese fatídico movimiento que puede destruirlo todo.
Este principio del fin es intenso, adrenalínico y emocionante hasta ese último episodio que nos dejará mordiéndonos las uñas esperando el desenlace. Ozark sigue siendo una de las mejores series de Netflix.
La primera parte de la temporada 4 de 'Ozark' se estrena el 21 de enero en Netflix.
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