El Greco, Edgar Allan Poe, Frankz Kafka, Vincent van Gogh… A lo largo de la historia del arte, son numerosos los artistas que han encontrado el verdadero éxito después de su muerte. En el terreno del teatro musical, hay un nombre que destaca por encima de todos: Jonathan Larson. El 25 de enero de 1996 el compositor y dramaturgo falleció a los 35 años horas antes de que Rent, su obra más emblemática, celebrara su primera representación en el off Broadway. Netflix estrena este viernes Tick, tick… Boom!, un musical dirigido por Lin-Manuel Miranda y protagonizado por Andrew Garfield que celebra el legado de un pionero que no tuvo la oportunidad de ver los frutos de su revolucionario trabajo.
Larson fue una de las primeras voces de la cultura en utilizar su obra para denunciar públicamente la crisis del VIH, hasta el punto de que cuando éste murió, muchos asumieron que él mismo había fallecido por esa enfermedad. No fue así. El neoyorquino sufrió una disección aórtica. En los días anteriores a su muerte, Jonathan tuvo dolores de pecho, problemas para respirar y mareos, pero los médicos no fueron capaces de detectar el problema que provocaría su muerte. Posteriormente, un grupo de investigadores determinó que una sencilla operación hubiera salvado la vida del artista. Las dudas sobre las causas que provocaron la disección aórtica nunca fueron despejadas. Larson murió horas antes de que la obra que definiría para siempre su vida y su carrera se viera por primera vez en público.
Para crear la historia de Rent, Larson se basó en sus propias preocupaciones y las de sus amigos en los convulsos principios de los años 90. Así nació un musical que contaba la historia de un grupo de jóvenes bohemios que se buscaban la vida en el East Village de Nueva York. La pobreza, la epidemia del SIDA, los males del capitalismo, la batalla entre arte y negocio, las drogas y la enfermedad fueron algunos de los temas de una obra que se adentró en terrenos rara vez visitados en los coloristas escenarios de Nueva York. El dramaturgo se atrevió a meter el dedo en la llega y hablar de homofobia, las adicciones y la raza sin concesiones. Su envoltorio musical fue igualmente revolucionario, combinando estilos como el rock y la ópera a partir de una historia basada libremente en La bohème, el clásico de Puccini.
Él mismo verbalizó su sueño: introducir el musical en la generación MTV. Rent lo consiguió, aunque su autor no estuvo ahí para verlo. Meses después de su muerte, Larson recibió el Pulitzer a la mejor composición teatral del año (un reconocimiento que solo ha recaído en diez musicales a lo largo de la historia) y tres premios Tony al mejor musical, mejor libreto -la versión teatral de los guiones- y mejor música. La fiesta del teatro neoyorquino se convirtió en un emocionante y triste homenaje a un talento que se había ido demasiado pronto.
El legado de Rent fue mucho más allá de un fenómeno póstumo. El musical aguantó en cartel doce años más. Dos de los integrantes del reparto original, Anthony Rapp y Adam Pascal recuperaron los personajes de Mark (un documentalista que funciona como el narrador de la obra) y Roger (un roquero en crisis que batalla con sus adicciones, el VIH y una novia enferma) para despedir por todo lo alto una obra que marcó a toda una generación. Unos años antes, en 2005, Chris Columbus dirigió una adaptación cinematográfica con la mayoría del reparto original (Rosario Dawson sustituyó a una embarazada Daphne Rubin-Vega como Mimi), pero la película no supo capturar la magia del original y fue incapaz de repetir su éxito.
Un tributo a la vida que no fue
Uno de esos espectadores tocados por la varita de Larson fue un adolescente obsesionado con los musicales que acababa de cumplir 16 años cuando se hizo pública la muerte del dramaturgo y compositor. Su nombre era Lin-Manuel Miranda, un neoyorquino de orígenes puertorriqueños y mexicanos que entonces no era consciente de que él mismo acabaría liderando su propia revolución en Broadway. Ahora, el autor de Hamilton ha aprovechado su posición de privilegio en la industria para recordar los orígenes de una de sus mayores influencias poco después del 25 aniversario de su pérdida.
Antes de que Rent se convirtiera en una de esas historias que marcan a toda una generación, Larson intentó encontrar sin demasiada suerte su hueco en la industria con Tick, tick… Boom!, un one-man-show basado en sus propias experiencias mientras se abría camino en el asfalto de Nueva York. Bajo la supervisión de Miranda, el guionista Steven Levenson (autor de Dear Evan Hansen, un fenómeno musical que se estrelló en su salto al cine y que aún no se ha estrenado en España) transformó ese espectáculo de variedades interpretado por el propio dramaturgo, un showman en la sombra, en una historia más accesible para un público general.
En su versión cinematográfica, cuando conocemos a Jonathan (Jon para sus amigos) nos encontramos con un aspirante a compositor que en realidad se gana la vida como camarero de un diner de Nueva York mientras escribe el que espera que sea el próximo gran musical americano. Jon también debe lidiar con su novia, cansada de poner las aspiraciones profesionales de él por delante de su propia vida, y con las decisiones virtuales de su mejor amigo y compañero de piso, que ha renunciado a sus aspiraciones artísticas por un trabajo bien pagado en publicidad. A medida que se acerca su 30 cumpleaños, se siente abrumado por la ansiedad y se pregunta si su sueño merece la pena.
Andrew Garfield ha sido el intérprete escogido por Miranda para transformarse en el alter ego en la ficción del enérgico, talentoso, egocéntrico y carismático artista. La mayoría de la audiencia le conocerá por su papel como Spider-Man, el cofundador de Facebook Eduardo Saverin de La red social o el personaje de Hasta el último hombre que le reportó su única nominación al Oscar hasta el momento. Sin embargo, el actor también ha hecho dos incursiones destacadas en el teatro con dos respectivos montajes de clásicos de Broadway como Muerte de un viajante, junto a Phillip Seymour Hoffman, y Ángeles en América, por la que se llevó el Tony al mejor actor de una obra dramática. Con Tick, tick… Boom! se estrena en el musical, pero su mayor desafío es otro mucho más importante: hacer justicia al legado de Jonathan Larson.
'Tick, tick… Boom!' se estrena en Netflix el 19 de noviembre. Actualmente se puede ver en cuatro cines de toda España.
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