Hay algo subversivo en la simple existencia de Patrulla de trueno, el estreno cinematográfico más potente de la semana en Netflix. En un género donde las heroínas acostumbran a tener la cara de Gal Gadot, Brie Larson o Scarlett Johansson, invertir las reglas no escritas de Hollywood y colocar a dos actrices de físico no normativo y de 50 años como Melissa McCarthy y Octavia Spencer en el centro de la historia es una declaración de intenciones. Desgraciadamente, no hay mucho más que rascar en una comedia de acción que se olvida demasiado a menudo de su objetivo: hacer reír a la audiencia.
Patrulla Trueno empieza en 1983 cuando unos rayos cósmicos impactan en la Tierra y provocan que aquellos con tendencias sociopáticas se conviertan en supervillanos. Los maleantes se convierten desde entonces en una amenaza para el resto del planeta y una adolescente hará de su misión vital vengar la muerte de sus martes y acabar con esa amenaza sobrenatural. Su mejor amiga es su salvación hasta que una absurda pelea separe sus caminos durante treinta años. Una reunión del instituto hará que las viejas amigas se vuelvan a ver, aunque no en las circunstancias que esperaba ninguna de ellas: por azares del destino (la siempre graciosa torpeza de McCarthy), tendrán que volver a unir sus fuerzas para acabar con el mal. Si la premisa suena básica, la película es más.
El director y guionista Ben Falcone abre su última película con una escena de animación que simula el formato de las páginas de un cómic para explicar el origen de la mitología. Ahí nacen y mueren las referencias al cine de superhéroes y a los tebeos que tanto deben. Patrulla Trueno es una película que parece ignorar que vivimos en un mundo en el que existe Deadpool. Si vas a hacer una parodia del cine de superhéroes, debes ir más lejos. Incluso dentro de los códigos de una propuesta de corte familiar como esta.
La carrera de Falcone como director nos obliga a pensar en ese icónico final del primer episodio de Juego de tronos en el que Jamie Lannister empujaba al pequeño Bram de una para proteger el secreto de su relación sentimental con su propia hermana Cersei. “Las cosas que hago por amor”. No resulta difícil imaginarse a McCarthy pensando esas mismas palabras después de cada película que rueda a las órdenes de su marido. Tammy (2014): 24% de críticas positivas en RottenTomatoes. Es la jefa (2016): 21%. El alma de la fiesta (2018): 38%. Superintelligence (2020): 38%. Todas ellas, salvo la última que se estrenó directamente en HBO Max y HBO, dieron jugosos beneficios en su paso por los cines.
Netflix ha embargado las críticas de Patrulla Trueno hasta el mismo lanzamiento de la película. Es de esperar que la quinta colaboración de la pareja siga el mismo camino. Eso no impedirá que la comedia de acción se convierta en un éxito para la plataforma de streaming: McCarthy, una especie de respuesta femenina al fenómeno en Estados Unidos de Adam Sandler, es garantía de buenos resultados. Resulta imposible no preguntarse qué habría hecho con esa premisa (sencilla, pero con potencial) y ese reparto un director como Paul Feig, con el que la actriz ya había trabajado en La boda de mi mejor amiga y Espías, dos películas que habían dado la vuelta a tópicos de las comedias femeninas y el cine de espías. Aquí no hay rastro de ironía.
Hay detalles que convierten a esta comedia (no demasiado graciosa) de acción (de bajo presupuesto y poca imaginación visual) en un pasatiempo digno y de consumo rápido. Jason Bateman se roba la película cada vez que aparece en pantalla como el hombre cangrejo, un esbirro del malo de la película llamado hombre cangrejo porque, efectivamente, en lugar de manos tiene pinzas de cangrejo. La química del protagonista de Ozark con McCarthy (con la que protagonizó la comedia Por la cara en 2013) es irresistible, protagonizando los momentos más delirantes y absurdos de una película que necesitaba saltar al vacío más a menudo.
Desde un surrealista número musical que parece sacado de Saturday Night Live a una cita en la que ella unta de mantequilla las pinzas de su interés romántico, cada encuentro eleva el interés de una comedia que juega demasiado sobre seguro el resto del tiempo. La eterna escena de entrenamiento de las heroínas es una sucesión de chistes repetidos que no van a ninguna parte.
McCarthy y Spencer hacen buena pareja, pero ambas están limitadas por el simplista dibujo de sus personajes: la primera explotando su clásico personaje física y socialmente torpe con el corazón de oro, y la segunda con un rol más serio que no le permite explotar las naturales dotes para la comedia que vimos en películas más dramáticas como Criadas y señoras. Las actrices merecían un guion mejor. Nosotros también.
'Patrulla Trueno' ya está disponible en Netflix.
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