2020 es el año de Cate Blanchett. En un año en el que los cines han cerrado por la crisis del coronavirus, ella se ha adueñado de millones de hogares gracias a su tesón y a dos series que ha levantado como productora. Dos ficciones que no hablan de temas sencillos y que radiografían el momento actual. La primera fue Mrs América, que aquí emitió HBO y que hablaba del feminismo en los años 70, cuando una ola reaccionaria presidida por Phillys Schlafly acabó con el sueño de conseguir la enmienda de igualdad de derechos en EEUU. Una serie que traza un vínculo entre lo que ocurrió entonces y el auge de la extrema derecha y que la colocan como favorita para los próximos Emmy.
La segunda serie se estrena en Netflix, y también mete el dedo en otra llaga que no ha cerrado: la crisis de los refugiados. Un problema que hace cinco años copaba todas las noticias y que ahora parece que ya no interesa a nadie, aunque también la extrema derecha use a los inmigrantes que llegan de forma ilegal como arma arrojadiza para crear miedo. Desplazados cuenta la historia de varias personas que se encuentran en un centro de detención de refugiados en Camberra. Un CIES como lo que tenemos aquí donde esperan que les acepten como exiliados políticos o les manden a su país mientras se enfrentan a la brutalidad policial y otros problemas burocráticos de un sitio donde nadie quiere mirar.
La actriz produce y se reserva un papel secundario en el que vuelve a brillar. Netflix se ha lanzado con una serie con un fondo político fuerte, pero el proyecto llevaba circulando desde 2014 por los despachos de muchas cadenas, pero como reconoce otra de las productoras, Elise McCredie, “nos costó demasiado encontrar compañeros que quisieran explorar este camino y que lo financiaran, pero lo positivo es que nos dio cinco años para desarrollarlo y trabajar en los guiones y en la serie que queríamos hacer realmente”.
Cate Blanchett atiende desde Australia a EL ESPAÑOL y explica que le sorprende que “siempre que se habla de los refugiados se convierte en algo político, algo que no ocurría después de la Segunda Guerra Mundial, pero que pasa en las últimas décadas”, cuando ella cree que es un “drama humano”. “Cerrar las fronteras a los más vulnerables se ha convertido en una decisión política. Desplazados no quiere ser, de ninguna forma, una manifestación política o posicionarse sólo desde un lado del tema respecto a las políticas de inmigración, sino mostrar el lado humano del drama. Pero es verdad que cuando dices la palabra refugiado en una reunión con productores… bueno pues no llegábamos ni a la reunión”, cuenta sobre este proyecto tan personal.
Para ella contar historias entretenidas es una buena forma de llegar a la gente y presentarles “una narrativa que les confronte”, “un Caballo de Troya para contar historias” y especialmente con un tema como “la experiencia de los refugiados, que se ha politizado y queríamos romper eso, y creo que el drama era la mejor forma de hacerlo y si la serie se convierte en un éxito permitirá a la gente conectar con estos personajes y ver las cosas que tienen en común con ellos”.
El sistema está roto. El sistema en el que confiábamos está roto y esa igualdad sistémica crea gente rota
Para ello Desplazados juega una baza muy interesante, y es una narrativa fragmentada que da el punto de vista de un refugiado afgano, pero también de una mujer que acaba por azar en este centro o de un trabajador de buen corazón que ve sus principios puestos a prueba al ser contratado en este centro de detención. Historias con las que Cate Blanchett quiere “que la gente repiense lo que está pasando con la crisis de gente desplazada”. “El sistema está roto. El sistema en el que confiábamos está roto y esa igualdad sistémica crea gente rota”, dice a este periódico sobre el mensaje de su serie.
En Australia la polémica con las políticas de inmigración, la creación de centros y endurecer las fronteras lleva décadas, y ambas productoras se sienten hasta culpables porque esta forma de abordar un problema tan grave se haya extendido por el mundo. “Estamos muy orgullosos de todo lo que Australia ha exportado cultural, intelectual y científicamente, pero no de lo que ha pasado aquí con los refugiados. La única forma de superar esto es una respuesta global”, dice con autoridad la ganadora de dos premios Oscar.
¿Y cómo afectará la crisis del coronavirus a la crisis de refugiados?, ¿se crearán más fronteras y se usará el miedo al extranjero para endurecer las fronteras? Para Cate Blanchett es entendible que haya miedo, porque en esta situación de pandemia una persona puede poner en peligro a muchas, y por ello entiende “la necesidad de que haya test, controles de temperatura y ser conscientes de toda la gente que se mueve entre las fronteras”, pero se muestra radicalmente en contra de cerrarlas o usar esto para evitar que entre gente de fuera.
“Es esquizofrénico e imposible pensar que puedes afrontar una pandemia cerrando las fronteras del todo. Al cerrar las fronteras de forma permanente estás dejando una situación de desventaja a millones de personas y así no vas a resolver el problema”, apunta. Por eso es importante que Desplazados llegue desde Netflix a millones de personas. Una serie que habla de un sitio concreto, pero de un problema global y de una respuesta política que se ha convertido en un patrón que se sigue en muchos sitios y que hay que intentar romper.