Haciendo honor a la promesa de su título y su premisa, Succession eligió al nuevo CEO de Waystar Royco en su último episodio. También nos recordó que eso nunca fue lo más importante.
En las últimas semanas estuvimos haciendo predicciones de lo que nos iba a dejar el final. Con tantas opciones de alianzas y traiciones sobre la mesa, casi podía pasar cualquier cosa, y todas las habíamos contemplado de una u otra manera. Pero tal como ocurrió en los tres finales de temporada anteriores, sabíamos a lo que íbamos y lo que había en juego, pero no pudimos anticiparnos a lo que el destino escrito por Jesse Armstrong -contingente, como diría Kendall- le tenía preparado a sus personajes.
Al final llegamos con Kendall, Roman y Shiv separados en dos bandos, cada uno en un extremo de la decisión de vender o no Waystar a GoJo. Y eso fue lo que guió los brillantes 90 últimos minutos de una serie que se mantuvo fiel a su esencia, poniendo el cierre con un episodio de los que llamaríamos "típicos de Succession": centrado en un evento y sus intrigas, pero, y más importante, centrado en la relación más importante de la serie: la de los tres hermanos (con perdón de Connor).
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Con lo que estoy casi segura de que ninguno de nosotros contábamos en este final, era en volver a ver a los tres hermanos trabajando juntos, porque tras tres temporadas, cuando tuvieron la oportunidad de hacerlo solo supieron volver a las intrigas y engaños de siempre.
Hay que agradecerle a Armstrong que nos haya hecho ese regalo, porque para el espectador tiene algo de nostálgico verlos juntos en esas regresiones a la infancia. No en vano, la escena de los tres en la barca compartiendo un porro (1x09) es una de las más recordadas de toda la serie.
Porque da igual que conozcamos sus más oscuros pecados, que incluyen humillación a un niño por divertimento, ocultar pruebas en la muerte de un camarero, silenciar a testigos de escándalos o apoyar un neonazi en su carrera a la presidencia. Cuando Shiv, Roman y Kendall están en el mismo equipo no podemos evitar subirnos en su tren, apostar por ellos y animarlos a ganar. Es testimonio de la calidad de las interpretaciones y los guiones que la serie haya vuelto una y otra vez a los mismos conflictos sin sentirse por ello repetitiva.
Como toda tragedia, Succession tenía un sino inevitable, y la duda de Shiv en el último momento de la votación, cuando el triunfo del plan estaba cantado, nos llevó a la escena más realista y dolorosa del episodio, la que define a sus personajes.
Y el peor momento de todos fue ver a Kendall ejerciendo violencia física contra Roman después de ver cómo lo defendía de su padre en la segunda temporada. Al final, Kendall, que alguna vez le había dicho a Logan que no quería ser como él, terminó heredando sus peores defectos. Lo más triste es que eso no fue suficiente para conseguir lo que le había prometido cuando tenía siete años.
"Somos unos mierdas" y "no somos nada", dice Roman al final de ese clímax en el que vuelven a ser lo que siempre han sido. Queríamos que ganaran y al mismo tiempo sabíamos que nunca podrían hacerlo. No solo porque sería un final demasiado feliz y perfecto, sino porque no se lo merecen. Como dijo Logan, "no son personas serias". Y si decidió vender su legado a Mattson es porque sabía que ninguno de sus hijos podría ser su sucesor.
Esta temporada los tres hermanos cambiaron de plan tantas veces que hasta ellos mismos han perdido la cuenta. Lo único que ha quedado claro es que son incapaces de "hacer su propia pila de dinero", como les dijo Logan al final de la temporada anterior, cuando intentaron detener la venta a GoJo con la excusa de que con Matsson no tendrían oportunidad de dirigir la empresa.
Aunque para Shiv fue una sorpresa de última hora, sabíamos que el sueco no la iba a elegir como CEO. Tom era la opción ideal. Es trabajador, algo que no es ninguno de ellos, y sabe que la prioridad es siempre el trabajo.
Ir al cumpleaños de Logan en lugar de quedarse cerrando el trato de Voulter fue el clavo que selló el ataúd de Kendall en el primer episodio de la serie. Tom en cambio no fue al funeral de su suegro porque tenía que quedarse apagando fuegos en ATN. Y Mattson lo supo por la propia Shiv el episodio anterior.
También fue ella quien se lo vendió en el final. Aunque creía que solo estaba intentando mantenerlo en la compañía, de esa manera con la que lo ha hecho cada vez que ha estado en peligro. Esta vez, Tom también se supo vender a Mattson en la cena: rendimiento económico y seguidor de la estrategia marcada por la compañía. Un soldado eficiente y productivo, además de leal, es una oferta imposible de rechazar.
Tom demostró que tenía el instinto asesino que tanto anhelaba Logan en sus hijos con la traición a Shiv del 3x09. En ese momento entendió que tenía que elegir bando y decidió apostar por el único caballo al que había visto ganar carreras. Como le dijo a Kendall en el 3x06, "a ti te he visto jodido muchas veces, pero no he visto que jodan a Logan una sola vez".
El final de Succession ha sido brillante. Ha ocurrido lo que era inevitable y aún así ha conseguido sorprender. Los últimos planos de Shiv, Roman y Kendall son deprimentes y elocuentes, pero la peor tragedia de todas es saber que lo más probable es que ahora, sin su padre y una empresa por los que pelearse, lo más probable es que ya no tengan más excusas para seguir reuniéndose.
Hasta ahora siempre volvían a encontrarse, aunque fuera para conspirar los unos contra los otros. Perder la empresa es lo de menos, han perdido a las únicas personas que realmente entienden lo que sienten porque crecieron juntos. Para el resto son unos privilegiados "hijos de papi" a los que nadie respeta y por los que nadie siente compasión.
'Succession' está disponible en HBO Max.