¿Quién soy? Sé perfectamente a lo que me dedico. Tengo objetivos a corto, a medio y a largo plazo. Tengo familia. Tengo amigos. Tengo aficiones, filias y fobias, miedos, pasiones, esperanzas, ilusiones... ¿Pero quién soy en realidad? ¿Me define lo anterior o no es más que la suma de circunstancias que rodean mi existencia? Probablemente esta pregunta sea el mayor desafío al que cualquiera podamos enfrentarnos, aunque a Tiger Woods se lo ha puesto fácil HBO respondiendo por él. O al menos elucubrando una teoría sobre quién es en realidad el deportista mejor pagado de la historia.
Recopilemos. Eldrick Tiger Woods, 45 años. Nacido en Cypress, California, en 1975. Hijo de Earl Woods, ancestros africanos y nativos americanos, y de Kutilda Woods, de origen tailandés. Joven estrella televisiva desde los dos años gracias a sus habilidades con los palos de golf -apareció junto a Bob Hope en el show de Mike Douglas en 1978-. Joven estrella del golf estadounidense con tres títulos seguidos del US Open Amateur. Joven estrella del golf mundial con su irrupción en el profesionalismo desde 1996. Emblema de la marca Nike junto a Michael Jordan con un contrato de 100 millones de dólares. El mejor jugador de la historia con 15 títulos de Grand Slam. Casado, padre de dos hijos... Divorciado, adicto al sexo, rehabilitado, detenido empastillado...
De Tiger Woods lo sabemos todo. Y lo sabemos porque tiene una cámara ante su cara desde los tres años. Sabemos cómo entrenaba con su padre, cómo jugaba, cómo ganaba, cuánto ganaba, con quién se lo gastaba, con quién dormía, dónde, cuántas veces, con cuántas mujeres, quiénes eran ellas, los gestos de su mujer con cada nuevo escándalo, lo que pagó por esconder cada uno de ellos, su vuelta a la gloria deportiva...
Sin embargo, no sabemos quién es Tiger Woods. Probablemente ni Tiger Woods sepa quién es Tiger Woods.
Tiger, el documental de tres horas cuyo primer capítulo estrenó HBO el paso día 11 y cuya segunda parte ve la luz este lunes 18 de enero, está basado en el libro homónimo publicado en 2018 por Armen Keteyian y Jeff Benedict y, según el representante del deportista, Mark Steinberg, no es más que "otro intento no autorizado y lascivo de pintar un retrato incompleto de uno de los mejores atletas de todos los tiempos". Filmado por Matthew Heineman -nominado al Oscar y ganador de un Emmy-, y Matthew Hamachek -nominado al Emmy-, Tiger hace un recorrido por toda la vida del golfista con Earl Woods, su padre, como origen, causa y consecuencia de absolutamente todo.
¿Quién fue Earl Woods?
"Creo que Earl tenía un plan desde que Tiger empezó a caminar", explica la profesora de primaria de Tiger. "Él no haría nada que pudiera herir a Tiger, pero todo formaba parte del plan", añade más adelante la que fue su primera novia.
Todas las miradas se dirigen a Earl, el boina verde infiltrado tras la líneas enemigas durante dos tours en Vietnam, el hombre que puso Tiger de segundo nombre a su hijo en honor de un compañero de armas.
Fue Earl quien lo llevó al garaje a verle dar bolas en una red durante horas. "Su madre tenía que darle de comer allí mismo, en una silla alta, porque no quería irse a otro sitio", relata el propio padre.
"Las madres llevan a los niños al parque. Yo llevaba a Tiger al campo. Cuando se cansaba le ponía en el cochecito y se dormía"
Fue Earl quien construyó al golfista. A pesar de Kutilda o con su connivencia es algo que no queda claro. "Las madres llevan a los niños al parque. Yo llevaba a Tiger al campo. Cuando se cansaba le ponía en el cochecito y se dormía", relata la madre sonriente.
Fue Earl quien construyó el mito. "Este chico está construido para soportar la presión" o "El mundo está preparado para un golfista no blanco que tenga éxito" dijo en una entrevista. "Earl hizo todo lo posible por endurecer (mentalmente) a su chico", recuerda el mejor amigo de Earl con quien compartían partida en el club de golf del ejército estadounidense.
Y por supuesto Earl fue el profeta de Tiger: "Este es mi tesoro. Por favor, aceptadlo y usadlo sabiamente".
Vida privada
Tan marcada es la influencia de Earl en Tiger que ha sido la línea dominante de su vida, tanto la deportiva como la extradeportiva. O eso argumenta el documental para quien la firmeza con que Earl dirigía a Tiger le marcó de por vida.
"Tiger no estaba preparado para la vida" recuerda su primera novia. Con ella disfrutó de la vida adolescente, de lo poco que pudo respirar antes de que la fama sepultase su privacidad, como atestiguan unas imágenes de Tiger, camisa floreada abierta hasta mitad del pecho, bailando desenfrenando, durante una fiesta en casa de ella. En esa casa decidió quedarse a dormir una noche, con su novia, a la que había llevado al baile, tan americano, él de esmoquin, ella con vestido ajustado y pierna al aire. El día del baile Earl bromeaba con ella en un vídeo casero. El día después de que Tiger durmiera con ella le obligaron a romper la relación.
"Mis padres y yo no queremos saber más de ti. Me estás manipulando", decía la carta con la que puso fin a su noviazgo y que ella exhibe con pena ante las cámaras. Manuscrita por Tiger, inspirada por Earl. "El Tiger que yo conocí había muerto, su dulzura había muerto", relata ella casi 30 años después.
Negocios
Pero Earl no sólo influyó en su juego o en sus relaciones personales, también lo hizo en los negocios de Tiger. Sobre todo cuando Tiger se hizo profesional y firmó por Nike, como bien puede apreciarse en unas imágenes del jugador, ya consciente de quién era (¿el heredero de Michael Jordan?, se preguntaban en la marca), subyugado sin embargo por la influencia de su padre.
"Ya le he entrenado yo para hablar con los medios" le dijo a los directivos de Nike cuando quisieron que Tiger recibiera formación para lidiar con los medios de comunicación. "Creo que Earl estaba molesto porque alguien quería hablar con Tiger sobre cómo ser Tiger", recuerda la entonces directora de marketing de Nike quien afirma que fue el propio Earl quien apostó por convertir a Tiger en el deportista que debía "unir todas las razas".
La dimensión mundial que adquirió Tiger fue tal que, probablemente, ni el propio Earl lo habría imaginado en sus mejores sueños. Un éxito al que sucumbir, del que morir lentamente, individual y colectivamente.
"Seguimos siendo los mejores amigos, pero casi no paso tiempo con él, estoy muy ocupado", respondía Tiger a Oprah Winfrey en una de sus tantas entrevistas. "Tuvimos una gran discusión porque le dije que no sabía si podía ser un hombre de negocios y un padre al mismo tiempo", relata en otro momento.
"Earl estaba molesto porque alguien quería hablar con Tiger sobre cómo ser Tiger"
La relación se resquebrajó pero no Tiger. Él seguía ganando, seguía siendo la máquina que había construido Earl. Hasta que todo se vino abajo. Primero un cáncer y después la muerte de Earl en 2006 sumieron a Tiger en una inmensa pena ("Nunca le habíamos visto así", relatan los que eran sus amigos) que nunca nadie jamás vio.
Tiger había conseguido ser tan duro, esconder tanto sus emociones en el campo que también lo había conseguido fuera de él. Sus lágrimas en el Abierto Británico de 2006 abrazado a Steve Williams, su caddie, tras la muerte de su padre son quizá la única emoción expresada en público durante toda una vida expuesto a las cámaras. ¿Sería igual en casa?
Rachel Uchitel
"Durante 10 años he estado callada, pero ya no tengo nada más que perder". Ella es la estrella de Tiger. Rachel Uchitel, la persona que hizo saltar todo por los aires, había hablado en otras ocasiones, pero nunca tanto ni con tanto detalle. Hubo otras, muchas, pero ella supuso el cambio de inflexión.
Y eso que todo había empezado años antes, cuando el National Enquirer, como narra henchido el pecho de orgullo periodístico su director, le cazó con la camarera de un restaurante al que Tiger solía ir con su mujer y sus hijos y le sacaron los hígados y una portada del Men's Fitness para no publicarlo.
Luego vinieron lo bares de Las Vegas, las escorts, las acompañantes que cobraban cinco cifras y, como no, Rache Uchitel. Pero Tiger no era Dennis Rodman viviendo la vida loca en la ciudad del pecado. Tiger aparece dibujado como un hombre que buscaba una relación en cada affaire, un hombre desesperado por mostrarse como quería ser visto y huir del yugo que su padre le había colocado. El sexo como única vía de escape ante el dolor.
"Sólo quería hablar y hablar y hablar. De su infancia, de su padre, de que estaba cansado de esconder quién era... Tenía tanto miedo de que el Tiger de verdad no fuera el Tiger que los demás esperaban", narra Uchitel, quien cuenta con todo lujo de detalles cómo se conocieron, cuándo se acostaron por primera vez, cómo Tiger le pidió que viajara a Australia para estar con él y, también, cómo tuvo que hablar con Elin Nordegreen, la mujer casi inexistente en las tres horas de documental, para negarle la mayor antes del desastre absoluto.
El 26 de noviembre de 2009 llegaba a las redacciones de todo el planeta la noticia urgente de que Tiger Woods había sufrido un accidente. Pocos podían esperar las causas o las consecuencias del mismo. Tiger acabó en tratamiento para su "adicción al sexo", se divorció, pagó un acuerdo millonario a Elin y se humilló ante el mundo dejando en el aire la duda que todos nos preguntamos: "Os he decepcionado amargamente y os he hecho preguntaros quién soy en realidad. Estoy avergonzado de haberos puesto en esa posición".
Después vendrían las lesiones, el regreso al éxito deportivo y aquella detención atiborrado de pastillas para dormir. Un camino a la perdición que el documental Tiger quiere convertir en camino a la redención, en un encontrarse a sí mismo de Tiger que al fin y al cabo es lo que todos queremos para nosotros: "Podemos perdernos a nosotros mismos en la búsqueda de la gloria. Ya no necesito ganar, ahora sólo quiero ganar".
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