El 24 de febrero de 2015 llegaba al prime time de Televisión Española una serie a la que pocos tenían en el radar, y que rápidamente se convirtió en un auténtico fenómeno de culto. Se llamaba El ministerio del tiempo, y especulaba con la existencia de una cartera secreta dentro del Gobierno de nuestro país que podía viajar en el tiempo usando un complejo mecanismo de puertas, y cuya misión fundamental era asegurar que la historia se mantenía intacta.
Ya saben, las paradojas temporales de cualquier historia de ciencia ficción con viajes que se precia. Si matas una mariposa en el pasado lo mismo provocas un terremoto en el futuro. La teoría del caos. La de las cuerdas. Todas juntas en una ficción que demostraba que en nuestro país había talento y medios para hacer una serie diferente. Que no todo eran familias con casoplones de dos pisos y luces blancas de hospital iluminando todo. Aquí había riesgo en las tramas, una mezcla de géneros y un cuidado en todo lo relativo a la puesta en escena. Y detrás de todo un nombre, el de Javier Olivares, creador junto a su hermano Pablo, que falleció antes de ver su sueño llevado a la pantalla.
Lo que vino después ya lo sabemos. Las plataformas entraron en juego, empezaron a poner dinero y nuestra ficción despuntó hasta convertirse en lo que es hoy, un mercado jugosísimo en todo el mundo. Pero entonces no estaba tan claro, y de hecho El ministerio del tiempo sufrió para renovar cada una de sus temporadas. Alguna de ellas sobre la línea de bocina. De hecho, la tercera se sirvió de un acuerdo de distribución con Netflix para contar con un presupuesto más ahogado que les diera alguna licencia, porque la serie lucía mucho más de lo que costaba. Fue, precisamente, esa tercera temporada la que parecía que había puesto fin a uno de los fenómenos más importantes de nuestra ficción reciente.
Pero como El ave fénix la patrulla del Ministerio ha resucitado, y de la mano de un acuerdo de distribución con HBO -que emitirá cada episodio un día después que TVE y que ya dispone de las tres primeras entregas- llega una cuarta temporada que suena a homenaje para los seguidores. Los que no hayan entrado antes que ni lo intenten. Regresa con todos los componentes que la hicieron triunfar: humor, guiños castizos, lecciones de historia para todos los públicos y todos los personajes que enamoraron a los fans. No todos estarán en todos los capítulos, pero aseguran que hasta aquellos que dados por desaparecidos regresarán.
Es con un gran regreso como empieza esta cuarta temporada, el de Julián, al que dábamos por muerto en la Batalla de Teruel y que es el motor para que todos abandonen su vida y se junten para esta última misión. Un actor parecídisimo a él de nombre Eulogio Romero aparece en el NODO. Una estrella que desde el Ministerio ni conocían y que parece una alteración de la historia. ¿Cómo es que Eulogio se parece tanto a Julian?, ¿cómo ha aparecido Eulogio en la historia? Es lo que tendrán que descubrir Irene, Pacino, Alonso y Lola en una misión que supone un giro interesante a su propia premisa. El viaje a la España de la dictadura les llevará a un dilema moral, ya que su misión será defender a Franco. Un grupo de rebeldes intentará matar al dictador, y ellos, además de descubrir quién es Eulogio tendrán que impedirlo.
Menuda papeleta para la patrulla, ¿por qué evitar el asesinato de un dictador que sumió a nuestro país durante 40 años?, ¿no sería mejor matarle y evitar tanto sufrimiento? La respuesta de Salvador Martí, jefe de todo aquello, es la que ya conocen los fans de la serie: “el tiempo es el que es”. No se puede cambiar. Para eso están ahí. Una historia interesante que sirve de forma perfecta de gancho para que los fans se entreguen a esta cuarta temporada. Un capítulo con el que parece que nunca se han ido, porque todo sigue igual y funciona igual. Un buen caramelo para empezar una temporada en la que veremos a grandes personajes de nuestra historia. Se comienza con Franco, pero por esos episodios pasarán Clara Campoamor o incluso Pedro Almodóvar. La patrulla ha vuelto, y con más ganas que nunca.