El género adolescente vuelve a estar de moda, o quizás nunca dejó de estarlo, sólo que las plataformas de contenidos lo han empujado con más fuerza que nunca. En España vivimos y crecimos con ficciones como Compañeros o Física o Química, y el año pasado Élite se convertía en uno de los mayores pelotazos de Netflix.
La clave de la ficción española estaba en convertir el género adolescente en puro 'exploitation'. No había tramas propias de su edad, y lo que veíamos eran asesinatos, traiciones y giros más propios del thriller de los 90 que un acercamiento meramente realista a aquella complicada edad. Donde Élite sí rompía barreras es en su tratamiento de temas como el sida o el sexo, abordados de manera natural, abierta y sin prejuicios.
Quizás una de las series que mejor se ha acercado a la adolescencia fue Skins (especialmente sus dos primeras temporadas). La serie británica daba un pasó adelante e incluía otros asuntos de mayor trascendencia: la clase, la falta de expectativas, la ausencia de futuro para la gente de las barriadas ingleses, la droga, el sexo… todo ello mezclado con ramalazos artísticos como ese final en el que todo el reparto empieza a cantar el Wild Word de Cat Stevens en un momento épico y emocionante.
Aquellos que pidieran a una serie adolescente algo más que ser un culebrón y un puro entretenimiento están de enhorabuena. HBO ha parido el último fenómeno adolescente, pero uno con el que se acerca más a aquella Skins que a Élite. Euphoria -producida por A24 y el rapero Drake junto a HBO- adapta la serie israelí del mismo nombre, y había sido promocionada como ‘la serie de Zendaya’, la estrella del Disney Channel fichada como estrella absoluta de la ficción. Quien crea que esto es una serie para todos los públicos que no se acerque. Euphoria es un acercamiento radical, brutal y sin concesiones a la complicada adolescencia.
Sus personajes pertenecen a una clase media de Los Ángeles que viven en el momento actual, en el que el sexo, la fiesta y las drogas están a la orden del día, y no hay mirada timorata al respecto. La protagonista es una adolescente que vuelve de una clínica de desintoxicación, pero sigue metiéndose de todo. Nació dos días después del atentado del 11-S, y creció en un país sumido en el miedo y la paranoia, eso unido a sus trastornos mentales fueron una bomba de relojería.
Sorprende que Euphoria se atreva a abordar, desde una serie adolescente, temas complejos como las enfermedades mentales, el bullying o el ciber acoso. Y todo lo hace con un ritmo frenético. Sólo en el piloto se apuntan decenas de temas que preocupan a los adolescentes como la bulimia, la necesidad de gustar, cómo se señala al diferente, las clases sociales en el propio instituto...
Y no se queda ahí. Como en este tipo de series, el sexo tiene una importancia primordial, pero aquí se abordan también los problemas que pueden surgir entre las adolescentes que viven en un mundo patriarcal y ciber conectado por los móviles y las redes sociales. Una de las protagonistas fue señalada por todos y ahora es 'la guarra del instituto' por haber grabado un vídeo practicando sexo con un chico. Nadie se plantea, sólo la protagonista desde sus reflexiones en off, que el problema lo tiene el que lo comparte, y no ella por haberse grabado.
Ocurre lo mismo con la forma en la que los chicos practican sexo en la actualidad, influidos por el porno que consumen. Quieren que todo sea como lo ven en las escenas que utilizan para su disfrute onanista, todas ellas en las que el hombre ejerce una violencia física y un sometimiento de la mujer. Ellos perpetúan esos estereotipos en sus relaciones. Las mujeres durante años han aguantado, pero en Euphoria pueden decir que no. “Si nosotras vemos porno somos unas putas”, dice Zendaya en la serie mientras un chico agarra por el cuello mientras practica sexo con su pareja de esa noche.
Euphoria puede, además, convertirse en una serie emblema para la comunidad LGTB, ya que casi todos los personajes femeninos no están definidos por su sexualidad y hay representación de casi todos los colectivos, destacando la presencia de una chica transexual que es centro de una de las tramas principales y que en ningún momento se subraya su condición para presentarla.
Son las mujeres las heroínas de la serie, los jóvenes demuestran la evolución que ha dado nuestra sociedad y empiezan a cuestionar las formas de relación con los chicos, siempre definidas por un abuso de poder. El que sean definidas como guarras por hacer lo que hacen ellos, el sexo heteropatriarcal y casi abusivo... Todo ello con un estilo visual imponente, decisiones imaginativas y una gran banda sonora. Un paso adelante como director para Sam Levinson, que revolucionó el año pasado con su versión moderna de las brujas de Salem en Nación Salvaje y que ha creado una serie que puede ser un himno para los adolescentes. Euphoria es una de las sorpresas del año y un éxito en la estrategia de HBO en intentar alcanzar a otro tipo de público.
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