En una era del streaming tan cambiante y difícil de predecir, donde son tantas las series que se estrenan que incluso el hecho de pensar en la mejor opción para desconectar puede parecer un pérdida de tiempo, es normal que se acaben escapado algunos títulos o que pasen desapercibidos. Así ha ocurrido con Noche de chicas, la nueva serie que acaba de estrenarse en Disney+.

Distanciándose de lo que primeras podríamos interpretar como una noche de chicas, la plataforma describe la serie como "una historia de amistad y venganza en la que ellas, por el peso de la herida abierta, no serán solo las víctimas, sino también los verdugos. Un viaje de autodescubrimiento de cinco amigas que tienen la posibilidad de hacer justicia por mano propia".

Más concretamente, la serie cuenta cómo un grupo de amigas secuestra a tres hombres que, aunque fueron acusados de violación grupal a una menor, acabaron siendo absueltos por falta de pruebas. Algo que a pesar de situarse de forma premeditada en el año 2010, se puede relacionar con la polémica Ley del 'sólo sí es sí', por la que numerosas personas condenadas por crímenes de índole sexual vieron rebajada su condena.

En este contexto y tras lo que ocurre con esta joven, Lola (María León) planea vengarse por su cuenta. Sin embargo, le toca empezar a improvisar cuando sus amigas de la infancia vuelven al pueblo sin previo aviso y descubren su plan. Lola ahora solo tiene dos opciones: o las convence de que miren hacia otro lado o para que se unan a su plan.

Con motivo del estreno de la serie, estas son algunas de sus características clave y que puede que te convenzan para considerarla como una de las opciones para descubrir en el catálogo de Disney+.

Ideal para una maratón

Uno de los puntos que juega muy a favor de Noche de chicas es su estructura y la duración de sus episodios, planteados para que, a pesar de la crudeza de la historia que plantea, sea una opción ideal para maratonear. Porque aunque ver varios episodios no sea igual que ver una película, asusta menos pensar que sólo nos ocupará dos horas y media de nuestro tiempo.

Se trata de una miniserie con un principio y un final, y que incluye seis episodios de sólo 27 minutos de duración. Esto dejará especialmente tranquilos a los espectadores que anden buscando una narración en la que ir avanzando poco a poco y que tiene un desenlace claro y tajante.

Interpelando al público

Otra de las razones por las que la serie merece la pena es por su manera de dirigirse al público, haciéndole partícipe de un relato que conecta con el mundo real. Desde el principio nos preguntamos qué haríamos nosotros en esa misma situación, especialmente en la piel de las amigas de Lola, que se ven implicadas en un crimen y deben decidir si ser cómplices de un secuestro o de la pasividad de un sistema que no les ampara como mujeres.

Desde el principio y hasta el final sabemos que la serie no es tanto por lo que cuenta como por el tema que plantea, que aunque transcurra en el año 2010, podría tener lugar en cualquier otro año más cercano a nuestro presente. Y porque, desgraciadamente, los delitos sexuales siguen teniendo una gran impunidad en el mundo en el que vivimos. 

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Da igual que pensemos en un caso concreto como el de La Manada o si preferimos centrarnos en el que plantea en la serie de ficción, sabemos que cuando se pone sobre la mesa una situación de violencia machista, a quien primero se señala siempre es a la víctima, que debe demostrar que lo es mientras asume lo que ha ocurrido y trata de vivir como puede con el trauma y el dolor. 

Una reflexión atemporal

Es posible que Noche de chicas sitúe en pantalla y sin reparo unas imágenes ciertamente violentas para al espectador, pero al igual que muchas de las decisiones creativas que se han tomado en ella, esta también tiene su explicación.

Aunque, por supuesto, la serie nunca justifique la ley del talión ni el "ojo por ojo", sí que plantea algo real y utiliza el poder de la ficción para trascender, elevando la voz para nombrar algo que, efectivamente, existe. Porque aunque el sistema en sí mismo haga lo propio, el silencio también es cómplice de la violencia, y siempre es bienvenido que se hable de esta lacra que, por desgracia es atemporal.