Con la llegada del streaming se dio inicio a la hegemonía de los híbridos de drama y comedia (dramedia) que en la mayoría de los casos extienden la duración de sus episodios, pudiendo llegar hasta los 60 minutos. Las comedias en la televisión en abierto en Estados Unidos parecían un género en extinción, un formato condenado a desaparecer sin que nadie pudiera evitarlo, entonces, llegó Colegio Abbott.
La serie creada por Quinta Brunson es un caso insólito de la televisión actual: un éxito instantáneo de la tele en abierto. Puede que la cifra de espectadores que se congreguen frente a las pantallas de la televisión tradicional ya no parezca tan impresionante como antes, pero que una serie consiga conquistar al público a primera vista, y en un momento en el que la televisión generalista parece estar escribiendo constantemente la crónica de su muerte anunciada, es un logro digno de reconocimiento.
Con la llegada de los finales de This is Us, Black-ish y Modern Family (las únicas comedias generalistas que han conseguido presencia en los premios en la última década) parecía imposible generar nuevos éxitos, pero Colegio Abbott ha demostrado que no hace falta reinventar la rueda, contratar solo actores famosos ni ampararse en una propiedad intelectual para llamar la atención: un buen material estrenado en el momento justo siempre encontrará su público
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Con su primera temporada (disponible en Disney+), ha conseguido tres premios Emmy, tres Globos de Oro, dos nominaciones a los premios del sindicato de actores y seis en los Critics Choice Awards. La segunda temporada, actualmente en emisión en ABC, mantiene tiene un 100% en Rotten Tomatoes, y ha recibido elogios de la crítica por haber superado el reto de demostrar que su éxito inicial no había sido casualidad. Fue renovada esta semana por una tercera temporada, cuando aún faltan por emitir 10 episodios de la segunda.
Una receta perfecta
Creada y protagonizada por Quinta Brunson, esta serie de episodios de 25 minutos rodados como falso documental sigue a un grupo de profesores de una escuela pública de primaria de Filadelfia, mientras intentan hacer su trabajo lo mejor que pueden a pesar de la ausencia de fondos, los fallos y trampas del sistema público, sueldos bajos y el mando de Ava, su extravagante, pagada de sí misma e inepta directora.
The Office y Parks and Recreation son referentes de los que no se esconde, pero ha sabido coger lo mejor de estas series y encontrar su propio camino. Ava (Janelle James), el personaje de la directora es una versión de Michael Scott, pero el cóctel reúne lo mejor de los dos mundos al sumar el espíritu inspirador y aura de lugar feliz con Janine, que comparte el optimismo y las ganas de trabajar por la comunidad de Leslie Knope.
Funciona desde el primer episodio
Los personajes de Colegio Abbott consiguen desde el primer episodio la complicidad, el buen rollo y las risas de una mirada a cámara en el momento justo sin necesidad de articular palabra. Y no es una tarea fácil, este es un recurso que puede resultar artificial y forzado cuando se utiliza sin intención o sin ritmo, dos cosas que a esta serie le sobran.
Una comedia de toda la vida, un lugar feliz
En los últimos años parece que la comedia solo puede ser interesante cuando tiene componentes dramáticos. Con tanto híbrido de duración arbitraria es estimulante encontrar una serie que respeta el difícil reto de hacer un guion de 25 minutos que funciona como un reloj 25 minutos.
Además, es una serie en la que podemos confiar cuando queremos ver algo nos deje buen sabor de boca, que ahora hay que ir con cuidado con todo lo que entra en la etiqueta "comedia" porque en cualquier momento nos pueden clavar una puñalada en el corazón o una patada el estómago.
Es una carta de amor a la escuela pública
Brunson se inspiró en su pasión por la escuela cuando era niña y en profesoras como su propia madre, por lo que es una serie que profesa un gran cariño, respeto y admiración por los profesores del sector público.
Está ambientada en una escuela pública olvidada por el sistema, pero su encanto radica en que busca la forma de ser realista sin subrayar mensajes políticos ni regodearse en el drama de cada situación. Todo un mérito.
En un momento en el que la vida real y la ficción desbordan cinismo y material para pesadillas, este tipo de ficciones son un refugio necesario.