Los tiempos cambian, y los cuentos también. Hasta Disney ha cambiado. Lo que hace décadas era normal, ahora se ve con otros ojos, con todos los avances sociales conseguidos y ya establecidos. Ahora ver a las princesas de los clásicos del estudio de Mickey es raro. Eran mujeres que lo único que querían era un hombre, un príncipe azul como cantaba Cenicienta. Fueron la inspiración de millones de niñas, y los referentes hacen que se perpetúen las cosas. Por eso Disney ha comenzado una modernización que empezó hace años con Frozen, donde era el amor de dos hermanas lo que las salvaba.
Ahora ese salto hacia adelante se confirma con Raya y el último dragón, una película que abraza sin miedo el género de la fantasía, la acción y la aventura y deja de lado el canon clásico de las heroínas de Disney. Raya no es una princesa, aunque por linaje podría parecerlo, y por eso este mundo postapocalíptico que parece sacado de Mad Max apela a un público incluso juvenil, no sólo a las niñas que también querrán vestirse como esta nueva mujer que poblará el imaginario del estudio. De hecho, sus creadores insisten en subrayar que Raya es una guerrera. En conversación con este medio, Don Hall, codirector del filme, deja claro que no es que las princesas estén pasadas de moda, sino que “depende del punto de vista”.
“Hay muchas diferencias entre Raya y Blancanieves, primero físicas y las habilidades que tiene, pero que sean diferentes no quiere decir que me guste menos Blancanieves”, apunta y deja claro que “esta no es una película de princesas, no pensamos en esos términos al hacerla, creo que podría verse como guerreras aunque técnicamente podría decirse que son princesas, pero es que o hay nada de lo que avergonzarse por ello, aunque Raya sería más una guardiana, porque adeás eso es lo que quiere ser”.
No es la única novedad. Raya no tiene ningún interés amoroso. No hay chico. Sólo acción, aventura, amistad entre mujeres y una historia de autoconocimiento, y como apunta la guionista Adele Lim, esto es “tremendamente importante”, aunque deja claro que “no era una imposición que nos hiciéramos que no hubiera interés amoroso, de hecho en una primera versión del guion había un poquito de eso, pero según desarrollamos la historia nos dimos cuenta de que la película no trata de eso”.
Para Lim este filme habla de la “amistad con el otro personaje femenino, que son dos caras de la misma moneda”, algo que indagando se dio cuenta de que “había pocas películas grandes que tuvieran la amistad femenina como núcleo de su historia”. “Estas relaciones no se ven a menudo en el cine y estábamos muy emocionados escribiendo esta historia, porque era eso lo que queríamos explorar, estas relaciones, y por eso no hay hueco para el amor. Además, si estás centrada y preocupada por salvar el mundo no hay tiempo para citas”, apunta con humor la guionista.
Adele Lim tampoco rechaza a las princesas, para ella los personajes femeninos siempre han sido algo más que chicas en apuros: “Las heroínas de Disney siempre han sido inspiracionales y aspiracionales para las chicas de todo el mundo. Yo he crecido viéndolas y ahora con Raya hay una líder que lucha, que ve sus sueños rotos y que lucha por recuperarlos. Es una gran heroína para cualquier niño o niña”.
Las heroínas de Disney siempre han sido inspiracionales y aspiracionales para las chicas de todo el mundo. Yo he crecido viéndolas y ahora con Raya hay una líder que lucha
Raya y el último dragón también es un avance en cuanto a diversidad, ya que el mundo de fantasía que plantea está claramente inspirado en el sudeste asiático, tal como confirman sus creadoras, que cuenta cómo viajaron por muchos países donde se “inspiraron visualmente por todo lo que vimos, las telas, la arquitectura, las texturas, los colores, pero sobre todo por su gente y por la sensación de comunidad que tienen, volvimos teniendo claro que esa sería la inspiración visual”, recuerda Lim que explica que luego había que intentar darle una personalidad única y diferente para crear cinco territorios de un mundo completamente inventado.
Sorprende la elección de Carlos López Estrada como director. Un fichaje de Disney que debutó hace un par de años con un filme sobre el racismo y las drogas llamado Blindspotting. Aquella obra debió llamar la atención de la gente del estudio, porque como recuerda el realizador, “alguien de su equipo vio allí la película y estaban buscando directores para unirse al equipo de realización que tuvieran otra mirada”. Así que le ofrecieron entrar y no lo dudó: “He visto películas de Disney desde que nací, han sido parte de mi crecimiento y estar aquí es un sueño hecho realidad”. Un sueño que ha costado, ya que el filme tuvo que terminarse en pleno confinamiento y se estrena en pleno dilema sobre dónde se verá, ya que muchos cines han decidido no exhibirla por las exigencias del estudio, que la pondrá el mismo día en su plataforma Disney+ por un precio extra.
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