Algunos la adoran, otros la odian, pero hay una cosa clara acerca de Barbie y que es capaz de poner a todos de acuerdo: que esta muñeca transformó radicalmente la manera de jugar de los niños y, especialmente, de las niñas. Hasta que tuvo lugar su monumental aterrizaje en el mundo, jugaban a “ser mamás”, a las “cocinitas” o a pasear a sus muñecos con forma de bebé en cochecito.
Sin saberlo, se estaban preparando para cumplir con el rol que la sociedad siempre esperó que tuvieran: el de quedarse en casa cuidando de sus hijos. Sin embargo, algo cambió en 1959, cuando a Ruth Handler se le encendió la bombilla desde la fábrica de muebles que acabaría siendo Mattel y nació Barbie, una muñeca que lo cambió todo, a pesar de las polémicas que generaría después por, entre otras cosas, tener unas proporciones imposibles.
A partir de entonces, las niñas tendrían a su alcance todo un abanico de posibilidades sobre la vida adulta y podrían escoger quiénes querían ser -desde astronautas a presidentas del país- a través de sus muñecas. Los años han ido pasando y Barbie se ha ido adaptando al paso del tiempo, reinventándose constantemente y sobreviviendo a la controversia, evolucionando al mismo tiempo que el movimiento de liberación de las mujeres y junto al auge del feminismo.
Ahora le ha llegado la oportunidad de contar su historia en Barbie, la película que lleva su nombre y que después de generar una gran expectación durante meses, por fin se ha estrenado en cines. Y ha llegado a nuestras vidas para quedarse y ser recordada como una de las películas más disfrutonas del año.
Al principio del largometraje, Barbie (Margot Robbie) se levanta de la cama para comenzar otro día perfecto en la casa de ensueño. Se peina con un cepillo gigante, se ducha sin agua y la ropa aparece mágicamente sobre su cuerpo. Más abajo le está esperando su delicioso desayuno y una taza de leche sin líquido. Y bajará a tomársela como sólo ella sabe hacerlo, saltando del techo y flotando hacia abajo.
Sin embargo, empieza a tener pensamientos sobre la muerte y la celulitis aparece en sus piernas. Por eso, acude a la Barbie Rara (Kate McKinnon) para preguntarle sobre ello y acaba viajando al mundo real junto a Ken (Ryan Gosling).
Cuando llegan a Los Ángeles, Barbie se da de bruces con la realidad y pasa a ser un objeto consciente de que la observan de forma violenta. Y a Ken le ocurre justo al contrario, viviendo el mismo contraste de una manera radicalmente opuesta.
Intentando no entrar en el pantanoso terreno de los spoilers, el siguiente paso a dar para analizar una película como Barbie es retirando primero y con cuidado el lacito y su envoltorio. Al principio puede parecer una comedia simple y cursi como la propia muñeca, un juguete con el que muchas niñas no jugaban por esta misma razón.
También da la impresión de ser extravagante, un delirio visual o un anuncio de dos horas con un filtro color rosa chicle y mucha purpurina. Y, en efecto, lo es. Pero si vamos más allá de sus -por cierto- brillantes diseño de producción, cinematografía y vestuario -a cargo de Sarah Greenwood, Rodrigo Prieto y Jacqueline Durran respectivamente-, esta experiencia irrepetible propone también una profunda reflexión sobre la feminidad y la masculinidad, y homenajea al mismo tiempo a un icono de la cultura pop.
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Y todo ello mediante un guion muy pícaro e ingenioso escrito por la propia cineasta Greta Gerwig junto a Noah Baumbach. Si a esta base le añadimos a una inmensa Margot Robbie, que casi podría decirse que nació para este papel; y a alguien tan deslumbrante como Ryan Gosling, deslumbrante en cada secuencia; el resultado es una delicia, una experiencia lúdica y el espectáculo fantástico que muchos esperaban.
Margot Robbie le brinda al personaje una vulnerabilidad realmente conmovedora, logrando que todos dejemos de pensar en Barbie como una muñeca estirada y perfecta para desear instantáneamente que sea nuestra mejor amiga. Y si ella es la persona ideal para dar vida a Barbie, Ryan Gosling no solo no podría ser el mejor Ken que pudiéramos imaginar, sino que nos brinda una de las mejores interpretaciones de su carrera.
Ha sido una tarea complicada manejar las expectativas hasta hoy y también será difícil encontrar algo que genere el nivel de entusiasmo de Barbie, pero lo que sí está claro es que se debe confiar en el buen hacer y el criterio de Greta Gerwig. Porque apostaría a que, desde hoy, muchos diccionarios empiecen a mostrar una imagen de esta película junto a la definición de 'entretenimiento a gran escala'.
La película en sí misma se puede elogiar por muchísimas razones. Por albergar un discurso intergeneracional, por interpelar de forma esperazadora al futuro, por dar un golpe en la mesa con su alegato feminista en tiempos de crisis… Pero si hay algo indiscutible es que, Barbie es la contrapartida ideal de Oppenheimer y el evento cinematográfico del año. O, como diría Ken: algo sublime.