Casi un año después de hacernos despegar con Lightyear, Pixar vuelve a los cines con el estreno de Elemental, una película que nace para intentar dar respuesta a lo que podría pasar si los elementos tuvieran sentimientos. 

En esta alegoría deslumbrante y a todo color, su director Peter Sohn traslada sus propias vivencias a la pantalla y habla de la inmigración y el racismo, proponiéndole al espectador un viaje hasta Ciudad Elemento, un lugar muy particular. En él viven habitantes del agua, la tierra y el aire, que parecen coexistir sin problemas. 

Los que tendrán más dificultades para adaptarse serán los de fuego, que ni son del todo bienvenidos en ese lugar, ni tampoco encajan en él, pareciendo contaminar e incluso hacer daño a todo el que tocan. Por eso acaban viviendo apartados y forman una comunidad en el extrarradio.

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Allí es donde conocemos a Candela, cuyos padres llegaron a esta ciudad antes de que ella naciera con la esperanza de encontrar un futuro mejor junto a ella. Pero justo cuando está a punto de convertirse en la gerente de la tienda de sus padres, conoce a Nilo, un inspector muy optimista que pondrá su vida patas arriba.

Al igual que ocurrió con la tierna despedida a Indiana Jones, el público del Festival de Cannes también fue algo injusto con Elemental. Algunos miembros de la crítica no acabaron conformes con su representación del racismo y la inmigración y pedían que la película hablase de ello de una forma más explícita y crítica, en lugar de adoptar un punto de vista tan equilibrado. Y puede que tengan parte de razón.

Sin embargo, en una era en la que la diversidad sigue molestando -solo hay que recordar la absurda polémica que generó Lightyear-, cualquier ejemplo de representación será bienvenido. Incluso aquel que apele a la diversidad por medio de símbolos o indirectas. Porque aunque pueda no ser lo suficientemente crítica, no deja de hablar de un tema real y con el que todos pueden conectar.

De hecho, Elemental es, en realidad, muy rompedora y sabe que no necesita a ningún villano para convencer a nadie, ya que el verdadero enemigo de los protagonistas es la intolerancia y el miedo a acoger y abrazar sus diferencias como algo que les une.

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Y tampoco lo necesita porque su universo ya tiene los elementos suficientes para hacer funcionar su maquinaria. Así lo deja claro su director desde el primer fotograma, que desborda de talento y un gusto milimétrico por los detalles. Elemental podría haber sido una simple -y muy costosa- demostración de los avances que se han llevado a cabo para poder animar el agua, y aunque también lo consiga, en realidad fue concebida como una historia de perspectivas diferentes

El trabajo que han hecho los animadores en esta película es fantástico y va más allá de lo que hemos visto hasta ahora en Pixar. El diseño de los personajes es único y todos ellos siguen cierta lógica -como por ejemplo la familia de Candela vistiéndose con un material ignífugo-. Además, el hecho de ver cómo interactúan los distintos elementos es un deleite visual.

Sin embargo, esta fascinación pierde fuerza a nivel narrativo, que es lo que se echa más en falta de una película con un mensaje y factor visual tan potentes. El 'pero' de Elemental no es la mayor o menor valentía con la que lanza su mensaje, sino más bien la historia en sí, una comedia romántica entrañable pero que no es tan original ni única como el trazo con el que ha sido dibujada.

Aunque Elemental pueda no estar entre las mejores películas de Pixar, sí que se puede incluir en el grupo de las que se quedarán grabadas en la retina y tiene varios momentos que nos llevaremos con nosotros al salir del cine. Es, en sí misma, una experiencia que hay que vivir en la gran pantalla, en parte porque conseguirá derretirnos el corazón como sólo saben hacer las películas de animación que llevan esta firma.