No le gusta que le definan como un director de historias femeninas, pero pocos autores han hablado tanto y tan bien de las mujeres en la última década como el chileno Sebastián Lelio. El ganador del Oscar por Una mujer fantástica estrena hoy en Netflix su primera película para una plataforma de streaming. El prodigio es la adaptación de un best-seller de Emma Donoghue sobre una enfermera inglesa, interpretada por la omnipresente Florence Pugh, que debe descubrir cómo es posible que una niña que vive una estricta comunidad religiosa lleve semanas sin comer y su cuerpo no haya mostrado aún ninguna secuela.
Lelio ha trabajado su primera película en cuatro años con Alice Birch, guionista de Lady Macbeth y series como Succession y Normal people. Trasladar El prodigio a la pantalla tenía sus propios desafíos. “Adaptar siempre es un proceso que puede ser brutal, porque son medios distintos. Lo literario no tiene cabida real en el cine”, admite el cineasta desde un hotel de San Sebastián mientras pone como ejemplo el vasto mundo de pensamientos de la protagonista, Lib Wright. “Mientras coge una cuchara pueden pasar cuatro páginas donde suceden cosas que son infilmables”.
El prodigio no es la primera adaptación al cine de una obra de la escritora irlandesa. La habitación, de Lenny Abrahamson, le dio el Oscar a la actriz Brie Larson. De entre todas las capas que tiene la novela de Donoghue, Lelio se sintió muy interesado por “la reflexión en torno al choque del sistema de creencias” surge en esta historia ambientada en la región irlandesa de las Midlands durante el año 1862.
La película arranca cuando la enfermera inglesa Lib Wright es contratada para viajar hasta un pueblo remoto para observar a Anna O'Donnell, una niña de 11 años que, a pesar de no haber comido desde hace semanas, sigue milagrosamente viva y en buen estado. Los turistas y peregrinos se reúnen para contemplar un misterio que responde a dos únicas posibilidades: un milagro que "sobrevive con el maná del cielo" o una verdad mucho más siniestra.
Según Lelio, la protagonista de El prodigio es “una racionalista que cree que va a desenmascarar el engaño en 10 minutos”. Esa respuesta inmediata no llega, así que la enfermera conecta y se obsesiona con la niña. “Hay una especie de sororidad entre ellas a pesar de todas las distancias”. La más importante es que la razón por la que Lib Wright está en ese alejado pueblo irlandés es para vigilar a la niña.
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“Para mí el corazón de la historia es la tensión entre la ciencia y el fanatismo”, explica a SERIES & MÁS. En una película donde la fe es tan importante, Lelio se atreve a jugar con un concepto con múltiples acepciones en el polarizado mundo actual. “El fanático es aquel que ha encontrado una verdad y actúa a partir de ahí. Prefiere torcer la realidad para que se adapte a su lectura”.
El personaje que interpreta Florence Pugh representa el método científico en la ficción. “Funciona al revés. En el corazón de Lib está la pregunta y la duda. A diferencia del fanatismo, ella es capaz de trascender su propio sistema, de su propio mapa y operar más allá de la razón. Eso me pareció que la hacía un gran personaje y, al mismo tiempo, una película mejor.
El director de Disobedience, una historia que ya hablaba de la fe desde la experiencia de dos mujeres judías ortodoxas, reconoce que lo que le interesaba personalmente era “hacer una película donde pudiéramos hablar también de la película como problema en materia de ficción hipnótica en la cual el espectador creerá. Me parece importante recordarle al espectador que está creyendo y utilizando el mismo mecanismo que los personajes están utilizando para creer en lo que sea que ellos creen”.
El prodigio le hace una pregunta al espectador tan simple como trascendental: ¿en qué crees tú? Por ello la adaptación de la novela de Donoghue juega con un original recurso que rompe con la cuarta pared y que descolocará a los usuarios que se acerquen a este sugerente drama de época, disponible desde hoy en Netflix.
Lelio aprovechó el extenso trabajo de investigación que había hecho anteriormente Donoghue, irlandesa como la propia ambientación de la película. “Emma venía de hacer La habitación, así que estaba muy abierta a encontrar las soluciones que me permitieran hacer la película que yo sentía que había que hacer”. Según el director fue “un proceso largo, pero muy orgánico”. El director y guionista se deshace en elogios para sus colaboradoras. “Ha sido interesante trabajar con dos mujeres en esta historia sobre dos mujeres”.
Desde el éxito de Gloria en 2013, el chileno se ha pasado los últimos diez años contando historias de mujeres, aunque claramente no se siente demasiado a gusto con esa etiqueta. “Realmente me cuesta responder cuando me preguntan por eso, porque no es algo que surge de forma calculada”, insiste. Todo cambió para el director cuando decidió contar la historia de “una mujer de mediana edad que no merecía estar en el centro según el estándar de esos años”. Lo que en cualquier otra película hubiera sido un personaje secundario, en manos de Lelio se transformó en un protagonista absoluto que le dio a Paulina García el premio de interpretación en el Festival de Berlín.
“Me siento desafiado y honrado de hacer estos retratos, ojalá tridimensionales o multidimensionales, con sus luces y sombras, de estos personajes que operan en la tensión entre la libertad individual y el mandato de la comunidad y que están dispuestos a pagar el precio por ejercer su libertad a pesar de lo que se diga”, confiesa el director de 48 años cuando intenta explicar por qué decidió contar la historia de una mujer de la que el mundo se ha olvidado pasado los 50, una mujer trans que ansía la libertad o dos mujeres judías ortodoxas que ansían escapar a los límites que les impone su comunidad.
“Soy un privilegiado por poder seguir contando estas historias, aunque no solo busque hablar de mujeres. Lo ideal es que también haya más directoras contando historias de mujeres y que se expanda el asunto en vez de que se restrinja”.
Soy un privilegiado por poder seguir contando estas historias, aunque no solo busque hablar de mujeres. Lo ideal es que también haya más directoras contando historias de mujeres y que se expanda el asunto en vez de que se restrinja
Florence Pugh no se pensó durante demasiado tiempo la oferta de Lelio, un director especializado en crear personajes irresistibles para las mujeres. “Le gustó mucho el guion y dijo que sí rápidamente. Fue uno de esos momentos donde dices: ‘¡eureka!’”, recuerda el chileno. Contar con una de las actrices más solicitadas del momento en Hollywood, nominada al Oscar por Mujercitas y una de las promesas de la nueva generación del Universo Cinematográfico de Marvel, elimina cualquier rastro de duda sobre el proyecto. “Eso significaba que teníamos una película”, no solo por la financiación, sino por todo lo que implicaba y exigía el personaje de Lib Wright.
Según el director, Miss Flo, el apodo que le puso Olivia Wilde durante la controvertida producción de No te preocupes querida, “te da la sensación de que ya lo ha hecho todo y que ya está de vuelta a pesar de su juventud”. Pugh estrenará en 2023 Oppenheimer la secuela de Dune a las órdenes de Christopher Nolan y Denis Villeneuve. “Tiene un talante, una autoridad y una integridad que aparece de una manera muy natural”, destaca Lelio de una actriz que fue descubierta por la industria en 2016 al protagonizar la intrigante Lady Macbeth, presentada a concurso en San Sebastián. Ese año la británica visitó la ciudad donostiarra, pero en 2022 no pudo hacerlo por estar rodando la superproducción de fantasía en Budapest.
Para Lelio era fundamental contar con una gran actriz porque “El prodigio es precisamente una película en la que el espectador está invitado a acompañarla y hacer el viaje con su personaje”. Dicho y hecho. Pugh llegó al set con los deberes hechos y a partir de ahí el trabajo entre director e intérprete “fue un proceso de construir de ahí hacia arriba, buscando las sutilezas del personaje y de la historia”. La reacción de la crítica ya ha colocado su trabajo en esta película como una de las mejores interpretaciones de una actriz que, a pesar de tener apenas 26 años, está en un momento extraordinario de su carrera.
La vida del director chileno cambió para siempre después de ganar el Oscar con Una mujer fantástica, una película que le abrió las puertas de Hollywood gracias a su humanista y pionero retrato de la experiencia de una mujer trans que sueña con vivir una vida normal. A partir de ahí llegaron Gloria Bell, una reinterpretación de la propia Gloria que salió adelante después de que Julianne Moore quedara prendada del vehículo de lucimiento de Paulina García, y Disobedience, otra historia de mujeres que ansían la libertad que le permitió la oportunidad de trabajar con Rachel Weisz y Rachel McAdams.
La última estrella en declarar su obsesión con la mirada de Lelio fue Scarlett Johansson, aunque su colaboración todavía no es oficial. “No sé cuál es el próximo proyecto que voy a hacer, pero por lo menos parece que no me va a faltar trabajo”, celebra un director que insiste en que quiere seguir rodando en español y en Chile. “Me gusta la idea de ir y venir. He tenido mucha suerte. Poder escoger lo que uno quiere hacer es una posición muy afortunada. Yo lo único que le pedía al universo es poder seguir filmando”. Deseo cumplido.