'Modelo 77', el thriller que ha conquistado San Sebastián: "Nos vendieron algo idílico con la Transición"
Hablamos con el director Alberto Rodríguez, el guionista Rafael Cobos y los actores Miguel Herrán y Javier Gutiérrez sobre una de las películas españolas del año.
17 septiembre, 2022 02:52La edición número 70 del Festival de San Sebastián ha empezado por todo lo alto gracias a una de las películas de inauguración mejor recibidas que se recuerdan. La española Modelo 77, una trepidente historia basada en hechos reales, es una nueva muestra de la maestría del director Alberto Rodríguez y el guionista Alberto Cobos a la hora de crear poderosos thriller en los que lo comercial y lo político conviven en armonía. La película, protagonizada por Miguel Herrán y Javier Gutiérrez, sigue así la senda iniciada por películas como La isla mínima, Grupo 7 y El hombre de las mil caras.
La primera vez que Alberto y Cobos pensaron en hacer una película sobre la cárcel más famosa de Barcelona se remonta a 2005. Se cruzaron varios proyectos y la prisión no se cerró hasta hace cinco años. “Nos dijeron varias veces: este año se cierra seguro, y no se cerraba nunca”, ríe el director. “Desde el momento en el que empezamos a trabajar en él, teníamos muy claro que queríamos hacer y cómo. Hemos tenido muy presente esta película durante años. Solo esperábamos la oportunidad de hacerla”.
Cobos descubrió un libro en el que se hablaba de la fuga de 45 presos en 1978 y despertó el interés de Rodríguez rápidamente. “Cuando conocimos la existencia de COPEL, un sindicato de presos autodenominados sociales, inmediatamente descartamos la posibilidad de limitarnos a hacer una película sobre una fuga y nos centramos en la historia de ellos”.
Así empezó la historia de Manuel, un joven contable, encarcelado y pendiente de juicio por cometer un desfalco que se enfrenta a una posible pena de entre 10 y 20 años, un castigo desproporcionado para la cuantía de su delito. Al poco de entrar en prisión, se une a un grupo de presos comunes que se está organizando para exigir una amnistía. Dentro de los muros de la cárcel se inicia una guerra por la libertad que hará tambalearse al sistema penitenciario español y que acaba atrayendo el interés de Pino, el particular compañero de celda de Manuel que cree que la revuelta no va con él. Hasta que las reglas del juego cambian: si las cosas están cambiando fuera, dentro también tendrán que hacerlo.
Detrás de un trepidante thriller, late la historia de un país que se inventó una transición que nunca existió de verdad. Según Cobos, “nos vendieron algo idílico, algo fantástico, algo determinante en lo que nos acabamos convirtiendo como país. Con el paso del tiempo hemos descubierto que la transición ni fue tan idílica ni tan generalizada”. Para el guionista, la cárcel se convitió en un “un evento representativo de que la transición no había llegado a todos los sectores de la sociedad”.
[Con la transición] nos vendieron algo idílico, algo fantástico, algo determinante en lo que nos acabamos convirtiendo como país.
Rafael Cobos, guionista de 'Modelo 77'
“Lo que pasó en España no fue una transición en un sentido rupturista”, continúa el guionista, “sino que fue algo muy continuista basadao en el hecho de que el sistema judicial era el mismo que había sostenido una dictadura durante 40 años”. Habían encontrado la forma perfecta de abordar la historia de la Modelo. Por necesidades narrativas se quedaron fuera otras historias memorables que descubrieron durante la fase de documentación, como la fuga del director teatral Boadella (líder de una compañía teatral que había acabado en la cárcel por representar una obra) o del ladrón de bancos que fingía ser independentista catalán con la esperanza de ser liberado como preso político.
El director y el actor no se muestran demasiado cómodos cuando se les pregunta por uno de los momentos más memorables de la película, cuando el preso interpretado por Miguel Herrán proclama que “este país es para los hijos de los dueños”. Cobos, autor de la frase, contextualiza el poderoso momento: “Hay muchas cosas que no han cambiado, desde luego. La frase tiene que ver más con ese pacto al que llegó la sociedad: algunas cosas que se van a cerrar en falso, que es lo que pasa cuando una de las partes tiene mucho que perder”.
Miguel Herrán sabe lo que es vivir a los dos lados del privilegio. Durante años fue víctima de la falta de oportunidades, hasta que Daniel Guzmán cambió su vida el día que le ofreció ser el protagonista de A cambio de nada tras encontrárselo casualmente por Málaga. “Vivimos en una sociedad tremendamente injusta”, critica el actor de La casa de papel.
“Aunque me considero optimista en el avance de la sociedad, veo gente muy cercana a mí pasando hambre y pasándolo mal, que tienen que elegir según qué meses, si fuma o si come”, explica antes de reconocer que, “efectivamente, yo he vivido en las dos partes y no me termino de encontrar cómodo en ninguna, creo que tenemos la capacidad de gestionarlo mejor y no lo hacemos por puro egoísmo”.
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Una de las parejas profesionales mejor avenidas del audiovisual español han hecho carrera a partir de una ejemplar combinación entre thriller comercial y la sutil denuncia política de la España de ayer y hoy. “A mí me parece que hacer cine político hoy en día es muy difícil”, admite Rodríguez. “Es casi una heroicidad. De todas formas nosotros siempre intentamos entretener y que el público se divierta. Todo lo demás debe ser una lectura subterránea, aunque es una combinación difícil”. Su guionista completa el punto de vista sobre la fina línea de separación entre ambos elementos. “Nosotros a veces utilizamos el entretenimiento para que el pensamiento pese más y a veces el pensamiento para que el entretenimiento luzca más. Creo que hay una relación muy, muy interesante entre el mecanismo que se utiliza y lo que hay detrás”.
A pesar de la tendencia de contar con actores sin formación previa antes de ponerse delante de cámara por primera vez (como Juan José Ballesta y Jesús Carroza, los protagonistas de 7 vírgenes), el director explica que en el caso de Miguel Herrán fue algo completamente casual y atribuye su fichaje a las recomendaciones de Yolanda Serrano y Eva Leira, las directoras de casting de muchas de las películas y series más populares y premiadas en España. “Hicieron unas cuantas pruebas y me propusieron desde el primer momento que Miguel fuera el protagonista. Me pareció que estaba muy bien e hicimos una entrevista muy larga hasta que dije: sí, este chaval va a entender la película perfectamente y puede hacerla”, explica.
La relación entre el director y su protagonista empezó con una crisis cuando Herrán apareció semanas antes del rodaje con un estado físico impropio de un preso de los años 70. “Todo empezó como una batalla brutal por el tema de mi peso y de mi musculatura”, admite Herrán. “En tres o cuatro días se colocó todo y decidimos confiar el uno en el otro. Creo que a nivel profesional de las mejores experiencias de mi vida junto a A cambio de nada. Alberto me ha devuelto el placer de ir a trabajar”.
Que Rodríguez esperara durante años para poder rodar en la verdadera Modelo tuvo sus recompensas para la producción. “Desde el punto de vista profesional es algo maravilloso”, reconoce Javier Gutiérrez, un actor que vio como su carrera en cine despegaba a la estratosfera gracias a otra colaboración con Rodríguez y Cobos, La isla mínima. “No te puede pasar nada mejor que rodar en el mismo lugar donde acontecieron los hechos, sobre todo, cuando se trata de un lugar tan icónico como este. Te pone en otro lugar. Una cosa es verlo leer, documentarse sobre el espacio, sobre el lugar, sobre los hechos que ocurrieron ahí, y otra cosa es vivirlo y sentirlo físicamente. Como actores dimos un paso adelante el día que pisamos la Modelo y nos pusimos a trabajar ahí”.
Completan el reparto protagonista Jesús Carroza, actor fetiche de Alberto Rodríguez desde que le descubriera en 7 vírgenes, y Fernando Tejero en un registro totalmente diferente a la comedia que le ha hecho famoso en toda España. El ganador de un Goya por Días de fútbol interpreta a un preso con doble vida (está casado con una mujer, pero abusa de hombres jóvenes en la cárcel) que, en realidad, prefiere estar dentro que fuera de prisión. “Es lamentable que en este país se encasilla a los actores de comedia. Vas a ver a un director de casting o a un productor y te preguntan si tú sabes hacer drama. Es como para decir perdona, yo me preparo para mi profesión, prepárate tú también para la tuya".
Aunque el guion de Modelo 77 diseñó su historia y personajes a partir de una amalgama de anécdotas y personas reales, los actores tuvieron referencias para crear a Manuel y Pino. “Nunca he podido hablar con él”, lamenta Herrán. “Nadie sabe dónde está, se cree que está vivo todavía por alguna parte de Latinoamérica”. El andaluz confío en las arduas labores de investigación de su compañero de reparto y se fijó en un particular detalle para hacer suyo a Manuel. “Lo que más he trabajado ha sido el tema de vestir, de querer mucho la ropa. Mi personaje era muy cuidado, muy limpio y yo no lo soy nada”, explicante ante el estupor cómplice de Gutiérrez. “Yo soy de pueblo, de calle, a mí me das una camiseta de lo que sea y con eso tiro tres semanas. Luego adelgacé, claro, pero el resto me lo dieron ya dado. Alberto lo tiene todo tan atado y sabe tan a la perfección qué es lo que quiere, que solamente tienes que confiar”.
El actor de El autor cuenta cómo esta película es una de las pocas veces que ha trabajado desde fuera hacia dentro. “Nos basamos en una fotografía de un tipo que ya no vive, que era un estafador, y en una biografía de otro preso que relataba cómo serían las cárceles de aquella época, en los años 60 y 70”. El viaje de su personaje, Pino, se concentra en lo político. Tras pasar la mitad de su vida encerrado entre cuatro parades, se da cuenta de que evitar su realidad no solo juega en su contra.
Gutiérrez se muestra pesimista ante el rumbo que ha tomado España en los 45 años que han pasado desde el detonate de Modelo 77. “Creo que la llegada de las nuevas tecnologías o de las redes nos ha conseguido anestesiar como sociedad. Han conseguido que nuestra sociedad sea mucho más individualista, más egoísta. Me provoca cierta envidia este movimiento que podían llegar a conseguir los presos en las cárceles españolas de aquella época. Gente sin oficio ni beneficio, en muchos casos, conseguían poner de rodillas al sistema penitenciario y político de este país”.