"Antes hacía películas más divertidas, ahora hice una más seria". Vestido de negro y manga larga con unos soporíferos 38 grados centígrados madrileños, Gaspar Noé (Buenos Aires, 1963) intenta reducir la temperatura de su café doble con una cucharilla de té. La mueve con cierta rapidez mientras analiza el estreno de Vórtex en Filmin -tras ganar el premio de la sección Zabaltegi en el pasado Festival de San Sebastián-. Un relato sobre la vejez, la enfermedad, la demencia y el miedo a la soledad. Su particular, y delicado, enfoque sobre la muerte "nace de haber vivido situaciones similares de cerca", comenta el director a EL ESPAÑOL. "La película no es autobiográfica, pero he visto a mi madre perder la cabeza". "Son películas de terror cotidiano", añade.
Noé demuestra ser una figura apasionada, no sólo con el cine, pues anticipa su respuesta antes de que termine la pregunta. "La concebí como una cinta de terror psicológico", explica sobre Vórtex. Cuenta que quería titularla 'Demencia', pero terminó descartando esa opción porque iba a ser un clon de la Suspiria (1977) de Dario Argento, que se corona con su primera actuación de la mano del irreverente director y de Françoise Lebrun. "Me encantan las películas en las que el suspense es generado por problemas de la vida", apostilla.
Con una pantalla partida en dos, recurso que ya empleó en Lux Aeterna (2020), el director se ensaña con la desdicha del tiempo. Ni el dinero, ni tan siquiera el amor, son fuerzas motoras capaces de lidiar con "la inutilidad del cerebro humano". "La enfermedad y la muerte me parecen cosas tan naturales como la comida o el deporte", enuncia cómico. Noé vuelca algunos de sus miedos después de sobrevivir a un derrame cerebral en 2020. "Me gustó salir indemne", pero había un alto porcentaje de "acabar muerto o con un accidente que dañase mi lenguaje".
El director afirma que la guerra no es lo que más preocupa al ser humano, sino "la vejez" y el paso del tiempo ralentizado por una enfermedad como la demencia. "Es un tema que asusta a todos", afirma. Denuncia que, en muchas familias con Alzhéimer, la patología "es un secreto que llevan como una cruz y que no hay que mostrar". "No entiendo por qué la gente se avergüenza de decir que se tiene que ocupar de su madre o su padre todos los días".
Para más inri, la pandemia de la Covid ha puesto a la salud en el altar de preocupaciones. "Estuve en muchos entierros y vi a seres amados morir delante de mis ojos", explica. De la defunción se suele decir poco, más bien nada. La única conversación permitida engloba al carácter irlandes de despedida, centrado en la celebración y no en la penumbra. "Fueron dos años en los que me sentí rodeado de la enfermedad y la muerte en su forma más natural", indica.
"En los últimos dos años he estado en muchos entierros y he visto a seres amados morir delante de mis ojos"
La delicadeza reaccionaria
"He estado haciendo películas sobre gente joven a la que le gusta divertirse, drogarse y follar". La fachada polémica y provocadora de Gaspar Noé es vox pópuli. El propio director es consciente de que un plano secuencia de diez minutos sobre una violación, como la que muestra en Irreversible, no tendría cabida en el cine actual. En Love decidió decantarse por una eyaculación en 3D, como un dinosaurio de Parque Jurásico que busca espantar a la audiencia. Ahora, centra su irreverencia en la crudeza de hacerse mayor.
"Mi padre, que ha visto mis películas, me dijo que Vórtex es apta para todos los públicos, pero es la más violenta de todas", analiza. "Tengo amigos que me llamaron a los cuatro días de verla llorando”, relata sobre las reacciones al filme. "Todas mis películas son delicadas, pero esta muestra una parte más aceptable".
"Mi padre, que ha visto mis películas, me dijo que 'Vórtex' es apta para todos los públicos, pero es la más violenta de todas"
Noé explica que quiso que los actores tuvieran nociones sobre la demencia para que la naturalidad marcase el filme. "Me han dicho que parece un documental y no una cinta actuada". El director francoargentino vuelve a explotar el recurso de la interpretación libre y de la improvisación con un guion de apenas diez páginas que fue cogiendo forma en el rodaje.
Con Dario Argento, director de clásicos que han alimentado su subconsciente cinematográfico, Noé consiguió una sinergia completa. "Supe que era ultra carismático, sin ser actor es una rockstar", elude emocionado. "Fue como trabajar con un amigo, lo conozco desde hace 30 años".
Cannes, su segunda casa
Además de haber nadado en la controversia, Gaspar Noé sigue mostrando su fachada más canalla a la hora de hablar del devenir de la industria y de sus compañeros de profesión. Responde 'no' a la pregunta de si se considera un genio del cine -con una risa cómplice que quizá esconde una respuesta opuesta-, pero afirma ser "menos malo que los otros". "No soporto a los directores que dan lecciones de política, la mayor parte son 'burguesitos' con cámaras que empiezan a explicarle la vida a los otros", responde tajante.
No cree "ni en el bien ni el mal", pese a que sus películas muestran un claro afán radicalizado de lo segundo, y muestra su devoción por Cannes, "mi segunda casa" y el certamen que "ha dado vida a todos mis niños". "Hay muchos festivales, pero de lejos es el que más me divierte".
"Soy muy fóbico con el cine, hay pocas películas que me gustan durante el año". Afirma pasar más tiempo revisionando los clásicos de los años 50, 60 o 70, pero "en Cannes siempre hay cinco o seis películas nuevas que me encantan". Precisamente, destaca la última Palma de Oro, Triangle of sadness de Ruben Östlund.
"Soy muy fóbico con el cine, hay pocas películas que me gustan durante el año"
Sobre el cine español, Madres paralelas ha sido la última ficción nacional que ha podido ver -y en la que ha encontrado "el mejor beso desde hace años en el cine"- y admite estar "obsesionado" con la filmografía de Eloy de la Iglesia. "Me faltan una o dos películas, pero logré encontrar todas de manera legal". "O ilegal", apostilla entre risas.
Aunque en Vórtex no tenga presente el futuro, Noé pide "películas más audaces y más raras". "Que la gente reinvente un poco el lenguaje", denuncia.
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