En el cine español el riesgo cada vez escasea más. Con una taquilla cada vez más cuesta arriba y con las plataformas y las cadenas privadas buscando el éxito a corto plazo, cineastas como Manuel Martín Cuenca son cada día más difíciles de encontrar. Una especie en extinción que no da todo masticado al espectador. Sus películas siguen sus propios ritmos internos, y nos lo que marca una industria que consume con ansiedad.
Lo demuestra ahora en su nuevo filme La hija, que ya se puede ver en salas de cine y en la que vuelve a contar como protagonista con Javier Gutiérrez, que ya entregó una de sus grandes interpretaciones en El autor, y que aquí repite con este thriller con aires de western sobre una pareja que obsesionados con la paternidad deciden acoger a una joven embarazada en su casa de la sierra. Ella tendrá al hijo, se lo entregará, y a cambio la ayudarán a escapar del centro de menores donde está internada. Una película sobre relaciones de poder enfermizas con el debate sobre la paternidad de fondo, y otra película en la que Gutiérrez demuestra que es uno de los grandes actores de nuestro cine.
Vuelves a trabajar con Manuel Martín Cuenca, no sé si se ha convertido en uno de esos directores que cuando te dicen ven...
Lo dejo todo. Sí, porque es una rara avis en nuestro cine. Es un tipo que le da muchísima importancia al proceso creativo. Hace un cine de forma muy artesanal. Cuida con una sensibilidad extrema no solo la historia, sino también a sus personajes, y por ende a sus actores y a su equipo. Es una especie en extinción, por desgracia, en este momento postpandémico en el que nos han abocado a disfrutar del cine y de las series en casa a través de las plataformas, que está muy bien por un lado, pero por otro lado yo mantengo el espíritu romántico de asistir a las salas de cine y vivir la experiencia en la sala oscura y con una pantalla en condiciones, y mucho más cuando viene de un cine como este, que cuenta las historias que cuenta, tan pegadas a la realidad y al mundo que nos rodea.
Has mencionado el cuidado a ese proceso creativo. No sé si crees que es el signo de los tiempos esa rapidez tanto en la producción como en el consumo. Esa ansiedad.
Y esta película tiene que ver con eso, con el tempo que se toma para contar todo, desde el mínimo detalle a un gesto. En las películas, la cocina donde se elabora el trabajo es el montaje, y Manuel vuelve a reescribir la película, y de qué manera. Él no deja de pensar en ella, en contar la historia desde el mejor lugar posible. Había mucho material rodado de antes de llegar a la casa, y él finalmente decidió que lo importante era entrar cuanto antes en la casa, encerrar a los personajes y vivir esa lucha encarnizada disfrazada de thriller, de terror, casi de wéstern.
Cuando hablas con Manuel te das cuenta de lo mucho que sabe de cine, pero siempre habla desde una posición de humildad.
Es humilde, es humano, es inteligentísimo, es sensible… es jugón. A pesar de que su cine posee una hondura, y para muchos una densidad a veces desasosegante, él es un niño pequeño, disfruta mucho rodando y hace que disfrute el equipo. Pocas veces yo me he enfrentado a un trabajo en el que vaya con tanta alegría a trabajar, porque cada día el rodaje era algo inesperado. Para él, el guion es un mapa, y dice que no sabe dónde le va a llevar la historia. Lo decía antes Patricia (López Arnáiz, su compañera de reparto), con él pisas terreno resbaladizo, porque no tienes asideros, no tienes certezas, no sabes qué espera de la secuencia, y en ese sentido te hace estar muy alerta y te invita a que juegues y a que te equivoques, y en ese sentido la responsabilidad la dejas al lado y a veces no sabes ni lo que estás haciendo, pero bienvenido sea como actor ese no saber.
Creo que vemos tanto, estamos tan sobreexpuestos y tenemos tanto visionado encima, que llega un momento en que estamos saturadísimos
¿Cómo actor ‘te pone’ no saber dónde pisas?
Por supuesto, porque en otros trabajos se tiende al resultado y en las películas de Martín Cuenca nunca sabes cuál va a ser el resultado, porque todo es muy inesperado, y en se sentido como actor siempre te tiene alerta, y eso es muy enriquecedor.
Qué sentiste cuando leíste un guion tan seco, que es como un puñetazo.
Me impactó muchísimo, me noqueó, y por supuesto lo primero que me vino a la cabeza fue querer estar en este proyecto. Creo que es una película muy necesaria en nuestro cine, en esta temporada de estrenos en la que hay películas muy interesantes, con grandes directores y ditectoras, y no podía faltar Martín Cuenca. Creo que La hija es una de las mejores películas de la temporada, y si me apuras es su mejor película.
Es una película con muchas capas, que aborda temas de actualidad, y una es ese debate sobre si ser padre es un derecho.
Hay mucha presión social, y sobre todo hacia las mujeres, por ser madres, por formar una familia, y eso pertenece al pasado. Han cambiado las tornas. La pareja de la película tiene un deseo irrefrenable por ser padres, y hay una intrahistoria, una mochila vital que no se cuenta y se intuye y que a veces tr hace estar a su lado, y creo que eso invita al debate y a la reflexión cuando acaba la película. Quiénes son los buenos o los malos, porque como espectadores y como sociedad necesitamos certezas, pero esta película deja muchos interrogantes.
En el cine al final queremos que nos den la razón en vez de que nos cuestionemos cosas.
Esta película te hace preguntarte cosas, y eso es lo interesante en el cine. Creo que vemos tanto, estamos tan sobreexpuestos y tenemos tanto visionado encima, que llega un momento en que estamos saturadísimos. A mí, películas como esta me reconcilian con el buen cine, o con el cine que me interesa, que es de digestión mas reposada y que a la larga sienta mucho mejor.
La taquilla no está acompañando a este tipo de cine, ¿cómo se vive estrenar una película como La hija ahora mismo?
Con mucho desasosiego. Es frustrante. Creo que la pandemia ha traído algo que no ayuda a las salas, que es consumir cine en casa. Gracias a las plataformas, que también están bien, se ha perdido ese espíritu romántico de ir al cine, y pelis como esta es necesario paladearlas en una sala oscura. Ojalá que no estemos abocados a la desaparición de este tipo de cine, peor es cierto que cada vez cuesta mucho más levantar un proyecto como este de Martín Cuenca, que para mí es una rara avis dentro de nuestro cine.