M. Night Shyamalan: “El covid nos hizo despertar por un momento, pero volvemos a ser zombies”
El director de 'El sexto sentido' y 'El protegido' regresa con un misterioso filme sobre una isla donde el tiempo pasa demasiado rápido.
26 julio, 2021 03:09Noticias relacionadas
Vivimos obsesionados con el tiempo. O estamos pensando todo el rato en el pasado o intentando detener la llegada del futuro. Nos negamos a envejecer, a aceptar que estamos condenados a morir. El ser humano lucha contra lo inevitable. Y lo hace con todo lo que encuentra a su paso. Desde la ciencia, que investiga cualquier forma de evitar que nos veamos viejos. Nos operamos para vivir anclados en un tiempo que ya no nos corresponde. También las redes sociales han contribuido a crear esa suspensión temporal. Gente que tiene en su foto de Twitter una imagen de hace 15 años, cuando todavía tenía pelo y pesaba 15 kilos menos.
De alguna forma el cine de M. Night Shyamalan siempre ha estado vinculado a esa relación malsana del ser humano con el tiempo. Una persona que se niega a aceptar su muerte y se queda estancado en un presente que no existe; o una familia que salva a la humanidad de una invasión alienígena aceptando que todo está planeado en una línea temporal marcada y en la que cualquier detalle cuenta.
Es ahora cuando aborda el tema del tiempo de una forma frontal, tanto que así se llama su nueva película, Tiempo -que llega a las sales este viernes 30 de julio-, un thriller que adapta la novela gráfica Sandcastle -de Pierre Oscar Levy y Frederik Peeters- sobre una misteriosa isla en la que el tiempo sigue su propio curso. Una serie de turistas se verán encerrados en una playa donde empiezan a envejecer de forma prematura. Un día allí equivale a una vida entera. Esto le sirve al director para reflexionar sobre lo mal que nos llevamos con el tiempo y con la vejez, y para mostrar su talento y su forma de construir tensión en escenas que mejor no desvelar.
La novela llegó a sus manos casi por casualidad, aunque para él seguro que fue una llamada del destino. “Me la regalaron mis hijas por el día del padre y es un detalle que me llegó al corazón. Lo encontraron en una tienda de cómics y me parece mágico que eligieran algo como esta obra que conectó conmigo de una forma tan grande”, cuenta el director a EL ESPAÑOL. En cuanto lo leyó supo que había material para una película, pero no vale sólo con tener una buena idea. Shyamalan busca el corazón de los protagonistas, que haya un núcleo emocional para no quedarse en la anécdota.
“Cuando me nace una idea para una película no basta con que la premisa me parezca interesante, tengo que visualizar cómo va a ser el viaje, y en esta tenía claro que ese viaje lo vi claramente, que podía ser provocadora, divertida e inteligente, pero además me tocaba mucho lo que había dentro de la película. Me interesan las ramificaciones de los personajes. Por ejemplo, si me interesa una película sobre el fin del mundo, o sobre una invasión alienígena, pienso en que haría una familia para salvarse los unos a los otros, y eso es lo que me parece realmente interesante”, explica sobre su cine.
Tenemos una relación muy disfuncional con el tiempo. Creo que en la historia nunca hemos tenido una relación tan disfuncional con el tiempo, por culpa de nuestros teléfonos e internet
Con Tiempo, que protagonizan Gael García Bernal y Vicky Krieps, habla directamente de esa dependencia que tenemos del mismo. “Tenemos una relación muy disfuncional con el tiempo. Creo que en la historia de la humanidad nunca hemos tenido una relación tan disfuncional con el tiempo, por culpa de nuestros teléfonos, ordenadores e internet. Estamos a merced de las máquinas en este momento y tenemos una relación con ellas que no es sana. Creo que la pandemia nos hizo darnos cuenta por un momento de todo esto, pero creo que volveremos atrás y seremos zombies de nuevo, pero durante un momento despertamos de Matrix durante un segundo”, añade.
Le preocupa que “no vivamos en el presente” y se acuerda de cómo sus padres tenían otra concepción del tiempo que les hacía valorar más las cosas. “Me acuerdo cuando mi padre y mi madre hablaban de cuando llegaron a América, y cómo llamaban a sus hermanos y a lo mejor tenían que esperar días para que les volvieran a llamar y cómo de emocionante era oír la voz de sus familiares, escuchar su respiración , cómo esa conversación estaba en tu cabeza durante semanas, y ahora eso se ha perdido y ya nada nos impresiona”, zanja.