Todo el mundo habla de ella. Hasta hace unas semanas sólo unos pocos cinéfilos conocían el nombre de Julia Ducournau, y ahora es la mujer más buscada de la industria tras ganar la Palma de Oro en Cannes con tan sólo 37 años. Su victoria con la imponente Titane es histórica. Lo es porque es la segunda mujer que logra la victoria en el festival más importante del mundo tras la de Jane Campion. Pero es la primera que la gana en solitario. Cuando Campión triunfó con El piano en 1993, la norma permitía una victoria compartida -ahora los ex aequo no se pueden dar en la Palma de Oro- y tuvo que dividir la gloria con Chen Kaige por Adiós a mi concubina.
La victoria es histórica también por su edad. Una recién llegada al cine que con su segunda obra arrasa y conquista a todos. Además, con una película de género radical, salvaje y espectacular. Cuando Spike Lee, que hizo spoiler de su victoria en la gala en un error garrafal a lo La La Land, explicó su victoria en la rueda de prensa del jurado que presidía, tiró de ironía para explicar que nunca había visto un filme así: “Es la primera vez que veo una película en la que un cadillac deja embarazada a una mujer. Quiero saber que Cadillac era”.
Titane se parece al cine de Cronenberg, especialmente a esa Crash que no pudo vencer en Cannes hace 25 años porque, según dicen, Francis Ford Coppola se opuso radicalmente. La propia autora fue preguntada por aquel filme en la rueda de prensa de presentación del filme y dijo que no creía “que estuviera a la altura, pero me alegra de que hagáis esa comparación”.
Este jurado ha abrazado el riesgo de un filme con una primera media hora violenta, que en el fondo recoge mucho más. "En el fondo todo lo que quería hacer con Titane era una historia de amor, eso es lo que significa para mí y en lo que pensaba durante la escritura", decía tras dejar a toda la prensa con la cabeza del revés. Conviene desvelar poco del filme, aunque será difícil que la gente llegue virgen a su estreno el 8 de octubre, lo que sí se puede decir es que esta historia sobre la huida de una mujer que adopta la identidad de un joven desaparecido tras una serie de asesinatos es también una reflexión sobre el género como constructo social.
"Mi intención es que la gente entienda que la cuestión del género es irrelevante. La identidad es totalmente algo que cada uno construye. Alexa no se transforma porque quiera; sino por necesidad, para evitar ser perseguida por la policía. Sin embargo, en un punto de la película ella quiere ser esa persona. Eso es lo importante. Porque ahí es cuando el público tiene que aceptar eso, y el amor entre ellos. La idea es desnudar esos arquetipos y mostrar cómo son para luego destruirlos", corroboraba la directora.
Sé que mi película no es perfecta, se podría decir que es monstruosa. Agradezco al jurado la necesidad de un mundo más inclusivo. Gracias por dejar entrar los monstruos
Para los que no la siguieran, Julia Ducournau ya había destacado con su primer filme, Crudo, una película en la que contaba los cambios de una chica en la adolescencia mezclado con su descubrimiento de una pulsión por la carne humana. Un debut que también descolocó y que hizo que Hollywood pusiera sus ojos en ella. De momento no ha cedido, aunque sí ha dirigido un par de episodios de la serie Servant, producida por M. Night Shyamalan, uno de sus mayores fans. De hecho, en una entrevista en la edición francesa de la revista Sofilm, ella reconoce que el director de El sexto sentido se ofreció a producirle lo que quisiera.
No se sintió preparada y se quedó en Francia para seguir con Titane. Tanto en Crudo como aquí lo que hay una reflexión sobre el cuerpo y sobre el dolor. Y puede que tenga sentido, ya que Ducournau es hija de médicos -su padre es dermatólogo y su madre es ginecóloga- y en la presentación de su ópera prima explicó que “desde muy pequeña, he oído a mis padres hablar de medicina, sin tabú. Era su día a día. Husmeaba en sus libros". "La muerte y la descomposición son normales", dijo entonces.
Ese contacto con lo físico, con el dolor y con los cuerpos marcaría los inicios de la carrera de esta joven parisina que tiene un doble diploma de letras modernas e inglés, pero que se enamoró del cine y acabó estudiando guion en 2004. "La experiencia del cuerpo es lo que une a todos. Somos vulnerables por eso trabajamos con el cuerpo, es como un cordón umbilical, ahora hablo del dolor", decía hace pocos días en Cannes y todo cobraba sentido.
El canibalismo de Crudo como metáfora del cambio de cuerpo de la adolescencia, el cuerpo dolorida en constante cambio de la maternidad… Una constante que de momento le obsesiona pero que no descarta abandonar en algún momento. De momento, tal como confesaba en la entrevista de la revista Sofilm, ya planea una película en inglés que mezclaría el mundo de Disneyland y del culturismo -de nuevo la fisicidad del cuerpo-. Pero ahora le van a salir muchos pretendientes.
Esperemos que esos pretendientes no acaben con su estilo único y, de momento, insobornable. Un estilo que renuncia a la perfección como dijo casi sin poder articular palabra cuando recogió la Palma de Oro: “Sé que mi película no es perfecta. Ninguna película lo es a ojos de su realizadora, se podría decir que la mía es monstruosa, incluso. Pero agradezco al jurado la necesidad visceral de un mundo más inclusivo y fluido. Gracias al jurado por dejar entrar los monstruos”.