Kirk Douglas, fallecido este miércoles a los 103 años, era la penúltima leyenda viva del esplendor del cine clásico de Hollywood. Tras su muerte, solo le sobrevive Olivia de Havilland como ejemplo de una época dorada que hace muchos años que desapareció.
Y pese a que De Havilland ganó dos Óscar a la mejor actriz —en 1946 por La vida íntima de Julia Norris y en 1949 por La heredera— frente a ninguno para Douglas —tan solo una estatuilla honorífica en 1996 después de tres nominaciones frustradas—, nadie pone en duda que el estrellato del protagonista de Espartaco fue mucho más brillante y duradero.
Retirado de la vida pública casi por completo desde hace muchos años, a Issur Danilovich Demsky (Nueva York, 1916) tan solo se le veía, y en contadas ocasiones, en compañía de sus hijos, especialmente del también actor Michael Douglas.
Con su despedida, se queda como única representante de aquella gloriosa época para el cine Olivia de Havilland —cumplirá 104 años el próximo 1 de julio—, que ha sobrevivido también a su hermana, Joan Fontaine, fallecida en diciembre de 2013 a los 96 años.
Las dos hermanas protagonizaron una fuerte rivalidad personal, aumentada si cabe cuando compitieron en 1941 por el Óscar a la mejor actriz, que consiguió la segunda por Sospecha frente a Havilland, que competía por Si no amaneciera. De Havilland se resarciría con sus dos premios de la Academia de Hollywood, pero el papel que más permanece en la memoria de los amantes del cine es el de la dulce Melania de Lo que el viento se llevó (1939).
Establecida desde hace tiempo en París, Olivia apareció en público por última vez en junio del 2006 para viajar a Hollywood, donde fue objeto de un homenaje.
Últimas leyendas
Y pese a que en su momento no pertenecieron al círculo más restringido de las grandes estrellas, hay otros actores a los que ahora, pasados los 80 años, se les respeta y admira, como es el caso de Doris Day, fallecida el año pasado a los 97 años, o Kim Novak (86).
De Doris Day se recuerdan sus películas y sus inolvidables escenas en pijama junto a Rock Hudson, pero la imagen por la que más se la recuerda es cantando ¿Qué será, será? con un inconfundible acento en español y desgañitándose para que su hijo secuestrado la escuchara en El hombre que sabía demasiado (1956), de Alfred Hitchcock.
La que más glamour conserva es Kim Novak, a la que Cannes dedicó un homenaje en 2014 que demostró que sigue siendo la rubia perfecta y elegante que conquistó a Hitchcock. Y aunque se retiró del ojo público en 1965, sigue en el recuerdo de los amantes del cine como la protagonista de títulos como Vértigo (1958), Picnic (1955) o El hombre del brazo de oro (1956).
Son los últimos nombres del periodo en el que Hollywood estaba dominado por los grandes estudios, que contrataban a las estrellas para varias películas, un sistema que desapareció definitivamente en los sesenta y con él se redujo el glamour y el estilo de las estrellas clásicas.
Luego llegarían otros grandes nombres de estrellas igualmente grandes, pero con un sabor menos clásico. Aunque aún hay varias en en activo y con ganas de seguir dando muestras de buen cine, como Sophia Loren, de 85 años; Robert Redford, de 83; Jane Fonda, de 82, o Dustin Hoffman, 82.