Era un año extraño para los Globos de Oro. La ausencia de ‘la película’ del año, Roma, en la categoría de Mejor filme dramático por las ridículas normas de la Asociación de la Prensa Extranjera, convertían el premio gordo de la noche en una lotería en la que un título tenía más papeletas que el resto. Ha nacido una estrella era la favorita. Las quinielas la ponían como ganadora, y a su pareja protagonista, Bradley Cooper y Lady Gaga, también. A eso se unía que su Shallow era un premio seguro como Mejor canción del año.
Si las predicciones se cumplían se encumbraría la ópera prima de Cooper y el enésimo remake de la misma historia en un lugar que, probablemente, no se merecía, pero que premiaba a uno de los fenómenos del año.
Pero la Asociación de Prensa extranjera tenía un destino cruel para el filme de Cooper y Lady Gaga, que comenzó con buen pie llevándose el galardón a Mejor canción, pero que vio como perdía uno tras otro el resto de premios. Primero fue el guion, algo que entraba dentro de lo esperado, pero luego llego la derrota de Gaga frente a Glenn Close, que emocionadísima daba el discurso más feminista y potente de la noche y una lección de elegancia y saber estar.
Lo más sorprendente llegaría pocos minutos después. Rami Malek, espectacular como Freddie Mercury, vencía a Cooper y ponía a la mesa de Ha nacido una estrella a pedir la hora al árbitro. Dicho y hecho, en el último minuto Bohemian Rhapsody, el filme sobre la banda Queen, se llevó el premio al Mejor drama del año por encima de Ha nacido una estrella, Black Panther, El blues de beale street e Infiltrado en el Klan.
La victoria del filme fue toda una campanada. Su sola presencia entre las finalistas al premio fue muy criticada, ya que la crítica había vapuleado al filme que viene firmado por Bryan Singer, aunque el realizador abandonó a mitad por diferencias con el equipo y principalmente con Malek. El éxito apabullante de la película en la taquilla, donde está haciendo historia y roza los 800 millones en todo el mundo, ha cambiado el destino de una película que parecía que no tenía ni una opción en los premios y que ahora habrá que tener en cuenta.
La absoluta sorpresa de todos los asistentes desvió el foco de atención, y ya nadie habló de otra cosa. Ni siquiera de la gran ganadora de la noche, Green Book, la comedia de Peter Farrelly que fue la más premiada de la noche con tres galardones: Mejor comedia, guion y actor secundario para Mahershala Ali.
La historia de amistad entre el pianista negro Don Shirley y su chófer en una serie de giras en la América de los años 60, en la que todavía no existía la integración del pueblo afroamericano, ha dado una de esas películas que Hollywood ama, algo que los Globos de Oro han confirmado. Esto la sitúa con mucha fuerza de cara a los próximos Oscar.
Será bonito ver cómo un director como Farrelly, autor de las comedias escatológicas de los 90 como Dos tontos muy tontos o Algo pasa con Mary se pasea como favorito en la temporada de premios y mira de tú a tú a autores como Yorgos Lanthimos o Alfonso Cuarón, el otro ganador de la noche.
El mexicano se llevó el premio más cantado de la noche, el de Mejor película de habla no inglesa, y también el de Mejor dirección por el filme que cuenta su infancia y su historia, pero también la de su país a través de los ojos de la mujer que le crió. Cuarón fue otro de los pocos que afiló colmillo político para explicar que "el cine construye puentes y derriba muros".
El final inesperado hizo que se olvidara una de las galas más aburridas que se recuerdan. Los Globos de Oro siempre habían apostado por la irreverencia, y los monólogos de Ricky Gervais, o la dupla Amy Poehler y Tina Fey siempre se recuerdan como ejemplo de lo divertida que puede ser una ceremonia. Amy Samberg y Sandra Oh optaron por la blandenguería y no convencieron a nadie. Sosos, sin gracia y sin mordiente. Un error de libro.
En la lista de grandes derrotadas habría que poner el filme de Spike Lee, que se fue de vacío, pero también El vicio del poder, que pese a ser la más nominada de la noche, sólo materializó una de sus opciones, la de Christian Bale como actor cómico. En el lado femenino, Olivia Colman también cumplió los pronósticos y venció por La favorita.
Los Globos de Oro han puesto todo patas arriba, y ahora parece que en los Oscar el combate se reduce a Green Book contra Roma, pero cuidado, que Freddie Mercury dice que el show debe continuar hasta el final.