Ramón Salazar llevaba cinco años sin dirigir. El realizador español pasó de ser una de las jóvenes promesas de nuestra industria -gracias a su corto Hongos y su debut Piedras- a estar desaparecido durante demasiado tiempo. Su anterior película pasó desapercibida, y desde entonces ha compaginado su tarea de ‘escritor de encargo’ con la preparación de La enfermedad del domingo, su nueva película que compite en la sección Panorama del Festival de Berlín.
Salazar ya conoce el certamen, acudió con su ópera prima y ahora quiere intentar disfrutar de la experiencia con una película muy deseada y que ha costado mucho levantar, ya que es un filme que se aleja de las demandas de una industria que sólo busca comedias y películas de éxito.
Él ha compuesto un retrato intimista y sensorial sobre el abandono y la maternidad con dos actrices que se comen la pantalla, Bárbara Lennie y una Susi Sánchez que merece protagonistas como este que Salazar escribió explícitamente para ella. El de una madre que dejó a su hija a los ocho años y que se reencuentra con su pasado de forma inesperada. Ahora promete no parar, acaba de empezar el rodaje de una serie adolescente para Netflix ya prepara nueva película.
¿Dónde ha estado Ramón Salazar durante estos cinco años?
Pues escribiendo guiones para otros directores como Fernando González Molina. Luego produje mi película anterior, que fue una manera de volver, pero con la que encontré un obstáculo para mí que me impidió seguir haciendo cine. Yo esa película la hice con el dinero que gané con los guiones de Tres metros sobre le cielo y tengo ganas de ti, pero me encaucé para colocarme otra vez ahí y poder sacar La enfermedad del domingo, que ha sido como volver a poner un pie en donde estaba tan a gusto.
No sé si estos cinco años de parón también se deben a que la industria ha cambiado y es más difícil levantar un proyecto como este.
Cuesta más, sí. Ahora tienes que diversificar el trabajo, te tienes que acercar a otro tipo de trabajo, hacer guiones para otras personas de corte más comercial o juvenil, y combinarlo con las películas que yo quiero hacer, que son más difíciles por su temática, por su intimidad, o por su dureza, y que al final te cuesta cuatro o cinco años hacer.
¿El nuevo modelo del cine español ha polarizado la producción?
Sí, en el cine la temática está polarizada de forma extrema. Hay películas que antes hubieran encontrado su financiación en un año y que ahora tardan cinco veces más. Ya no existe el término medio. Si eres una comedia o cine adolescente, tienes una salida comercial rápida, pero si haces cine autoral, más íntimo o independiente, pues te ves abocado a una eternidad en financiarlo.
Ahora tienes que diversificar el trabajo, te tienes que acercar a otro tipo de trabajo, hacer guiones para otras personas de corte más comercial o juvenil
Ya está rodando Élite, la serie de Netflix. ¿Cómo está siendo la experiencia?
Me apetecía todo. Después de esta película, que ha sido un viaje muy intenso con estas dos pedazo de actrices, quería salir a una serie con tanta proyección, con un reparto de 12 actores jovencísimos… me encanta porque es muy sano, y además haciendo Élite estoy descubriendo la próxima película que quiero hacer, que también es de corte íntimo. Es sanísimo salir de tus procesos creativos y poner tu mente en algo opuesto.
El año pasado en Cannes saltó la polémica sobre si las películas de Netflix son cine, o si deben ir a festivales…
Pues mira, mi película ha encontrado mucha dificultad para financiarse. De hecho, justo antes de empezar el rodaje se caía otra vez. En ese momento entró Netflix y gracias a ellos estoy aquí, mi película va a Berlín y se va a estrenar. La enfermedad del domingo no sería posible si ellos no hubieran llegado, así que bienvenidos sean.
¿Cuál es el punto de partida de esta historia sobre maternidades y abandonos?
Pues es algo incluso egoísta, simplemente surge porque en mi anterior película trabajé con Susi Sánchez y nos llevamos muy bien,pero fueron sólo diez días con ella, y yo quería una película entera con esa mujer. Eso es lo primero que surge, antes incluso de la temática, que ella fuera la protagonista y que hubiera enfrente otro personaje femenino. Fue por puro disfrute y egoísmo, quería a dos actrices en una película íntima y en un lugar remoto.
El cartel y a veces la película, remiten a Persona, de Ingmar Bergman, no sé si fue uno de sus referentes.
Probablemente de una forma inconsciente lo haya sido, pero no la he revisitado durante el proceso de creación. Cualquier película sobre la intimidad femenina ha rondado mi cabeza, pero para mí durante el proceso los referentes siempre están en la fotografía. Quizás por el hecho de no distraerme o caer en copiar referentes. Me aíslo por salud y me refugio en la fotografía.
¿Qué fotógrafos le inspiraron para La enfermedad del domingo?
Me inspiró muchísimo el álbum familiar de Serge Gainsbourg y Jane Birjin. Especialmente una de Charlotte viendo a su padre en un concierto y era una niña que esperaba a su padre. También una fotografía de Matías Costa de una chica en un lago de espaldas, que fue la que me sugirió el final de esta historia. Me empecé a preguntar qué podía haber pasado entre esas dos imágenes.
Sin duda hay un cambio, y estoy súper a favor de que la balanza se incline hacia las mujeres. No me importa que ese cambio sea radical y provoque decisiones radicales
El año pasado Almodóvar y ahora usted han hablado de el abandono y de las relaciones entre madre e hijas. ¿Qué tienen para ser tan buen caldo de cultivo para la ficción?
Es la figura de la madre. Yo se lo decía a Susi, que cuando uno está en una hoja en blanco, si piensa en una madre siempre tiene un punto de partida. La lleves a donde la lleves. Siempre me ha funcionado en los últimos años u lo hice con Susi porque ha estado en todo el proceso creativo. En esta ocasión queríamos hablar de un tema muy actual, que es el de las malas madres. Qué pasa cuando una madre no siente afecto por su hija y cómo son vistas por los demás las decisiones que toman. Cómo salen a la luz. Así que queríamos contar una historia de esas a las que ahora llaman malas madres, una que ha abandonado a su hija y cómo se enfrenta a que su pasado vuelva 35 años después.
Su cine siempre ha estado protagonizado por mujeres, este ha sido el año de la reivindicación feminista en el cine, ¿cree que el cambio ha servido o ha sido un fogonazo?
Sin duda hay un cambio, y estoy súper a favor de que la balanza se incline hacia las mujeres. No me importa que ese cambio sea radical y provoque decisiones radicales, porque la balanza ha estado demasiado tiempo en el otro lado.
¿Está a favor de un sistema de cuotas?
Insisto, todas las pruebas que hagamos para llegar a la igualdad serán buenas, aunque luego resulten incorrectas, porque servirán para darnos cuenta de que esas no eran las correctas.