Hay un director que lleva estrenando al menos una película anual desde 1982. Y no nos referimos a uno de serie "B" o "Z", de aquellos que podían despachar en una semana una cinta para llenar los programas de los autocines o el mercado del vídeo de los ochenta, no. Hablamos de uno de los nombres inscritos con letras de oro en la historia del cine, Woody Allen, nacido en Brooklyn en 1935 como Allan Stewart Königsberg, y que ha ganado cuatro premios Oscar, tres como guionista y uno como director. Su último estreno es Wonder Wheel, que llega en estos días a nuestras pantallas.
No obstante, lo cierto es que aunque acumule 54 títulos como director (ya trabaja en su siguiente entrega), 77 como guionista y 49 como actor, el Woody Allen que sigue encendiendo la memoria del cinéfilo es la del genio que hace cuatro décadas firmó sus películas más emblemáticas, Annie Hall (1977) y Manhattan (1979). En realidad, desde Match Point (2005) y Midnight in Paris (2011) no ha firmado una cinta que haya dejado huella. Y él mismo ha confesado en más de una ocasión que, para alimentar el ritmo frenético de su producción, ha tenido que desenterrar guiones e ideas que en su momento había desestimado por insuficientes y que, repentinamente, parecían aptos para ser rodados.
Cuando le surge una idea brillante (como la del robo de la primera media hora de Granujas de medio pelo, del 2000), muchas veces se desperdicia en un desarrollo mucho más previsible
Sin embargo, lo cierto es que en los últimos tiempos Allen vuelve una y otra vez a lo ya otras veces contado. Y cuando surge una idea brillante (como la del robo de la primera media hora de Granujas de medio pelo, del 2000), muchas veces se desperdicia en un desarrollo mucho más previsible.
Y cuando lanza su mirada a realidades que sí conocemos (como en Vicky Cristina Barcelona, del 2008, de la que lo menos que puede decirse es que es sonrojante), nos damos cuenta de lo llena que puede llegar a estar de burdos clichés (significativamente, a los italianos tampoco les entusiasmó demasiado su A Roma con amor, de 2012, cuando se trasladó a la Ciudad Eterna siguiendo su costumbre de ambientar sus cintas allí donde le ofrezcan financiación). De hecho, y en retrospectiva, empezamos a dudar de si sus cintas neoyorquinas son un verdadero retrato de la élite intelectual de la ciudad.
El ¿mejor? Allen
Sin embargo, cada nuevo estreno seguirá siendo saludado por la crítica como un nuevo advenimiento del genio. Es curioso cómo la frase que más veces se repite es "volvemos a encontrarnos con el mejor Allen", cuando lo cierto es que revisitar cualquiera de sus grandes clásicos hace aún más evidentes las carencias de sus nuevos títulos. Y el problema es que, con el tiempo, todo huele cada vez más a fórmula y a esa idolatría que muy pocos elegidos consiguen: no deja de ser sorprendente que, siendo como es un músico del montón (algo que él mismo reconoce), cada vez que viene con su banda por España abarrota grandes salas y es incluido en la programación de los festivales más exigentes.
La capacidad para embaucar de quien consiguió una buena inyección de dinero de las instituciones públicas catalanas para luego hacer el retrato de una Barcelona muy española, incluso andaluza, en la que el catalán prácticamente brillaba por su ausencia, en Vicky Cristina Barcelona, es impresionante, como lo era el Oviedo irreal en el que el paseante se encontraba actuaciones de flamenco por las calles. Las incoherencias que despiertan la hilaridad en películas como Misión: Imposible 2 (John Woo, 2000) en su caso son celebradas como algo lleno de sutilidad e ironía.
El protegido de Weinstein
Incluso, Allen ha conseguido sobrevivir a situaciones que habrían fulminado muchas carreras. Su traumática ruptura con Mia Farrow, que hizo correr ríos de tinta debido a la relación con Soon-Yo Previn, hija adoptiva de ésta y que luego se convirtió en esposa del director, fue tratada de forma sorprendente por una prensa que la mostraba a ella como una histérica y manipuladora y a él como una simple víctima. Por otro lado, el juez acabó desestimando las denuncias por abusos sexuales planteadas por su hija Dylan Farrow.
Sin embargo, su hermano Ronan ha continuado lanzando acusaciones contra su padre, a la vez que ha destapado el gran escándalo de violencia sexual continuada del productor Harvey Weinstein, quien curiosamente acudió en auxilio de Allen en lo peor de la tormenta mediática a través de la que era por entonces su productora, Miramax.
Wonder Wheel surge del acuerdo de Allen con Amazon Studios, que también le produjo su anterior cinta, Café Society (2016) y la serie Crisis en seis escenas (2016). El ejecutivo con quien lo firmó, Roy Price, fue obligado a dimitir por otras acusaciones de abusos sexuales. Un incendio recorre Hollywood, pero Allen, peligrosamente cerca de varios de sus focos, permanece. Una capacidad de supervivencia realmente asombrosa.