Hollywood tienen un nuevo amigo y ya no viaja sólo. Antes miraba por encima del hombro, se sabía poderoso, inigualable. Ellos marcaban lo que se veía, las modas cinematográficas. Si ellos querían superhéroes todo el mundo consumía superhéroes, si tocaba el turno a la comedia romántica había películas con Julia Roberts y Jennifer Aniston hasta la saciedad. Y entonces llegaron los chinos, empezaron a abrir su economía al mundo y descubrieron el filón del cine. En la última década el crecimiento de la industria de exhibición del gigante asiático ha sido brutal, tanto que incluso en marzo de 2016 se hizo más dinero en las salas chinas que en las de EEUU. La última prueba, el récord de Fast & Furious 8, que en tres días ha sumado 532 millones de dólares, de los que un 36% (190) corresponden a China, mientras que en su país de origen ha conseguido 90 menos en el mismo tiempo (100).
La taquilla de fuera de EEUU, según los informes mundiales de la Asociación del Cine de EEUU (MPAA), supuso un 71% del global en 2016, de los que el mayor porcentaje corresponde a China. Esto no ha escapado a los productores de Hollywood, que han encontrado en el país el salvador que necesitaban para una industria que daba signos de estancamiento. La fórmula es fácil: siguen produciendo sus grandes blockbusters llenos de acción y efectos especiales pero les incluyen algún guiño a la cultura popular china para que pasen por taquilla. Un nuevo socio para revivir al cine y callar a los agoreros que decían que las salas estaban muertas.
Cada vez es más normal situar alguna parte de la acción en Asia, contar con estrellas chinas o eliminar cualquier guiño que pueda ofenderles. Es lo que hizo Guerra Mundial Z, que cambió parte de la trama original del libro para no cabrearles y, sobre todo el experto en pelotazos, Michael Bay, que en la última entrega de Transformers, La era de la extinción, incluyó a celebrities asiáticas con un resultado inmejorable: sólo en China consiguió 300 millones de euros, mientras que en EEUU se quedaba en 230.
Incluso películas que se han estrellado en la taquilla norteamericana han conseguido beneficios sólo por el mercado chino. Que se lo digan a Warcraft, de Duncan Jones, que después de estrellarse en EEUU, donde no llegó a los 46,9 millones de dólares, hizo 206 en China y otros 156 en todo el mundo. La confirmación de que el cine ya no es cosa sólo de los yanquis. Lo mismo pasó con Terminator: Genesis, que se quedó con 89,7 millones en en su estreno local y terminó amasando 412,6 en todo el mundo, de los que 112,5 fueron de China. Con eso consiguió maquillar unas cifras que al principio eran malas.
El culmen de pensar en el mercado chino llegó este año con La gran muralla, una película hecha en Hollywood pero: ambientada en el mayor monumento del país, con estrellas chinas y el director más popular del gigante asiático, Zhang Yimou. Resultado: recaudó su abultadísimo presupuesto de 150 millones de dólares sólo en China, donde consiguió 170,9. De hecho en EEUU fue un fracaso y no llegó a los 50.
Amigo y amenaza de Hollywood
Hollywood ha revivido gracias a China, incluso amenza su posición dominante en la industria cinematográfica. Un problema que tampoco importa mucho mientras los chinos sigan comprando entradas para sus superproducciones. Su auge en la última década ha sido imparable, y según la predicción que hizo Ernst & Young en 2013 habrá un cambio de líder mundial en 2020, cuando China sobrepase a EEUU como el mercado más rentable para las películas. Lo será en dinero conseguido y en número de salas. Algunos son más atrevidos, como el director ejecutivo de Imax, Rich Gelfond, que en diciembre de 2015 auguraba que a finales de 2017 se produciría el ataque definitivo de los asiáticos para dominar la industria.
Este ascenso fulgurante ha tenido un pequeño frenazo en 2016, cuando la taquilla de EEUU sí subió un 2%, mientras que la recaudación en China cayó un 1% después de 10 años de crecidas consecutivas. Pese a ello, China continuó en 2016 siendo el país con mayor recaudación, al margen del mercado conjunto de Estados Unidos y Canadá, con 6.600 millones de dólares frente a los 11.400 millones de dólares de EEUU, según el informe presentado en marzo por la Asociación del Cine de EEUU (MPAA).
Es por ello que la recaudación de Fast & Furious y el estreno de la nueva película de la saga de Transformers (otro fenómeno en China) y del Episodio VIII de Star Wars -que intentará cuadrar su estreno mundial con el chino en diciembre- se esperan con ilusión para repetir los datos de 2015, cuando creció un 48,7% respecto al año anterior y sumó 6.770 millones.