Hay algo que los actores no pueden preparar ni ensayar. Ni el mejor intérprete de método es capaz de fingir eso que muchos llaman química entre actores. Cuando nace ocurre algo mágico. La pantalla echa chispas, se nota la complicidad. Las miradas, los gestos, todo parece natural y hasta uno se plantea cuánto de verdad y cuánto de impostado hay en esas actuaciones. Cuando no existe no hay nada que hacer, hasta los más infalibles caen vencidos. Hasta una buena película puede caerse si la pareja protagonista no tiene ese 'qué se yo' que hace que todos suspiren en la butaca.
A veces la química surge de la pura admiración, otras del afecto, y a veces de unos sentimientos personales que traspasan la pantalla. Muchos profesionales han comenzado sus romances entre rodaje y rodaje. Que se lo digan a Brad Pitt y Angelina Jolie, puro fuego en Sr. y Sra. Smith, la película que les unió. Desde el primer trailer la gente comentó que entre ellos había algo. Finalmente fue cierto. Con la unión Brangelina ya terminada tocaba buscar una sustituta, y la elegida por la prensa del corazón fue Marion Cotillard. La elección era obvia, ya que ambos habían rodado juntos Aliados y se encontraban en plena gira promocional del filme. Para rizar el rizo Cotillard acababa de anunciar su embarazo con el actor y director francés Guillaume Canet.
Relación falsa
El estreno de Aliados se ha visto envuelto por ello en un morbo insano por pillarles en un renuncio, en un gesto cariñoso, en una mirada furtiva. Los actores pasaron por Madrid, y Brad Pitt pasó de hacer entrevistas oliéndose el percal. Una vez visto Aliados uno puede decir que si pasó algo entre ellos son los mejores actores de la historia, porque su falta de química en pantalla es brutal. Hacía tiempo que no se veía una relación tan falsa en pantalla, justamente cuando la película tendría que jugar con lo contrario.
Hacía tiempo que no se veía una relación tan falsa en pantalla, justamente cuando la película tendría que jugar con lo contrario
Desde el principio. Aliados cuenta la historia de un espía de EEUU y una espía francesa que se conocen en Casablanca. Allí tienen que fingir que son un matrimonio para cumplir su misión de asesinar a un mandatario nazi. Por supuesto ellos se enamoran, pero la duda viene cuando vuelvan a la vida real en Reino Unido y la sombra de que ella es una espía nazi se cierna sobre el matrimonio.
El polvo estético
El personaje de Pitt buscará las pruebas para demostrar que la confianza depositada en su mujer es cierta y que cuando ella le mira no le está engañando. Así que el espectador debería haber asistido a un proceso de enamoramiento y pasión sin igual, además en el marco de Casablanca. Puede que su falso matrimonio diera el pego entre los nazis, pero a nosotros no nos la cuela. Sus miradas les delatan. Robert Zemeckis les regala, además, uno de los polvos más estéticamente bellos del cine en mucho tiempo (en medio de una tormenta de arena), pero uno se queda más seducido con la pericia del realizador de Regreso al futuro que con otra cosa.
En la segunda parte de la película la cosa se complica. Ambos se han casado, tienen una hija y están enamorados como dos tortolitos, pero, sorpresa, todo sigue igual que antes. Son una pareja fría, que se tocan como el que lo hace a un rollo rutinario de una noche. La falta de química, y de la evolución de ella queda en evidencia en sólo una escena. Pitt sospecha de su mujer, pero hacen el amor esa noche. Él pone cara de circunstancias cinco segundos para luego continuar. Al día siguiente ella le dice, “¿qué te pasaba ayer? Fue diferente”. Sin esa frase de guion que subraya la acción no hubiéramos sabido qué pensaba ninguno de ellos.
Aliados se queda en un thriller entretenido, partido en dos y con una primera parte tan clásica como atractiva y una segunda que hace aguas porque nadie se cree las relaciones entre estos dos personajes. Un problema de guion, seguro, pero también de la ausencia de magnetismo entre Brad Pitt y Marion Cotillard. Si están liados que les den ya el Oscar.