Valladolid

El nombre de la compañía de teatro de Miguel del Arco no es una casualidad. Se llama Kamikaze, y es algo más que una marca, se trata de una actitud. Al director le pone el riesgo. Si algo es fácil es que no merece la pena. Por ello busca dar un salto moral nuevo cada vez. Si dirigir obras como La función por hacer, Misántropo, o zarzuelas que ponen en jaque a los más conservadores no eran suficiente, ahora ha saltado al cine y gestiona su propio teatro, el Pavón Teatro Kamikaze, junto a sus dos colegas de locuras, Aitor Tejada y Jordi Buxó.

Para su ópera prima recurre al universo familiar que tanto le obsesiona y le da una vuelta de tuerca. Las furias (estreno el 11 de noviembre) tiene algo de tragedia griega, pero también de metáfora de un país que se miente para sobrevivir. Hacía tiempo que el cine español no ponía tantas expectativas en una primera película, tantas que la Semana Internacional de Cine de Valladolid (SEMINCI) le ha concedido el honor de abrir su Sección Oficial.

¿Siempre ha sabido que quería hacer también cine?

Sí, lo que pasa es que es una de esas cosas que te quitas de la cabeza. El teatro era una cosa más fácl, basta con tener un actor y otro que escuche para que haya teatro y con as películas no. Curiosamente, cuando Aitor y yo estábamos escribiendo guiones para televisión hace años en cuanto juntamos dinero lo primero que hicimos no fue una producción de teatro, fue un cortometraje, es decir que había una pulsión ahí. Fueron muy bien, hicimos tres y fueron por festivales y ganamos dinero incluso.

Las furias - Trailer final (HD)

De eso ya olvídese.

Sí, da como risa, pero fuimos recuperando la pasta que poníamos por los premios que ganamos, y decidimos que íbamos a hacer cine, así que sí, siempre ha estado hacer cine en mi voluntad, pero afortunadamente he hecho carrera como director de teatro primero, eso me ha quitado mucha ansiedad, y me ha dado la posibilidad casi cómo, dónde y con quién, en vez de hacer una primera película de cualquier manera. Es un milagro hacer una película, y a veces ese impulso de un realizador de querer hacer su primera película, le lleva a tomar decisiones que aunque no sean buenas dice: “hostia, si digo que no a esto que me están imponiendo, a lo mejor no hago mi película”. Yo no he vivido esa realidad.

Eso dentro del cine español es de afortunado.

Sí, he sido muy afortunado.

De hecho, es una primera película pero en el cartel pone: Una película de Miguel del Arco. Como si fuera una marca.

Y mira que he luchado contra eso, me horroriza leer 'una película de Miguel del Arco', al final han puesto 'la primera película de Miguel del Arco, que también me horroriza porque parece mi primera colonia Chispas, pero bueno. Pero les dije que por favor no pusieran una película de Miguel del Arco. Está escrita y dirigida por Miguel del Arco, pero no es mía. Es una actividad colectiva, es como si firmara mis obras de teatro como 'una función de Miguel del Arco', no.

Me horroriza leer 'una película de Miguel del Arco'. Está escrita y dirigida por Miguel del Arco, pero no es mía. Es una actividad colectiva

¿Puede que tenga que ver con el ego de los directores de cine?

No sé. Seguro, pero también creo que es una cuestión comercial, de cómo les gusta etiquetar las cosas cuando se piensa en el marketing. En una película de Almodóvar pues me parece muy bien porque él está en cada uno de los planos, pero no, siempre es una colectividad. Siempre.

¿Qué tenían Las furias para ser su ópera prima?

Quise un universo familiar porque me fascina, porque todos venimos de ahí, todos compartimos el haber tenido madre o padre, o no los hemos tenido pero hemos vivido su ausencia. Es un universo que, además, es un reflejo del mundo que vivimos. Me apetecía que fuera una película coral, rodeado de enormes actores y hablar de estas hormas que nos vienen dadas por las familias y que intentamos o continuar o liberarnos de ellas.

El director de Las furias, Miguel del Arco Vanessa Rabade

En algunos momentos parece una tragedia griega que nunca llega a explotar.

Sí, tiene un punto desbocado. Los productores me decían que pasaban demasiadas cosas en mi película, y yo les decía que en la vida también. Si tú ahora mismo te pidieran que pensaras en un momento de enajenación de tu familia seguro que damos con él. El problema de las familias es la coralidad, el equilibrio de cada uno y con gente a la que no elegimos, porque eliges a los amigos por cuerda, con los que tienes afinidades, pero en la familia puede que tu hermano sea un gilipollas integral o que tu hermana, a la que adoras, se haya casado con un anormal. Esa convivencia es muy dura, o darte cuenta de que tu madre te cae mal, eso es muy duro.

¿Existen Las furias actualmente?

Claro que existen. Si es que los griegos se inventaron todo lo que nos define. Fueron capaces de nombrar narrativamente lo que nos sucede de manera íntima, de por qué te empeñas en una cosa que luego te vas a tu habitación después de haber montado un pollo y estado enajenado de locura, y luego reflexionas y dices no sé por qué me he puesto así. Una crispación que además sólo sucede con las cosas que sólo suceden en familia. Ellos nombraron estas figuras mitológicas que se decían a castigar y a chinchar a la persona que está haciendo algo en contra de la familia. Y ahora España parece un país construido en base a las furias, gente que no quiere entenderse, que no quiere hablar. Un país donde la palabra es una herramienta para defenestrar y no un vehículo para comunicar.

Puede que tu hermano sea un gilipollas integral o que tu hermana, a la que adoras, se haya casado con un anormal. Esa convivencia es muy dura

A pesar de que en la película estén recluidos, como ha dicho sirve como metáfora, ¿cree que también como metáfora de nuestro país?

Absolutamente, la familia funciona como metáfora de esta sociedad. Al final estamos intentando entendernos, y España es un país muy ruidoso, y ahora cuando nos volvemos más modernos en vez de sosegarnos un poco nos volvemos histriónicos. Estamos construyendo un país de una estridencia brutal, casi que los políticos están copiando la manera de relacionarse de los programas del corazón. Oyes las tertulias políticas y si cierras los ojos, y casi si vieras hasta las caras, no estaríamos muy lejos del Sálvame Deluxe. Hostia esto debería hacernos reflexionar. Son gente que debería dar ejemplo y que aunque tuvieran opiniones muy diferentes tienen que ponerse de acuerdo para construir un país, y sin embargo los políticos viven de espaldas a su cultura y que no les interesa en absoluto construir un país de diálogo sino un país de estridencia donde se va a pisotear al adversario.

¿Conoce la palabra descanso? Porque empalma película, con función, con la dirección de un teatro...

Las furias la rodé el año pasado, hace más de un año. Y con el teatro vuelvo a lo de antes, a la labor colectiva. Es algo que hago con Aitor y Jordi, que ellos han llevado el peso. Yo he hecho mucho, es verdad, y llevo unos meses salvajes, porque estrenar una película y abrir un teatro son dos cosas que no ha hecho nadie nunca y que le han dado un halo de irrealidad a mi vida importante. Pero estoy rodeado de mucha gente, vamos me he podido ir de vacaciones incluso.

Los políticos viven de espaldas a su cultura y no les interesa en absoluto construir un país de diálogo sino un país de estridencia donde se va a pisotear al adversario

¿Cómo está siendo la experiencia de gestionar un teatro?

Está siendo muy feliz pero muy dura, porque dependemos al 100% de la taquilla. La mirada intento sosegarla, pero pregunta cuándo hemos hecho hoy y te das cuenta que lo mismo no llegas para pagar el alquiler. Pero bueno, creo que nos hemos juntado un grupo destinados a estar fuera de nuestra zona de confort. No hay relajo.

Un modelo de gestión alejado del teatro público, no sé si eso os gustaba, el no depender de lo que dijera nadie.

Absolutamente. Creo que hemos hecho un espacio que no es ni público ni privado. Está a medio camino. Es público por la línea editorial que tenemos, que apuesta por las nuevas dramaturgias, por los clásicos, por no tener un sentido comercial en el peor sentido de la palabra, de pensar en hacer una comedieta muy mala para arrasar con el público. Y luego huimos de lo público en la flexibilidad que tiene el teatro. La administración tiende a la rigidez, y esta no convive bien con el teatro.

Todo el reparto de Las furias en un momento de la película.

¿Se presentaría a un concurso para dirigir un teatro público?

Ahora mismo no. Según como están mis amigos en los teatros públicos en absoluto. Ernesto Caballero ha dicho hace poco que él lo que tiene es una compañía extraordinaria de técnicos, en un sitio donde los presupuestos van cada vez más a cubrir el continente y menos el contenido no me interesa estar. Yo aquí, ni perseguimos cobrar un sueldo, estamos en precario, pero nuestra mira principal es que lo que hagamos sea absolutamente imprescindible. Ahora estamos en una labor de gestión, pero nuestras conversaciones son principalmente de la parte artística.

¿Qué es más difícil levantar un teatro o una película?

Ahora mismo un teatro lo hemos levantado en cuatro meses y para hacer una película en cuatro años. Pero bueno que el teatro sólo hemos abierto las puertas, que sea viable está por ver, porque tenemos poco margen de acción, si dentro de cuatro meses seguimos sin ser sostenibles nos tendremos que marchar. Bueno son dos actividades de riesgo, pero me mola ese punto de riesgo.

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