Y él supo que era entonces. Supo que de verdad no había vuelta atrás. Que iba a pasar, independientemente de lo que él quisiera, independientemente de lo que sintiera. Y supo también que lo iba a superar. Sería terrible. Mucho más que terrible. Pero sobreviviría.
('Un monstruo viene a verme', Patrick Ness)
La muerte da miedo. Asusta y nadie quiere asumir que tarde o temprano a todos nos llegará el momento. La sociedad vive de espaldas a ella, la esconde, intenta burlarla. De lo que no se habla parece que no existe. A la muerte le hemos colocado la etiqueta de 'Tabú', y si a los adultos les cuesta hablar de ella, ¿cómo explicar a un niño de 13 años que no le queda mucho tiempo con su madre? En el fondo sabe que es inevitable que ocurra, pero de alguna forma tiene que enfrentarse a un hecho que desgarra.
Quizás la fantasía es la única forma de enfrentarse a la muerte, el poder de la imaginación como catarsis. Eso es lo que pensaba Siobhan Dowd, la escritora que poco antes de fallecer a causa del cáncer dejó el germen de lo que sería su nueva novela: Un monstruo viene a verme. La historia del joven Conor O'Malley, al que un árbol enorme visitará cada noche para contarle tres historias. La cuarta tendrá que contarla él, y no habrá escapatoria, será la verdad. La verdad que ocurre a su lado aunque él no quiera, la de una madre que lucha contra lo inevitable. Contar historias como única manera de ser sincero y como forma de entender el duelo. Su legado lo continuó Patrick Ness, que con los mimbres de la obra escribió el libro que enseñó a millones de niños a enfrentarse a la muerte.
La verdad, la muerte y el poder de las historias son también las constantes sobre las que se ha asentado el cine de Juan Antonio Bayona en sus dos únicas películas (El orfanato y Lo imposible), por lo que no es raro que el autor se sintiera cautivado por la novela y por el guion que el propio Ness escribió. “Cuando me preguntaron si estaría dispuesto a convertir su trabajo en un libro, dudé. Lo que no quería —lo que no podía hacer— era escribir una novela imitando su voz. Eso habría sido hacerle un flaco favor a ella, al lector, y sobre todo a la historia. No creo que la buena escritura pueda funcionar así. Pero lo que tienen las buenas ideas es que generan otras ideas. Casi antes de que pudiera evitarlo, las ideas de Siobhan me sugirieron otras nuevas, y empecé a sentir ese deseo que todo escritor ansía: el deseo de juntar palabras, el deseo de contar una historia. Sentí —y siento— que me habían cedido un testigo, como si una escritora especialmente dotada me hubiera dado su historia y me hubiera dicho: 'Adelante. Corre con ella. Métete en líos'”, escribe el autor en el prólogo de Un monstruo viene a verme.
Por supuesto que hubo desacuerdos, pero es que si no los hubiera habido sería una mala película. Una de las mejores cosas de Bayona es que tiene una forma de trabajar en la que las ideas no tienen ego
Ese testigo lo ha recogido Bayona, que cierra su trilogía sobre la muerte y ha conseguido una película “mejor de lo que me imaginaba”, según cuenta Patrick Ness a EL ESPAÑOL. “El libro está ilustrado y yo no soy un ilustrador, y eso fue interesante porque escribí el libro de la mejor forma que pude y luego se lo pasamos a un ilustrador que volvió con esos dibujos maravillosos que nunca se me hubieran ocurrido ni en un millón de años. Eso me pasó con la película pero multiplicado por cien. Tenía alguna idea vaga de lo que quería, pero no soy un director, hacía falta alguien como Bayona para decirme esto se hace así”, añade el autor.
Todavía recuerda el primer momento en el que fue consciente de que su sueño cobraba forma como película. No fue en el primer pase, sino uno de los primeros días de rodaje en la sala donde se filmaban las escenas de captura de movimiento. Allí estaba Ness viendo a Liam Neeson con su traje lleno de bolitas blancas para recoger cada uno de sus gestos. “Ahí estaba yo, alucinando y pensando: esto lo he hecho yo, me lo he inventado yo y mis ideas han trascendido. Es el momento en el que te das cuenta de que eso salió de tu cabeza. Estoy muy muy orgulloso de la película”, dice emocionado.
Ness no se esfuerza en mentir y reconoce que hubo discusiones con Bayona durante la película. Cómo no si estaba dejando a su criatura en otras manos. “Por supuesto que hubo desacuerdos, pero es que si no los hubiera habido sería una mala película. Una de las mejores cosas de Bayona es que tiene una forma de trabajar en la que las ideas no tienen ego. Da igual de dónde vengan, no porque sea su idea es obligatorio hacerla, si a mí no me gustaba lo decía y lo argumentaba. A veces lo aceptaba y a veces discutíamos sobre ello. Pero esa era la mejor forma de llevar el proceso, no imponer tu voluntad en un único sentido”, explica el escritor.
No creo que hayamos perdido el gusto por contar historias, quizás se ha desperdigado, y a eso ha contribuido las redes sociales. Las historias son nuestro traductor de la vida real
Dowd, Ness y Bayona, tres cuentacuentos en un mundo que se olvida de que, como dice la película, las historias son criaturas salvajes. “No creo que hayamos perdido el gusto por contar historias, quizás se ha desperdigado, y a eso ha contribuido las redes sociales. Las historias son nuestro traductor de la vida real, no podemos entenderla si no la ponemos en una historia. Gracias a ellas vivimos de una forma mejor el amor, la felicidad o atravesamos la pérdida. Ese filtrado de la realidad que hacen las historias es necesario”, cuenta a este medio el escritor de Un monstruo viene a verme.
La idea del legado artístico sobrevolaba el manuscrito original, pero ha sido el director español el que la ha materializado en una maravillosa escena final que no incluía el libro y que subraya el increíble poder de la ficción, ya sea en forma de libro o de película.