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La UNESCO ha hecho público el informe Repensar las políticas culturales, que evalúa la transformación del paisaje cultural mundial en los últimos diez años, después de la adopción de la Convención sobre la protección y promoción de la diversidad de las expresiones culturales, firmada por 140 países. La exportación de bienes culturales en todo el mundo fue en 2004 de 108,4 mil millones de dólares y de 212,8 mil millones de dólares en 2013, es decir, se ha multiplicado por algo más del doble. Son responsables de 29 millones de empleos. Las cifras del comercio internacional en el mismo tramo, desveladas por la Organización Mundial del Comercio, indican una evolución similar en el resto de bienes de consumo.

Por sectores, en 2013, la industria audiovisual y musical generó el 33% del total de los bienes exportados en todo el mundo, el sector editorial supone el 21,1% y las artes visuales el 35,7%. Éste sector generaba en 2004 el 16%, el notable incremento desarrollado en esta década se debe a la entrada de China como gran mercado. Como indica el estudio, el crecimiento se debe a las exportaciones de China e India, cuyos PIB en este tramo se ha visto multiplicado por cinco, en el caso de China, y por dos en el de India. De hecho, añade que el porcentaje que aportan los países en vías de desarrollo a este crecimiento representa un 46,7% (con un crecimiento del 25,6% en esta década).

El hecho de que las grandes plataformas controlen ventas, comunicación y algoritmos de recomendación es un problema para la UNESCO

El objetivo de la Convención de la UNESCO es favorecer el acceso igualitario a la amplia gama de expresiones culturales del mundo. Además, pretende apoyar sistemas de gobernanza cultural sostenibles; lograr un flujo equilibrado de servicios y bienes culturales, incrementando la movilidad de los artistas y los profesionales de la cultura; integrar la cultura en marcos de desarrollo sostenible, y promover los derechos humanos y las libertades fundamentales.

La organización destaca el boom de las herramientas tecnológicas en 2004 como una oportunidad para la participación de la sociedad civil, “especialmente cuando se trata de compartir contenidos culturales”. Sin embargo, aclara que la concentración de poder por parte de los gigantes de la red y el avance de las grandes plataformas pone en riesgo la supervivencia de las pequeñas y medianas empresas.

Pintura de Gerhard Richter a la venta en la casa de subastas Sotheby's. Getty

“A pesar de que las plataformas ofrecen una amplia gama de ofertas culturales, el hecho de que controlen no sólo las ventas, sino también la comunicación y los algoritmos de recomendación, genera un problema”, una alusión directa a las tiendas de empresas como Google, Amazon y Apple, entre otras. La red ofrece una oportunidad para la protección de la diversidad cultural -y de los productos menos comerciales-, pero cuestiona su viabilidad dado el control de las opciones en pocas manos. Es decir, la concentración del poder limita las opciones culturales.

El viaje de las ideas

La UNESCO recuerda que la movilidad de los artistas y de los profesionales de la cultura es fundamental para el mantenimiento de la comunicación de las ideas, los valores y los puntos de vista. El acceso a los mercados internacionales de los artistas y profesionales de la cultura también es crucial para la promoción de unas industrias culturales y creativas sólidas y sostenibles, así como para su contribución al desarrollo humano, social y económico.

La UNESCO reclama “solidaridad internacional” para superar los obstáculos que impidan la movilidad de artistas

En este punto reconoce la organización internacional que los países firmantes no han aplicado los criterios de la Convención. Reclama “solidaridad internacional” para superar los obstáculos (como las limitaciones económicas y políticas o el aumento de la seguridad) que hagan posible la movilidad de artistas y profesionales de la cultura.

En cuanto a la sostenibilidad de la cultura, la UNESCO asegura que la promoción de las industrias culturales puede producir importantes beneficios económicos, sociales y ambientales -además de los culturales- a largo plazo. Por eso estas industrias deberían ser un objetivo crucial para las políticas de los países firmantes, entre los que se encuentra España. Defiende el modelo participativo entre la sociedad civil y el sector público para producir un desarrollo sólido del sector.

Crédito y ayudas

“La cultura puede ser visto como un bien público de excelencia. A través de la cultura podemos promover y fortalecer principios y valores tales como la libertad de expresión, la democracia, la tolerancia, la justicia social y el respeto mutuo. La participación ciudadana en la vida cultural mejora la cohesión social y el empoderamiento de la comunidad. El sector creativo es un factor de crecimiento inclusivo y sostenible en todo el mundo, a nivel nacional y regional. Las actividades culturales, además, pueden ser una forma de vida para los grupos más vulnerables y desfavorecidos”, cuenta Neven Mimica, el comisario europeo para la cooperación y desarrollo internacional.

Entre las conclusiones sobre la sostenibilidad de las industrias culturales destaca la promoción de medidas destinadas a apoyar a las PyME. “Estas empresas pueden ser una poderosa fuerza de crecimiento y empleo”. Pero para que éstas puedan cumplir con su verdadero potencial se necesitan políticas que acaben con las limitaciones que estén frenando su desarrollo, incluyendo la falta del crédito y el acceso a las nuevas tecnologías. Sin olvidar nunca la atención igualitaria en el tratamiento de los grupos más vulnerables.

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