Hoy, 5 de enero de 2016, Hayao Miyazaki cumple 75 años. Director de películas como El Viaje de Chihiro, Mi vecino Totoro, Ponyo en el acantilado, La Princesa Mononoke o El castillo ambulante, anunció en 2013 que se retiraba para centrarse en la creación de cortos. Desde entonces, el Studio Ghibli, el mejor estudio de animación del mundo, vive sumido en la incertidumbre de los años venideros.
El universo Miyazaki, al que muchos rinden tributo en forma de repaso por su filmografía, esconde misterios aún sin resolver. Por eso, en La Jungla nos hemos propuesto desvelar algunos spoilers de las películas de animación más conocidas del director de cine japonés como muestra de nuestra admiración por sus obras.
¿Quién es el Sin Cara en 'El Viaje de Chihiro'?
Puede que no haya en la filmografía de Miyazaki una película más inspiradora que ésta. Bajo la capa de fantasía y el rostro angelical de la niña Chihiro, el director muestra el lado más difícil de afrontar por el ser humano: el de conocerse a uno mismo. Es en esta película donde vemos el ego, la avaricia y nuestras propias emociones.
Sin Cara, No Face o Kaonashi es una sombra negra con careta blanca al que Chihiro no tiene miedo, de él aprenderá. Este fantasma vive dentro de cada uno. Corrompido por la avaricia, ofrece pepitas de oro al resto de personajes, que se arriman a él porque saben que fabrica oro, pero... ¿les hace felices? Es una de las lecciones que deja Miyazaki: mucha gente cree que el dinero - o cualquier bien material,como la comida, con la que Kaonashi tiene una obsesión - le hará feliz y es lo que critica aquí.
¿Existen los baños termales?
Por increíble que parezca, el palacio-balneario tiene una inspiración en el mundo real: Jiufen, una aldea de montaña en Taiwan que ilumina por las noches sus tortuosas callejuelas con faroles de colores.
¿Con qué alimentan a los Makkuro Kurosuke?
Aparecen y desaparecen a su antojo y huyen cuando aparece Chihiro. Son bolas negras como las de la imagen que representan el hollín de las calderas donde están trabajando. Y se vuelven locas con unos caramelos que se llaman konpeitou que les lanza Kamaji.
Estos peculiares “trabajadores” de las calderas del Onsen se llaman Makkuro Kurosuke y los caramelos son típicos japoneses que hasta venden en Amazon.
¿Existe el castillo ambulante?
Existe en los libros, pues la película de Miyazaki es una adaptación de la novela homónima de Diana Wynne Jones. Difícilmente podríamos ver un castillo con patas de pollo que andara y echara humo por sus chimeneas. Pero si hay algo que se asemeja es el reloj que Miyazaki diseñó para la fachada de una cadena japonesa de televisión. En este blog explican cómo llegar. Solamente hay que volar hasta Japón.
La casa sostenida por patas de pollo proviene del folklore eslavo: Baba Yaga, la bruja de los bosques rusos, habita en una choza así con la que puede desplazarse a placer y no ser encontrada nunca.
¿Qué es Totoro?
A primera vista, el rey del bosque es un entrañable cruce entre gato, mapache y oso. Un tanuki, por ejemplo, los mapaches mágicos japoneses. Pero la explicación fonética la encontramos en blogs especializados como Hola Nihon y Buzz News Plus. “Totoro” vendría de la pronunciación japonesa de la palabra “troll”, que sonaría “torooru”. Pero la pequeña Mei, protagonista de la cinta, lo pronuncia “totoro”.
¿Hay alguna prueba más de que Totoro sea un troll? Sí, y la encontramos en los créditos. Satsuki, la hermana de Mei, menciona que se inspiraron en un cuento de hadas para ponerle nombre. En una de las ilustraciones que cierran la película, las dos hermanas leen en la cama con su madre un cuento que muestra en la portada a una cabra cruzando un puente.
Se trata de un relato tradicional noruego en el que tres cabras intentan cruzar un puente bajo el cual vive un troll que amenaza con comérselas, pero terminan siendo más listas que él. Y en la contraportada podemos ver al propio Totoro.
¿Por qué viaja en un autobús-gato?
Como en muchas culturas, en el folklore japonés los gatos son criaturas mágicas, intermediarios con el mundo de los espíritus. Y no hay nada más mágico que un bakeneko, un gato capaz de cambiar de forma a voluntad.
En los cuentos los bakeneko se hacen pasar por doncellas o ancianas que engañan a samurais, pero a Miyazaki le gusta jugar con la idea de vehículos felinos. Repitió la jugada en el corto Mei and the kittenbus, que muestra todo un parque móvil gatuno.
El gatobus está además influenciado por otro famoso felino mágico de la literatura, el sonriente gato de Cheshire de Alicia en el País de las Maravillas.
¿Por qué Porco Rosso es un cerdo?
Aunque la película está ambientada en una Italia de entreguerras colorista y de fantásticas aeronaves, en este caso no se trata, como en otras, de un universo en el que convivan humanos y animales inteligentes. La única criatura extraña es el propio Porco Rosso.
La única mención que se hace a su estado es un flashback en el que se ve que originalmente era humano, un piloto militar para más señas, y se nos hace saber que fue “hechizado”. ¿Por quién? La cinta no lo dice pero el destino de Porco, héroe mediterráneo y homérico, ha sido el de caer en la isla de Circe, la hechicera que transformó a los compañeros de Ulises en cerdos.
El héroe de Ítaca venció a la maga, Porco en cambio se contenta con su destino. “Prefiero ser un cerdo a un fascista”, le confiesa a un amigo, satisfecho de haberse librado por su transformación de la locura totalitaria y belicista que arrastra a Europa.
“La propia palabra ‘cerdo’ se usa como insulto, y a mi no me gusta una sociedad autocomplaciente en su propia rectitud. Los que se proclaman rectos intentar forzar a los demás a someterse a sus medidas mediante el poder militar, económico o la opinión pública” - comentó el propio Miyazaki en una entrevista con Animerica.
“Me repugna la idea misma de que el hombre se considere el fin último de la creación, elegido por Dios. Convertí al protagonista en cerdo porque era lo que encajaba mejor con mis sentimientos".
¿Por qué el niño de 'Ponyo en el acantilado' llama a sus padres por su nombre de pila?
En una historia de una niña pez que quiere convertirse en humana y un diluvio universal benigno, uno de los aspectos que más chirría es oír al protagonista de cinco años, Sosuke, llamar “Lisa” y “Koichi” en lugar de “mamá” y “papá” a sus padres. No, no se explica por una idiosincrasia japonesa, donde resulta igual de raro - e incluso irrespetuoso - oír a un niños llamar a sus progenitores por el nombre.
La relación de Sosuke con sus padres es un mecanismo argumental que resalta dos temas de la película: el aislamiento, ya que pese a su edad el niño es independiente, capaz de gobernar la casita sobre la colina que se convertirá en isla cuando llegue la inundación; y la filiación, ya que Sosuke, con una madre en tierra y un padre en la mar, se ofrece como ancla para la rebelión contra sus progenitores marinos de Ponyo la niña-pez y permite la reconciliación de los dos mundos, el acuático y el terrestre.
¿Qué son los pequeños cabezones de la princesa Mononoke y por qué suenan como maracas?
Los hombrecitos que infestan el bosque mágico son los kodama, los espíritus de los árboles. Tradicionalmente cada uno habita un tronco, lo que da la idea de la sacralidad de la foresta que la princesa-lobo intenta defender.
La idea de las cabezas-sonajero que saludan el paso del espíritu del bosque proviene del chamanismo, donde el ritmo de los sonajeros invoca al más allá y protege de las malas influencias.
¿Y que hay del propio espíritu del bosque, un ciervo de rostro humano que se transforma a la luz de la luna en un gigantesco caminante nocturno translúcido? En el imaginario de Miyazaki la blandura es el atributo de los seres sobrenaturales, ya sean pacíficos como Sin Cara o maléficos como los gusanos demoníacos que infestan a los animales divinos de Mononoke.
No tienen la solidez del mundo real, se mueven entre dos estados - por eso el mar es también un entorno mágico y Ponyo un ser fluido - y la noche, que vuelve indefinidos todos los márgenes y límites, es su reino.
"Ma", lo que no se puede explicar
En un encuentro, el crítico cinematográfico Roger Ebert elogió el sentido de pausa en las películas de Miyazaki, poniendo como ejemplo el momento en el que Totoro acompaña a las hermanas en la parada de autobús mientras esperan el regreso de su padre de trabajar.
“Tenemos una palabra en japonés para definir eso, ma. El vacío. Está ahí a propósito”, contestó el director japonés. Como su interlocutor no alcanzaba a entenderlo, Miyazaki aplaudió lentamente.
“El espacio entre cada palmada es ma. Si tienes acción sin parar, sin tiempo para respirar, no consigues más que un lío. Pero si haces una pausa, la tensión que creas va tomando una nueva dimensión”.
“Situar estas escenas en mis películas me produce una enorme alegría” - aseguraba Miyazaki. “Su significado no puede expresarse con palabras, solo con imágenes. Es lo que las películas deben hacer”.