El spoiler peor guardado de la televisión actual es que ahora mismo hay tantas series y plataformas que es imposible que no se nos escapen algunas joyas de entre los dedos. Especialmente si el gran público no sabe que existen. El exceso de oferta y la falta de una campaña promocional ambiciosa han hecho casi imposible que las series de un gigante como Apple lleguen al gran público. Los nombres de Jennifer Aniston y Reese Witherspoon ayudaron a que The Morning Show se hiciera un nombre en los medios. Sin embargo, en poco más de un año desde su lanzamiento Apple TV+ ha acumulado ya varias joyas que merecen más éxito del que (aparentemente) tienen: la plataforma se ha movido hábilmente entre la comedia de buenos sentimientos (Ted Lasso), el thriller familiar (Defending Jacob), el biopic postmoderno (Dickinson) y la animación musical (Central Park).
Y luego está Servant, la producción de M. Night Shyamalan que salta del suspense al drama familiar y a la comedia con una facilidad pasmosa y adictiva. Hoy se estrena su segunda temporada después de un angustioso final que nos dejó con la desaparición de un bebé y su inquietante niñera, y la esperada revelación de lo que había pasado con Jericho, el hijo de una privilegiada familia de Filadelfia (escenario de toda la obra del director de El sexto sentido) que debe lidiar con la tragedia por primera vez en sus vidas.
La primera temporada de la serie estuvo marcada por su juguetona puesta en escena, un inquietante imaginario visual, los delirantes giros de guion y algunas inesperadas dosis de humor negro. También por cierta irregularidad en sus tramas. Después de haber visto sus primeros cinco episodios (de un total de diez, que se emitirán de forma ininterrumpida hasta finales de marzo), queda claro que en su continuación Servant ha dado con el ingrediente adecuado para perfeccionar su fórmula. Visto lo visto, puede que los planes de Shyamalan de hacer seis temporadas de la serie no sean tan descabellados.
Los nuevos episodios son un claro salto adelante de una ficción que ha dejado de lado los golpes de efectos (aunque, los fans pueden estar tranquilos, sigue habiendo momentos chocantes e imágenes arrebatadoras) en favor de la comedia negra, el suspense más terrenal y el desarrollo de sus protagonistas. Era muy fácil que una serie como Servant se lo jugara todo al misterio, la sorpresa y la mitología, pero el gran triunfo de su regreso es su apuesta por los personajes: Dorothy, la periodista traumatizada por la muerte accidental de su hijo; Sean, el egocéntrico cocinero que no se puede permitir hacer frente al duelo por sentirse responsable de su mujer; Julian, el cuñado malhablado y gañán lastrado por su propio escepticismo, y Leanne, la misteriosa niñera con habilidades sobrenaturales (o no, es un misterio).
Los nuevos guiones potencian sus personalidades: Dorothy está desatada y divertidísima (Lauren Ambrose se lo pasa en grande con un dominio magistral del histrionismo, atentos al segundo episodio) como esa madre periodista venida arriba y madre dispuesta a todo por recuperar a su hijo. Sean se permite ser vulnerable por primera vez (Toby Kebell protagoniza una hermosa e inquietante escena con el famoso muñeco al final del primer capítulo). Incluso Leanne, el personaje más funcional de la serie en su primera entrega, crece en complejidad y profundidad en el regreso. Gracias a la construcción de las dinámicas interpersonales en la primera entrega, cualquiera de las combinaciones entre los personajes es un éxito. Nuestra debilidad sigue siendo, eso sí, la inesperada pareja cómica formada por Sean y su cuñado.
Interpretaciones, tono y dirección van de la mano en un producto sin demasiadas ínfulas y que funciona como un reloj. Lo único que se echa de menos en los nuevos episodios con las relajantes y apetitosas escenas de la primera temporada en las que veíamos una y otra vez a Sean cocinando platos exóticos en su lujosa cocina. Las escenas en las que los protagonistas beben vino sin parar siguen ahí.
Los compromisos con Old, un thriller con Eliza Scanlen y Thomasin McKenzie que se estrenará en cines en verano, han impedido que M. Night Shyamalan esté más presente en la temporada (dirige, al menos, el cuarto episodio, el mejor de los vistos hasta el momento). Servant está en buenas manos. Al showrunner Tony Basgallop le acompaña Ishana Night Shyamalan, la hija del director. El nepotismo le ha sentado fenomenal a una serie que merece mucha más atención. Pocas series exigen menos y dan tanto en solo 30 minutos por episodio como esta.
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