Existen cineastas a los que se asocia de forma irremediable con un género concreto. Por ejemplo, el wéstern nos lleva a pensar en nombres como el de John Wayne, Sergio Leone, John Ford o Clint Eastwood. Este último participó en películas como Por un puñado de dólares (1964), La muerte tenía un precio (1965) o El bueno, el feo y el malo (1966), pero también se convirtió en un veterano del género tras las cámaras.
Películas como El fuera de la ley (1976), El jinete pálido (1985), Infierno de cobardes (1973) o la ganadora del Oscar a mejor película Sin perdón (1992) están dirigidas por Clint Eastwood, pero su filmografía va mucho más allá de las películas de vaqueros. De hecho, algunos de sus mejores largometrajes no tienen nada que ver con el wéstern.
Uno de ellos es Mystic River (2003), una de las mejores películas de misterio de todos los tiempos. En ella se narra cómo los amigos de la infancia Jimmy, Dave y Sean se reencuentran después del asesinato de la hija de Jimmy. Sean es el policía al que le asignan el caso y Jimmy sospecha que Dave está detrás de la muerte de su hija.
Basada en la novela homónima de Dennis Lehane, Mystic River se centra en tres amigos que se crían en Boston. Unidos por un trauma compartido, los tres desconfían de los que tienen el poder y aunque siempre fueron íntimos, el paso el tiempo les acabó distanciando.
Ahora, Dave (Tim Robbins) se ha convertido en un simple trabajador que se preocupa por los más jóvenes; Sean (Kevin Bacon) es detective de policía en Massachusetts; y Jimmy (Sean Penn) sigue manteniendo el contacto con su pasado criminal. Cuando la hija de este último es asesinada, se propone hacer todo lo posible para encontrar al culpable.
Punto de inflexión en la trayectoria
Si tenemos en cuenta el bagaje de Clint Eastwood, se podría decir que Mystic River es una anomalía en su carrera, en la que predominan los mencionados wésterns, thrillers de acción, biopics y dramas centrados en el ejército. Llama la atención encontrar entre todas sus películas un drama íntimo que reflexiona sobre un trauma generacional y sobre cómo el pasado puede volver para atormentarnos.
Se trata de una verdadera joya que destaca en una extensa carrera repleta de otras grandes películas. Y también contrasta por haberse realizado de forma paciente, porque esto la hizo adquirir muchos más matices y ser incluso más desgarradora.
Interpretaciones para el recuerdo
Además de destacar en el plano técnico y narrativo, Mystic River también incluye interpretaciones sobresalientes. Una de ellas es la de Sean Penn, que en este largometraje nos ofreció la que fue la mejor interpretación de su carrera, que sería la que le llevaría a ganar su primer Oscar como Mejor Actor.
Por otro lado, está el trabajo de Tim Robbins, que también fue reconocido con el premio al Mejor Actor de Reparto.
Sin duda, Mystic River no es solo uno de los mejores trabajos de Eastwood, sino que también es uno de los más maduros. Toda una obra maestra realmente fascinante que actualmente está disponible en Amazon Prime Video, Max, Netflix y Movistar Plus+.