Han pasado más de 80 años desde que se estrenó en cines, pero muchos críticos y espectadores siguen pensando que Ciudadano Kane es la mejor película de la historia del cine. Y es que este fascinante drama de misterio sobre el auge y caída de un magnate continúa siendo uno de los largometrajes más revolucionarios e influyentes de todos los tiempos.

Cuenta la historia de Charles Foster Kane (Orson Welles), dueño de una importante cadena de periódicos, de una red de emisoras, de dos sindicatos y de una inimaginable colección de obras de arte. Un día muere en Xanadú, su fabuloso castillo de estilo oriental y la última palabra que pronuncia antes de expirar es ”Rosebud”.

El significado es todo un enigma que despierta una enorme curiosidad tanto en la prensa como entre la población. Y es así como un grupo de periodistas emprende una investigación para desentrañar el misterio.

Repleta de complejidades y con un estilo narrativo muy adelantado a su tiempo, Ciudadano Kane cautiva rápidamente a su público, que queda prendado con la historia de principio a fin y también con los recursos estéticos. Puede que sea esto lo que lleve a muchos expertos a considerarla como una película casi perfecta.

El año de su estreno, todos los medios especializados hablaron de la "película más sensacional jamás hecha en Hollywood" y de un filme que "se aleja tanto de los clichés cinematográficos que apenas parece una película". Fue nominada a nueve Oscars, incluido a Mejor Película y Mejor Director, pero no logró cosechar el éxito que merecía y terminó siendo un fracaso en taquilla. Y todo por culpa de William Randolph Hearst.

El origen de un clásico

Orson Welles dio el salto a la fama en el año 1938, cuando decidió adaptar la novela de ciencia ficción La guerra de los mundos, escrita por H.G. Wells. Lo hizo en un programa de radio emitido para el que colaboró con el guionista de otro gran clásico como Casablanca, Howard Koch, y que narraba una invasión alienígena a la Tierra.

El impacto fue tal que muchísimos oyentes pensaron que se trataba de una invasión real y salieron a la calle, presas del pánico. Y así fue como se produjo el salto a la fama de Welles, que fue contactado por los grandes estudios de Hollywood para que dirigiera alguna de sus películas.

Entre ellos estaba el guionista Herman Mankiewicz, que le propuso a Welles la idea de hacer una película basada en la vida del magnate editorial William Randolph Hearst. Por aquel entonces, Hearst era un hombre muy poderoso que tenía mucha influencia en los medios de comunicación, los cuales publican historias escandalosas que involucraban a celebridades o individuos con los que Hearst tenía algún problema.

Welles vio en Ciudadano Kane una oportunidad para bajar a Hearst de ese pedestal y así fue como la película terminó rodándose, contando con el propio Welles como protagonista.

La caída en desgracia

Orson Welles comenzó a rodar Ciudadano Kane cuando apenas tenía 25 años y acabó siendo carne de cañón en un contexto que dominaba Hearst. En los años 40 y 50, Hedda Hopper y Louella Parsons eran dos de las columnistas más influyentes y temidas de Hollywood y eran capaces de acabar con la carrera de cualquiera arruinando su reputación.

Cuando Parsons se enteró de que se estaba haciendo una película basada en Hearst, quiso quedar con Welles, con la esperanza de que le contara todo sobre el proyecto, pero a pesar de que el cineasta insistía en que Ciudadano Kane no era una historia sobre Hearst, el magnate no se lo creyó e incluso intentó boicotear la producción a través de una campaña de desprestigio que acusaba a Welles de ser comunista.

El legado de 'Ciudadano Kane'

A pesar de todos los intentos de boicoteo que sufrió, Ciudadano Kane volvió a tener el reconocimiento que merecía décadas después y actualmente mantiene una puntuación del 99% en Rotten Tomatoes y un 8,3 en el portal IMDb.

También hay directores como Martin Scorsese y Steven Spielberg que hacen referencia a la película con frecuencia, hablando de ella como un filme influyente en sus carreras. Y en 1989, el largometraje fue reconocido por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos por su contribución "cultural, histórica o estéticamente significativa" a las artes.