Por la 61.ª edición del Festival de Televisión de Montecarlo pasaron el pasado mes de junio iconos de la pequeña pantalla como la Doctora Quinn, el atormentado Riggins de Friday Night Lights o el sufrido Jack Shepard de Perdidos. Ninguno de ellos recibió tanto cariño en la alfombra roja como Jean Reno, un veterano de la escena internacional que estrenará el 9 de septiembre Un asunto privado. Esta especie de Tintín pasado por el exitoso filtro de la marca Bambú (Velvet, Gran Hotel) es el primer trabajo en televisión del francés en España, el país de sus padres, dos andaluces que le bautizaron hace ya 74 años como Juan Moreno.
Habían pasado 41 años de su debut como actor en la serie Un mystère par jour (en la que, curiosamente, aparecía acreditado como Jonathan Brun) cuando aceptó trabajar por primera vez en la lengua de sus padres gracias a la película 4 latas, de Gerardo Olivares. En persona, Reno habla español con fluidez, pero con la natural falta de vocabulario de alguien que no acostumbra a usar habitualmente su lengua materna desde hace décadas.
El intérprete decidió aceptar la llamada de Prime Video porque, con casi 100 créditos profesionales a sus espaldas, Un asunto privado le iba a permitir hacer algo que nunca había hecho antes. “Como actor, cuando has hecho muchas cosas, siempre deseas que aparezcan nuevos retos. Yo nunca había interpretado un personaje como este: un mayordomo que trabaja para una familia rica en la España de 1948”, explica a SERIES & MÁS en la capital de Mónaco. “Todo era nuevo para mí. El ambiente también. Nunca había tenido que crear una dinámica de pareja como la que tenemos Aura Garrido y yo en esta historia”.
La tercera apuesta de ficción Amazon Originals en España cuenta la historia de Marina Quiroga, una atrevida joven de clase alta con alma de policía que se propone dar caza al asesino en serie que acecha desde hace meses la ciudad. Lo hace con la ayuda de su fiel mayordomo, Héctor, un hombre discreto y servicial cuya sensibilidad y audacia le sitúan siempre en el punto clave de la investigación. Juntos lucharán contra todos los obstáculos para lograrlo. Ni los prejuicios de género de la época, ni la resistencia del nuevo comisario o los intentos de la madre de Marina por casarla, impedirán que la atípica pareja investigue el caso hasta el final.
Gracias a películas como Los visitantes, León (el profesional) y Los rios del color púrpura, Reno ya sabe lo que es tener que compartir el peso de una historia con un partenaire. “Creo que siempre me ha dado bien entender el principio de una pareja. Creo que lo fundamental para tener química en pareja es respetar el ritmo del otro y hacer lo posible por conocer a tu compañero”. Cuando trabaja en pareja, compara la experiencia de actuar con un partido de tenis. “Si estás con alguien que no sabe jugar, tienes que tener 200 veces más cuidado con lo que está pasando. Si trabajas con alguien que sabe lo que hace, las cosas siempre son mucho más fáciles”.
Jean Reno no conocía Galicia cuando se enteró de que, si aceptaba la llamada de Bambú, tendría que pasar varios meses en el norte de España con una pandemia acechando, algo a tener en cuenta para un actor que pasaba ya holgadamente los 70. “Yo conocía Barcelona, Madrid y Andalucía, claro, pero nunca había estado en Galicia. Me encontré un lugar extraordinario. Es cierto que llovía mucho, pero se comía muy bien y era una alegría estar tan cerca del mar. Me sorprendió lo gentil que era la gente”. El francés estaría encantado de seguir trabajando en España. “Es un país formidable para vivir. Si hace falta, meteré a mis hijos en un colegio internacional y haré las maletas”.
[Cuando fuimos a Hollywood] siempre teníamos muy claro nuestros límites. Nunca pensé que pudiera convertirme en el nuevo Paul Newman
No es, ni mucho menos, la primera vez que Reno cambia de país para trabajar. En los años 90 dio el salto a Hollywood para aparecer en películas como Misión imposible, Ronin, Godzilla y French Kiss. “En los 90 se abrieron mucho las puertas. No era el único, mira Antonio Banderas. De todas formas, allí siempre serás un invitado”.
El francés terminó cambiando las calles de París por las de Nueva York. “Nunca puedes olvidarte de que no eres estadounidense, y nunca te van a ver como si lo fueras”. La primera vez que se fue a Estados Unidos lo hizo con amigos como los directores Luc Besson y Éric Serra. “Por suerte siempre teníamos muy claro nuestros límites. Nunca pensé que pudiera convertirme en el nuevo Paul Newman o en el nuevo Robert de Niro”.
Reno tiene un consejo para aquellos que decidan seguir sus pasos y los de otros pioneros que decidieron marcharse a América. “Creo que los actores internacionales tenemos cierta responsabilidad de no extender estereotipos. Durante muchos años había muchas razas y países que solo aparecían en Hollywood para interpretar terroristas, asesinos y villanos en general. En ese caso, no merece la pena”, insiste. “Puedes hacerlo alguna vez, por supuesto, pero deberías evitar caer en esos lugares comunes”.
Hoy en día, la globalización de la industria audiovisual hace que trabajar fuera de tus fronteras sea mucho más fácil. “La profesión del actor no es fácil en Francia, ni en España ni por supuesto en Estados Unidos. Tienes que adaptarte, trabajar y pelear por interpretar muchos tipos de personajes”, defiende el nuevo fichaje de Bambú. “Un buen actor no puede estar siempre haciendo lo mismo. Incluso si ganas mucho dinero. Pasado cierto punto, el dinero no tiene nada que ver con el nivel de tu vida o la calidad de tu trabajo”.
No puedes mantener una industria que produce anualmente 200 películas sin que estas se vean. El mercado se mueve. O te subes o te mueres
Reno se forjó en el proteccionista cine francés, la última resistencia de la industria audiovisual ante al avance imparable de las empresas de streaming. “Si la gente no va al cine, van a tener que preguntarse cómo se van a ver las películas que se están haciendo en Francia en estos momentos. No puedes mantener una industria que produce anualmente 200 películas sin que estas se vean. El mercado se mueve. O te subes o te mueres”, declara, tajante.
El actor no cree, sin embargo, que las plataformas sean un oasis en el desierto. “Estas empresas ayudan mucho a que no falte trabajo a los actores y los técnicos, pero la industria sigue en crisis. No nos confiemos, porque estamos en constante cambio. ¿En qué dirección? Yo no lo sé, desde luego”.
Lejos de los platós, Reno se preocupa por el mundo que deja para sus seis hijos. “No sé por qué estamos cayendo en estos extremos. La gente se siente decepcionada. Cuando los sueños desaparecen, es cuando aparece la violencia. Espero que el mundo se mantenga con cierta humanidad”.
A sus 74 años, ya solo le queda otro consejo que compartir con su descendencia. “Lo único que les digo es que hagan lo que quieran, que intenten dedicarse a lo que más les gusta y lo que más les haga sentir. Mi hija empezó a hacer teatro por efecto imitación, pero se dio cuenta de que en realidad no era lo que quería hacer. Es como hacer una película solo por dinero. Si la haces solo por eso, a la tercera semana no quieres levantarte de la cama”.