Envuelto en capas y capas de prótesis y maquillaje, Colin Farrell ha conquistado a la crítica y al público como el protagonista de El Pingüino, la nueva serie del Universo DC, que acaba de estrenarse en Max. Sin embargo, antes de adentrarse en la oscuridad de Gotham, el actor irlandés ha estrenado otras producciones igual de reseñables. Una de ellas puede ser la serie de Apple TV+ en la que interpreta a un detective, y la otra Almas en pena de Inisherin, una película que en el año de su estreno cosechó ni más ni menos que nueve nominaciones en los Óscar.

Dirigida por Martin McDonagh (conocido por Tres anuncios a las afueras y Escondidos en Brujas), esta comedia oscura retrata el agridulce y repentino final de una amistad. No parece haber una causa que lo provoque, simplemente un día Pádraic (Colin Farrell) se despierta y decide dejar de juntarse con Colm (Brendan Gleeson) sin ningún motivo aparente.

Sin embargo, Pádraic se queda tan desconcertado ante tal frialdad y hostilidad que hará todo lo posible por intentar, al principio, recuperar a su amigo, y después, tratar de entender el por qué tras su decisión. Aunque lo cierto es que la insistencia se le acaba yendo de las manos.

Más allá de la sinopsis

A simple vista, Almas en pena de Inisherin puede parecer una historia sencilla sobre la vida en un pequeño pueblo rural irlandés. Vemos lo que ocurre cuando se acaba la amistad entre Colm y Pádraic y mientras el primero se aleja, Pádraic intenta con más fuerza recuperarle. Este tira y afloja emocional se acaba convirtiendo en el tema de conversación de la pequeña aldea y la tensión aumenta cada vez más hasta que acaba ocurriendo lo inevitable.

Colm reacciona de forma violenta y comienza un intercambio de interacciones cada vez más intensas y que tendrán consecuencias desastrosas y muy dolorosas.

Aunque, en realidad, este microcosmos de agitación refleja las tensiones que vivió la sociedad irlandesa en 1923, y está claro que McDonagh utiliza esta historia como una metáfora de la Guerra Civil irlandesa. Se refleja en la confusión de Pádraic ante el comportamiento de Colm, mientras se ve arrastrado a una batalla pasivo-agresiva que no entiende y también en las cenizas de la cabaña incendiada de Colm.

Es una manera de simbolizar un conflicto que se intensifica rápidamente y que, como bien dice Pádraic en un momento dado, puede ser bueno que haya algunas cosas de las que no podamos salir adelante. Esta dualidad le añade otra capa emocional a la película, recordándole al espectador que la que los conflictos siempre los causan las emociones y la voluntad de los implicados. Y también nos recuerda que, incluso cuando el conflicto y la guerra están lejos físicamente, seguimos percibiendo su impacto y el dolor que causan.