Tras la creación de la serie de Cristóbal Balenciaga: descubriendo quién se escondía detrás del "misterio"
La serie sobre el afamado modista está ya disponible en Disney+. Series&Más ha podido hablar con Lourdes Iglesias, creadora de la ficción.
21 enero, 2024 00:58Noticias relacionadas
Desde que se anunció que Disney+ produciría una serie basada en la vida del afamado modista Cristóbal Balenciaga (ya disponible en la plataforma), considerado uno de los grandes iconos de la moda y la alta costura del siglo XX, la expectación era máxima. Tremendamente hermético respecto a que se supieran datos de su vida personal, el diseñador sabía ser solamente reconocido por su vanguardistas confecciones y vestidos. “Es un personaje difícil, porque todo el mundo tiene curiosidad por saber quién y está envuelto en un halo de misterio y misticismo”, comparte Lourdes Iglesias, creadora de la aplaudida ficción.
Llamado “el último gran couturier” por la mismísima Coco Chanel, Balenciaga desembarcó en París en 1937, tras haberse forjado ya un nombre en España natal. Considerado un talento precoz, con 13 años logró encandilar a la VII marquesa de Casa Torres, con quien cerró un círculo cuando diseñó el vestido de novia de su nieta Fabiola, quien se convirtió en reina consorte de Bélgica. Una figura que vistió a figuras como Marlene Dietrich (quien dijo que sólo él conocía su verdadera talla), Audrey Hepburn, Colette o Jacqueline Onassis.
Dirigida por el llamado trío Moriarti, compuesto por los cineastas vascos Jon Garaño, Aitor Arregi y José Mari Goenaga, los realizadores se unieron en la labor de creación de la ficción, que fue una idea original que pensó Lourdes Iglesias durante su etapa viviendo en Corea del Sur. “La idea surgió de una amiga que es diseñadora de moda. Yo, en ese momento, vivía en Corea. Un día, me habló de la importancia que ha tenido Balenciaga en sus diseños”, comparte la creadora en una entrevista concedida a SERIES&MÁS.
“Ella había trabajado en casas de moda de Asia y Europa, estuvo en los talleres de Alexander McQueen. Me empezó a hablar de la importancia histórica de Balenciaga. Ella pensaba que él era francés, cuando era español. Más concretamente, vasco, de donde provengo yo. Conocía su nombre. Es más, soy de San Sebastián y él nació en Guetaria, que es una localidad muy cercana. Sin embargo, apenas sabía nada él. Entonces, comenzó a interesarme, me fascinaba lo que iba descubriendo de él. Quería meterme de lleno en su vida, su historia, su obra”, explica.
Un proyecto que cobró vida tras la pandemia
Fue la pandemia del COVID-19 lo que terminó convenciéndole a Iglesias que atreverse a narrar la vida del modista era primordial. “Me instalé en el País Vasco justo en la pandemia. La idea fue tomando fuerza. Escribí un primer borrador del proyecto, centrado en su época en Francia. Elegí esa parte de su biografía porque coincidía con su máximo esplendor como diseñador de alta costura y también reflejaba su retirada con la llegada del prêt-à-porter”, relata Iglesias.
Iglesias comparte que lo que le hizo atreverse a presentar el proyecto fue Miren Arzalluz, directora del Museo de la Moda en París. “Le pedí que colaborase en el proyecto. Vi que había potencial para una producción importante. Fue en San Sebastián donde comencé a moverlo y todo se fue dando. Apareció Sofía Fábregas, vicepresidenta de Producción Original de Disney+ en España. Le encantó la propuesta, así como las miradas que tenían los directores”, declara.
“Pensaban que Balenciaga era francés, cuando era español. Sin embargo, apenas sabía nada a él. Cuanto más descubría, más me fascinaba”
La creadora considera que el que el trío Moriarti entrase en el proyecto le dio otro enfoque y lo enriqueció. “Confieso que no fui buscándolos a ellos. Fue gracias al productor, Xabier Berzosa, quien estaba interesado en ellos. Él me comentó que ellos eran los ideales para el proyecto, no se equivocaba. Aunque tuvimos que ser rápidos, porque ellos tenían varias propuestas sobre la mesa y nos comentaron que la primera de ellas que entrase en producción sería la que eligiesen. Nos pusimos las pilas y entramos de lleno”, detalla.
La guionista espera que esta miniserie ayude a que el público ponga más en valor el legado de Balenciaga más allá de la moda, dado que apenas es conocido en la sociedad española. “Es importantísimo que se sepa quién es. Admito que no ha sido fácil crear un retrato de él, por toda especie de misticismo que tiene aún a su alrededor. Al final, eso ha hecho que todos tengan su propia idea de cómo era Balenciaga en la intimidad. Nosotros nos hemos metido en terreno resbaladizo, saliéndonos de la zona de confort. Pero eso es tarea de los directores, los guionistas, de los creadores en general. Debemos contar historias que no sean nuestras”, argumenta.
“Por supuesto, te tienes que informar. Nos hemos documentado muchísimo, hemos estudiado y leído todo al detalle. Hemos cuidado cada escena, sabiendo que estábamos hablando de alguien de la talla de Balenciaga. Ahora bien, como he dicho antes, cada persona tiene su propia idea de quién fue. Esta serie es nuestra mirada sobre lo que consideramos que fue él”, añade.
Balenciaga, una historia incómoda
Iglesias es consciente de que los ojos contemporáneos ven de una manera distinta al modista. Balenciaga no cerró su atelier (solamente estuvo cerrado entre julio y septiembre de 1940) cuando el ejército nazi ocupó Francia. Es más, tras el inicio de la dictadura franquista en España, reabrió sus tiendas en su país natal tras el éxito que tuvieron sus diseños en París y siguió vistiendo a la aristocracia española, manteniendo su relación con la marquesa de Casa Torres. A pesar de ello, el diseñador nunca se pronunció políticamente ni a favor ni en contra de ninguno de los regímenes.
“Balenciaga no cerró su atelier, porque de su negocio dependían 3.000 personas y sus correspondientes familias”
“Esto queda muy bien reflejado en el episodio dos, que nos dio muchísima guerra, nunca mejor dicho. Lo reescribimos infinidad de veces. Lo hablamos mucho entre los cuatro. Hemos intentado ver la posición que Balenciaga tuvo en ese momento. Algunos han acusado al modista de ser un colaboracionista. Sin embargo, él mantuvo abierto su atelier porque de su negocio dependían 3.000 personas, con sus correspondientes familias”, argumenta la creadora.
“Además de ser un gran modista, era también un inteligente empresario. Con tanta gente dependiendo de su negocio, cerrar el atelier hubiera significado que esas personas no hubieran podido llevar un salario a casa. Además, su clientela cambió. Muchas de sus clientes eran judías. En la ficción, puede verse cómo aparecen que mujeres francesas que estuvieron con generales nazis comenzaron a frecuentar su taller. Es una situación incómoda y difícil de imaginar si no se ha vivido una guerra. Al final, cada uno hace lo que puede”, defiende Iglesias.
Es más, a diferencia de Chanel, de quien consta que sí tuvo relación con los nazis, Balenciaga no cerró su taller y siguió diseñando tras el fin de la ocupación y de la Segunda Guerra Mundial. “Él nunca cerró ni se vio obligado a ello. Chanel no pudo volver a primera línea hasta muchos años después, cuando ya le perdonó el gobierno francés”, manifiesta Iglesias, coincidiendo así con la rivalidad que surgió entre Balenciaga y Christian Dior, quien trajo el estilo New Look a la alta costura, poniéndolo en primera línea, tal y como se refleja en la miniserie.
Alberto San Juan, el “gran acierto”
Para una producción de tal calibre, la elección del actor para encarnar a Balenciaga era de suma importancia. Alberto San Juan fue el elegido para meterse en la piel del misterioso y hermético modista. “Al principio, tuvimos dudas de si coger a dos actores para que interpretasen a Balenciaga. Abarcamos cinco décadas a lo largo de la miniserie, desde los años 30 hasta los 70. Era difícil ver a un actor encarnado al diseñador en todas esas décadas”, comienza explicando.
“En ese proyecto, él no estaba. Pero nos surgieron dudas sobre si el público conectaría con el diseñador si lo interpretasen distintos actores. Sé que en otras producciones de este estilo ha sido normal, pero estamos hablando de una figura enigmática. Finalmente, nos decantamos en que lo interpretase sólo un actor y así fue como entró Alberto San Juan en la ecuación”, reconoce la autora, revelando que la profunda implicación del intérprete madrileño, ganador de dos Premios Goya.
“Ha hecho un trabajo excelente, aprendió a bordar, a coser. También aprendió a hablar francés y euskera. Hizo un esfuerzo enorme. Elegir a Alberto San Juan fue un acierto enorme”, comparte la guionista, señalando también como en esta producción, el diseño de vestuario resultaba igual de esencial. El diseño de vestuario ha corrido a cargo de dos figurinistas, Bina Daigeler y Pepo Ruiz Dorado.
La importancia de los figurinistas
“Bina es un genio y Pepo también. Ha sido un reto. Hay que tener en cuenta que, en cada episodio, pasa un tiempo. Entonces, no sólo cambio el vestuario de las modelos que portan los trajes de Balenciaga, sino toda la gente de alrededor, tanto los trabajadores como personas relacionadas con el atelier. Al final, es como una película dentro de otra para el equipo de vestuario. Cada época, cada década, exigía atuendos distintos”, reconoce Iglesias.
“Son seis capítulos, pues lo que se usaba en uno, no podía utilizarse en otro. En tema de confección de vestuario, los figurinistas tuvieron que concebir cada episodio como una entidad por separado. Se distribuyeron las épocas, los desfiles. Ha sido un trabajo brutal, a ello sumado de tener que reproducir los diseños de Balenciaga”, explica la guionista, señalando que “se bordaron a mano los vestidos”.
“Era un arquitecto de las telas. No dibujaba, trabajaba sobre ellas. Hasta creó la suya propia, el gazar”
“Él era un arquitecto de las telas, él cogía una tela y creaba sobre ella. Es más, creó la suya propia, el gazar, que se producía sólo para él en la fábrica Abraham de Zúrich. Él no era como Dior o Chanel, que dibujaban. No, él era un artesano, que cogía la tela y partía el diseño con ella. Era excepcional”, reconoce Iglesias, algo que se plasma en la ficción y que busca dejar como sello y legado. Es más, la miniserie muestra cómo ejerció de mentor de un joven diseñador llamado Hubert de Givenchy, quien llegó a catalogar al modista de Guetaria como su “religión”.
Dirigida por Jon Garaño, Aitor Arregi y José Mari Goenaga, ganadora de la Palma de Plata del Festival de San Sebastián por La trinchera infinita, Cristóbal Balenciaga ya está disponible en Disney+. Una producción cuidada hasta el más mínimo detalle que reivindica la figura y el legado del modista de Guetaria, el cual sigue más vivo que nunca.