El aclamado dramaturgo Miguel del Arco, uno de los fundadores del Teatro Kamikaze, da el salto a la televisión con Las noches de Tefía, una prometedora serie de época que refuerza la apuesta de ATRESplayer Premium por las historias de la comunidad LGTB+ y que se estrenará en la plataforma antes del verano.
Entre 1954 y 1966, existió un campo de concentración franquista donde el régimen enviaba a los condenados por la ley de vagos y maleantes. Años después de salir de allí, Airam Betancor rememora en el 2004 los terribles dieciocho meses que estuvo preso en la colonia cuando apenas tenía 17 años y fue condenado por ser homosexual.
En sus recuerdos aparecen también las historias que contaba cada noche un compañero de barracón, todas ellas en el interior de El Tindaya, un cabaret imaginado donde cada uno de los presos tiene un alter ego.
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SERIES & MÁS | EL ESPAÑOL habló con el creador de la ficción y dramaturgo Miguel del Arco en el Festival de Málaga, sobre los orígenes del proyecto que protagonizan Patrick Criado (Antidisturbios), Marcos Ruiz (Las leyes de la frontera), Miquel Fernández (La gran familia española), Carolina Yuste (Sin huellas) y Roberto Álamo (Antidisturbios), entre otros.
Surgió el proyecto
"Todo esto comienza justo hace tres años. Me preguntaron si tenía algo en la cabeza que me rondara y dije 'estoy dándole vueltas a una serie que va sobre un grupo de presos dentro de un campo de concentración franquista del año 62, con la Ley de vagos y Maleantes, que se inventan un cabaret y se vuelven locos con sus alter egos", recuerda Miguel del Arco sobre los orígenes de Las noches de Tefía.
"Empezamos a escribir el 15 marzo de 2020 y luego empezamos a buscar cómplices para hacer posible una serie que sobre papel era muy complicada. Reconozco que hasta que no empecé el capítulo cuatro, no pensé que esto fuera por buen camino", siguió diciendo, agradeciendo a Atresplayer que apostase por el proyecto y lo hiciera posible.
Armando el puzle
El creador de la serie también explicó que la serie requería de un importante grado de implicación y que tuvo claro que tenía que ser exigente con cómo quería que fuera el rodaje. "Exigía un mes de ensayo, de sol a sol. Los actores ensayaban conmigo toda la mañana y luego se iban con el coreógrafo, iban a clases de canto y de coaching de idiomas para aprender los acentos que cada uno manejaba", contó.
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Él mismo reconoce que "fue muy intenso poner en pie los números musicales" y opina que "son un soplo de aire fresco para aliviar un poco el drama brutal de lo que se cuenta en el campo de concentración".
Además, Del Arco también habló de la estética de la serie, que fue uno de los mayores retos. "Yo quería una mezcla salvaje, porque creo que el sentido del humor forma parte de la resiliencia del ser humano. Esos campos de concentración eran algo terrible y para ellos era absolutamente necesario agarrarse a algo que les permitiera vivir. Y eso era importante, esa manera de salvarse a través de la ficción", declaró.
Leer sobre lo borrado
"A partir del 40 y tantos o finales de los 40, Franco empieza ese proceso que seguirá llevando a cabo durante toda la dictadura, que es el de intentar legitimar de alguna manera todo lo que están haciendo. Para ello, y fundamentalmente después de la Segunda Guerra Mundial, intenta borrar toda imagen que había de los campos de concentración, se inventan otro nombre y los denominan 'colonia penitenciaria agrícola'", describió del Arco.
"Aunque eran exactamente lo mismo, trabajos forzados. En el 54, se implementa la Ley de Vagos y Maleantes para poder encerrar a los homosexuales, y la aplican sin juicio ninguno, nadie les detiene", continuó.
"En el año 66, que es cuando se cierra Tefía, España estaba en boga y era conocida con el 'Spain is different' de Fraga. Parecía una república bananera y muy exótica, mientras se habilitaban y seguían usándose estos sitios. Porque no es solo Tefía, es Nanclares de Oca, es Badajoz, Huelva, Madrid, Barcelona. Hubo innumerables campos de concentración".
"Es alucinante el desconocimiento que hay y que haya políticos que se encarguen de decir 'esto es una cosa del pleistoceno, es una cosa muy antigua'... No, esto es de antes de ayer. La ley de peligrosidad estuvo hasta el 78 y la ley de vagos y maleantes estuvo vigente hasta el año 95", recordó.
"Hay muy poca documentación porque se dedicaron sistemáticamente a destruirla. Hay cientos de edificios que si nos dijeran 'esto fue una cárcel o un centro de detención' lo fliparíamos. Hoy en día, lo que fue la colonia agrícola penitenciaria es un albergue juvenil, pero los chavales hasta que hasta en 2004 que se puso la plaquita en la que se decía, iban allí sin saber lo que había sucedido".
"Hemos hecho un enorme estudio e indagado mucho para luego poder pasar la historia por el forro de la ficción", admitió.
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"La costumbre, maestra salvaje"
Según Miguel Del Arco, "otra de las cosas que también consiguió el régimen fue aplicar la ley del silencio. No se hablaba, no se decía nada al respecto. Cuando fuimos a visitar el albergue de Tefía, hablaba con alguno de los vecinos y bajaban la voz para hablar de según qué cosas, porque 'quién sabe que me va a oír'. Creo que la costumbre es una maestra salvaje y el olvido llega cuando la memoria está absolutamente depositada".
"Desde el minuto uno y desde el golpe de Estado, al mismo tiempo que iban ganando territorio en España, el franquismo se dedicó a borrar las huellas de todo lo malo que hicieron. A partir de que Franco se instaura, surge la necesidad de legitimarse como el centinela de Occidente, lo que intenta es barrer cualquier tipo de rastro".
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Hipótesis a color
"Estos jóvenes están en un campo de concentración franquista en el año en el que está despegando David Bowie. ¿Qué hubiera sido España si Franco no hubiera estado? No sé cómo hubiera sido este país, pero hemos querido imaginarlo y circunscribir la parte musical a lo que había en este país, contando lo que eran capaces de soñar", expuso Del Arco.
El dramaturgo también animó a todos a ver la serie, incluso a aquellos que se empeñan en mirar hacia otro lado porque piensan que es la mejor manera de avanzar. "Reflexiona, párate, míralo, empatiza, aunque no te guste nada, aunque seas puramente franquista. Al final no hay peor sordo que el que no quiere escuchar", concluyó.