Crítica: 'Fácil', la estupenda vida (im)perfecta de unas mujeres que quieren ser libres
Movistar Plus+ acaba de estrenar una de las mejores series españolas del 2022, una adaptación libre y vitalista de 'Lectura fácil', el fenómeno literario de Cristina Morales.
1 diciembre, 2022 15:41Que los árboles no nos impidan ver el bosque. Desde que el pasado verano la escritora Cristina Morales calificara como “nazi” la adaptación que Anna R. Costa y Movistar Plus+ habían hecho de su novela Lectura fácil, la conversación alrededor de Fácil había girado alrededor del enfrentamiento entre las dos autoras. Su estreno debería devolver la atención a lo verdaderamente importante: Fácil es una de las mejores series españolas del 2022, además de la confirmación de su creadora como una autora con personalidad y estilo propio en su primer gran proyecto en solitario.
En su salto a la pantalla, R. Costa ha mantenido la esencia del revolucionario texto de Morales (Premio Nacional de Narrativa en 2019) para contar el día a día de cuatro mujeres con diversidad funcional de Barcelona viven en un piso tutelado. Marga (Natalia de Molina), Nati (Anna Castillo), Patri (Anna Marchessi) y Àngels (Coria Castillo) ansían la libertad que se les ha negado desde que su familia no se puede encargar de ellas y acabaron en centros supervisados por el estado. Su forma de descubrir su independencia comienza a chocar con todas las normas establecidas para ellas, unas normas que tienen que cumplir para seguir viviendo juntas en el piso.
Lo que cambia drásticamente aquí es el formato, por la imposibilidad de trasladar al audiovisual la sucesión de monólogos que estructuraba la novela, y el tono, mucho más luminoso, reconocible y cercano a la comedia en la serie de Movistar Plus+. El carácter antisistema de Morales deja paso a una interpretación más esperanzada y accesible del relato, ejecutando una visión que rara vez pisa en falso. Hay una excepción sonada. No tiene sentido alguno que el dueño del piso en el que habitan las chicas le haya cedido a la Fundación que supervisa a las chicas un ático con espectaculares vistas a la Barceloneta cuando él vive con su familia en el piso inmediatamente inferior, peor y sin vistas.
Con esa decisión (que recuerda a cuando Abril Zamora situó a los personajes de Todo lo otro en amplios y luminosos pisos en el centro de Madrid cuando teóricamente estaba contando la historia de una generación precaria), la serie entra por momentos en el terreno de una fantasía que ni necesita ni beneficia a la dura realidad que denuncia R. Costa. La creadora, que ha escrito los guiones con Cristina Pons y ha dirigido la serie con Laura Jou, humaniza la figura de las instituciones a través de la jefa de la Fundación y la trabajadora social que interpretan Clara Segura y Bruna Cusí, respectivamente. Es una decisión orgánica para una mirada naturalista que recuerda por momentos a la Vida perfecta de Leticia Dolera y a la hábil construcción de personajes y situaciones de la que la showrunner ya hizo gala con Paco León en la memorable Arde Madrid.
El carisma, la humanidad y el humor que desprenden las protagonistas de Fácil no tendrían sentido sin su sensacional cuarteto protagonista. La gran revelación de la función es Coria Castillo, una actriz que viene del mundo del teatro y la comedia y que jamás había actuado ante la cámara antes de convertirse en la entrañable y responsable Àngels. Sus compañeras Anna Marchessi (la única actriz con diversidad funcional del elenco protagonista) y Anna Castillo se lucen más este año en la otra versión de Lectura fácil y Girasoles silvestres, respectivamente, pero la serie no sería lo mismo sin la química de las tan diferentes hermanas Patri y Nati.
La estrella de la función es, sin embargo, una Natalia de Molina que está destinada a causar fascinación y polarización entre críticos -está nominada en los Forqué, pero no en los Feroz- y espectadores. La actriz se transforma radicalmente para convertirse en Marga, una mujer que ansía disfrutar de su cuerpo y de su libertad y a la que el estado quiere someter a una esterilización forzosa. La voz, el gesto y el cuerpo son las herramientas de una interpretación kamikaze que podría haber dejado en ridículo a la ganadora de dos premios Goya: lo que hace en Fácil es un salto sin red del que sale milagrosamente indemne.
El shock que produce su transformación en Marga puede resultar distante o artificial en su primer episodio (Fácil es uno de esos casos donde el consumo en maratón beneficia a la experiencia audiovisual), pero con el paso de los capítulos somos testigos de uno de los viajes personales más emocionantes y únicos de la ficción española en 2022. El debate sobre si esta historia debería estar protagonizada por actrices con diversidad funcional es legítimo, pero tras terminar la serie cuesta creer que alguien más hubiera podido contar la historia de Marga -uno de esos relatos que sí merecería la a menudo insidiosa etiqueta de “necesaria”- con la fuerza y entrega descomunal de la actriz de Linares.
Fácil opta por acabar en un final abierto y optimista (su creadora ya confirmó a SERIES & MÁS que no está interesada en hacer una segunda temporada) que nada tiene que ver con el final de Lectura Fácil, en su versión original y en la fiel adaptación que acaba de estrenar Alberto San Juan en el Centro Dramático Nacional. Ambas interpretaciones demuestran que toda obra es susceptible de una nueva interpretación y una nueva visión. Le pese a quien le pese. La emoción y el humor de Fácil se unen a la autenticidad de La ruta y la falta de complejas de Autodefensa para llevar las series españolas a otro nivel en un desigual 2022. Que no se os escape ninguna.