El ojo que todo lo ve. Gran Hermano. El interés desmedido por saber algo. Ser una mosca pegada a la pared. Voyeurismo. Las opciones para describir el morbo que produce la vigilancia al otro son infinitas. "Cumple una fantasía que todos podemos tener", indica Paco León (Sevilla, 1974). "Que no te vean, pero poder ver".
Lejos del arcoíris creativo que vertebra su currículum como intérprete y director, el actor se convierte en un 'mirón' profesional en No mires a los ojos. La visión de Félix Viscarret se une a la imaginación de Juan José Millás en la adaptación de su obra Desde la sombra. En ella, el autor valenciano presenta a Damián, un hombre que acaba de perder su trabajo y que termina escondiéndose en un armario vintage que encuentra por la calle. Éste es transportado a una casa en la que el protagonista permanecerá encerrado, convirtiéndose en un ente presente, pero indefinido para la familia. Un fantasma que limpia los platos, que hace la cama y que mira por el agujero del mueble donde habita.
La película ejemplifica "la fascinación por la vida de los otros", tal y como explica el actor a EL ESPAÑOL. "Es alguien a quien se le va mucho la pinza", afirma. El espíritu justiciero de Damián lo compara con el de los superhéroes. "A Batman también se le va mucho", ríe. El "sentido moral" de ambos se vertebra a través de la idea de que "muchas de las barbaridades están justificadas por amor".
Sin embargo, advierte de que hacer cosas de forma altruista puede llevar a una distorsión de la realidad. "La ley es una cosa y la justicia es otra, tomarse la justicia por la mano no me parece recomendable, pero hay mucha gente que lo hace y lo ve bien", afirma.
Hay una frase que resume a la perfección el subconsciente de Damián. La bondad me ha hecho alejarme del mundo. En su cabeza, todas las acciones que lleva a cabo mientras usurpa una casa ajena tienen un fin común: beneficiar a aquellos que desconocen su presencia. Pese a que Paco León no se adscribe a las acciones del personaje que interpreta, coincide con la idea de que "convivimos con unas crueldades e injusticias muy grandes". Como sociedad "aprendemos a que nos resbale, a ser insensibles", pero existen realidades "insoportables y la única salida es huir".
"Convivimos con crueldades e injusticias, pero aprendemos a que nos resbale"
Una sociedad a subasta pública
En No mires a los ojos, la intimidad es clave. En una coyuntura en la que las redes sociales emborronan la frontera entre lo privado y lo público, ¿se ha perdido la capacidad de guardar ciertos aspectos de la vida, la rutina, los gustos o las actividades de ocio que alimentan la autoestima? ¿Son los individuos incapaces de no mostrar todo aquello que experimentan?
"Todo lo que se hace público deja de ser íntimo", responde tajante. "Cada uno elige lo que muestra y hay mucho exhibicionismo". Al igual que su personaje, que se siente prisionero de sus pensamientos, Paco León también traza unas rejas imaginarias para "la fama, las expectativas y las miles de presiones que nos hacen sentir que no somos del todo libres".
Tira de sinceridad para afirmar que, en ocasiones, volvería a recluirse en el imaginario de su personaje. "Tuve un poco de síndrome de Estocolmo rodando esta película", bromea. Cuando el equipo paraba para comer unos bocadillos o descansar, el intérprete prefería quedarse "en el armario, acovachado en un nido".
La rapidez con la que la sociedad se mueve, unido a todo lo anterior, le devolvió el deseo de parar, de pensar, de acercarse al aquí y el ahora. "Empatizo mucho con la necesidad de apartarme del mundo, de hecho, hace poco echaba de menos el confinamiento", argumenta.
"Empatizo con la necesidad de apartarme del mundo, hace poco echaba de menos el confinamiento"
Micrófono abierto
En plena era de la cancelación a golpe de tuit, Paco León es consciente de que una declaración espontánea puede generar una polémica lo suficientemente grande como para hacer cierto daño reputacional. Le ocurrió hace un mes, cuando alegó que Élite, la exitosa serie de Netflix sobre adolescentes, le parecía "una mierda muy grande".
"Fue una cagada", afirma. "Me arrepiento muchísimo de lo maleducado que fui y de haber usado esos términos para hablar del trabajo de los compañeros". Cuando fue consciente del eco que sus palabras tuvieron, dio marcha atrás y pidió perdón. "Aunque no sea su público, hay que respetarlo", precisa.
Aunque en este ejemplo concreto el actor insiste en definir la polémica como un caso en el que "el límite es la educación", ¿da pavor compartir una opinión que pueda ser controvertida? "Lo injusto es la responsabilidad que tiene una persona pública", explica. "Está todo lleno de haters que dicen barbaridades impunemente y después los famosos no podemos decir nada".
"Es injusta la responsabilidad que tiene una persona pública"
No será sorpresa, entonces, que el intérprete afirme que le resulta reconfortante meterse "en camisas de once varas". Ya sea interpretando a un voyeur o mostrando su interpretación de El Mago de Oz en Rainbow. "Son locuras que no había hecho antes y me siento orgulloso de habérmelo permitido".
Las críticas a su versión, más onírica si cabe, de Dorothy y las baldosas amarillas no recibió el amparo de la crítica. "A nadie le da igual lo que opinen, cuando un creador se olvida del público todo se convierte en una paja mental", indica. Paco León busca un equilibrio entre lo que opinen y lo que él se permite pensar de su propia obra. "No hay que hacer cosas para complacer a la gente", concluye.