En la actualidad existe un top de profesiones inestables, entre las que encontramos reponedor de supermercado, secretario general del PSOE, y la más inestable de todas, actor de The Walking dead. Para quien no lo recuerde, la temporada anterior acabó con muchos de ellos maniatados y de rodillas a manos de Negan, el archienemigo de esta nueva temporada, en un sádico pito, pito, gorgorito, que dejó al espectador con una duda: ¿a quién se cargará?
Imagínense a esos pobres actores, que acabaron la temporada anterior sin saber si renovarían, pero a la vez sin poder enviar el currículo a ninguna otra producción. “¿Y si no soy yo el que la palma? Al fin y al cabo, llevo mazo de capítulos en la serie. No me pueden hacer esto”. Y entonces recuerdas al pobre y sabio Hershel, a la irritante Lori, al temperamental Shane, a la dulce y pequeña Sofía, a la idealista Beth, y a un sinfín de actores que se veían protagonistas y que se seguramente se habían metido en más de una hipoteca.
El primer capítulo se regodea en el sufrimiento de Rick y en su desmoronamiento psicológico, pero resalta que tendrá importancia en la temporada
El primer capítulo de la nueva temporada les resuelve a ellos y a nosotros esta duda, y se convierte en toda una declaración de principios de lo que vamos a ver. Por un lado, se regodea en el sufrimiento de Rick y en su desmoronamiento psicológico, demostrando que hasta los más duros acaban por rendirse; y por otro lado nos deja claro que Negan va a tener mucho protagonismo, pero aún más su bate de béisbol.
El villano-bate
Él es el nuevo villano, pero no es como los otros a los que Rick y su grupo se han enfrentado en temporadas anteriores. Incluso el Gobernador, un loco homicida, tenía sus motivos para actuar como actuaba, se dejaba llevar por un código moral retorcido y viciado. Sin embargo, a Negan no le mueve ningún valor más allá de la diversión que provoca el sufrimiento. Es el reflejo de ese mundo que se pudre al igual que los muertos que lo habitan. Negan no es un loco; él es un sádico, consciente de sus actos, que disfruta con ese mundo hecho a su medida.
Negan no es un loco; él es un sádico, consciente de sus actos, que disfruta con ese mundo hecho a su medida
No soy lector del cómic, y no sé si ahí se explica, pero me gusta pensar en el trabajo que han tenido todos esos personajes antes de que el mundo se fuese al garete. Negan podría haber sido cualquier cosa, desde vendedor de fotocopiadoras a profesor de instituto. Pero su interior oscuro y retorcido nos hace entrever que este villano seguramente tenía un trabajo donde podía dar rienda suelta a sus vicios: guionista de series de televisión.
Porque en esta nueva temporada hay algo más sádico que Negan: sus guionistas. Esos mismos que nos hicieron vivir la insufrible e interminable temporada de la granja, que seguro utilizan los servicios secretos americanos para torturar y sacar información a posibles terroristas. Los guionistas, esos a los que no les tiembla el pulso a la hora de matar a sus personajes, y que se encierran en una sala, o writer’s room como ellos la llaman, para imaginar entre donut y donut la manera más cruel, desagradable y repulsiva de hacerlo.
Incluso para alguien que ha seguido la serie desde sus inicios y ha visto morir a sus personajes de todas las maneras posibles, algunas ridículas, este nuevo capítulo resulta difícil de digerir. Pero no nos podemos quejar. De alguna manera, esto se ha convertido en una seña de identidad de la serie, y sus fans no perdonarían una temporada de vacaciones y relax para sus protagonistas.
Todos muertos
En el fondo, los que seguimos The Walking Dead también tenemos algo de Negan. Disfrutamos, aunque no queramos reconocerlo, con el subidón que supone ver morir a uno de tus personajes favoritos, cuanto más querido mejor. No hago ningún spoiler si digo que todas las posibles víctimas de Negan eran personajes fundamentales, pilares de la serie. Aquí no hacen como en la antigua serie de ciencia ficción Star trek, donde los actores principales bajaban a un planeta acompañados de un secundario con frase, sabiendo desde el principio que iba a morir. Si los guionistas de The Walking dead hiciesen un remake de Star trek, seguramente el capitán kirk o Spock morirían en el tercer o cuarto capítulo.
Todo ello además potenciado por el efecto “inicio de temporada”. Si este capítulo hubiese tenido lugar a mitad de temporada o incluso al final, la percepción habría sido distinta, como si con este acto atroz nos cerrasen tramas, como si fuese un proceso lógico. Sin embargo, al suceder en el primer capítulo, nos deja un mal sabor de boca; han pasado muchos meses desde que dejamos en el aire el destino de los protagonistas, y no hemos tenido tiempo de reencontrarnos con los personajes. Y, en algunos casos, la última imagen que vamos a tener de ellos es MUY desagradable.
Los que seguimos The Walking Dead también tenemos algo de Negan. Disfrutamos con el subidón que supone ver morir a uno de tus personajes favoritos
Está claro que, si Rick y el resto sobreviven a esta temporada, se habrán merecido unas buenas vacaciones. Pero por si acaso, si fuese ellos, y viendo el gustito que le ha pillado Negan a eso de usar su bate, comenzaría a mover mi currículo. Pero mejor no lo hagan en Juego de Tronos, que tampoco ofrece mucha estabilidad. Tal vez podrían presentarse al puesto de secretario general del PSOE. En cierta manera ya tienen experiencia en el cargo: han tenido que lidiar con villanos retorcidos y con muchos muertos vivientes. Les vendría como anillo al dedo.