Hay vidas que dan muchas vueltas. Pero pocas han dado tantos giros como la de Buck Angel. De tener una infancia feliz en la que fue educado como niño con vagina pasó a vivir un auténtico infierno durante la pubertad. Su cuerpo se transformó en el de una mujer contra su voluntad. Por aquel entonces, en los años setenta, su entorno no cesó en sus intentos de convencerle de que era una mujer. Sus padres le llamaron Susan -Susan Miller-, pero su identidad sexual era masculina.
Ante la incomprensión, se refugió en el alcohol y las drogas. Trató de suicidarse varias veces. Eso no evitó que, por casualidades de la vida, gozara de la oportunidad de ser modelo en Europa. Una conocida agencia se sirvió de su imagen en los ochenta, cuando se puso de moda la mujer andrógina, con apariencia masculina. Aquella experiencia en la moda, sin embargo, precipitó su caída. De vestir marcas de lujo en sesiones fotográficas pasó a ejercer la prostitución y vivir en la calle. La desintoxicación y un entorno médico más comprensivo salvaron su vida.
Hace 22 años inició su “transición” a hombre. Ésta quedó, por su propia voluntad, incompleta. Angel es un hombre con vagina, circunstancia que le permitió hacer carrera en el cine porno alternativo. En la industria del cine para adultos se le conoce como the man with a pussy, (el hombre con coño). Angel es ahora actor y productor de cine erótico alternativo además de hombre de negocios con una carrera como activista pro derechos humanos y como conferenciante motivacional. Está implicado, además, en la realización de una serie de documentales pornográficos sobre la realidad transexual titulados Sexing the Transman, o “sexando el hombre transexual”. Esas cintas, según cuenta Buck Angel a EL ESPAÑOL, están causando especial interés en el ámbito académico.
“Son películas de transexuales hablando de sexo, mostrando cómo tienen sexo o masturbándose, la idea es que se comprenda el cuerpo de los transexuales, normalizar esta realidad”, abunda este californiano de 54 años nacido en Los Ángeles. Buck Angel es hoy una de las voces transexuales más conocidas. Niega ser un icono. Pero lo cierto es que en el mundo sólo hay un puñado de personas que, desde una posición relevante, combaten los prejuicios y militan, como él, a favor de la tolerancia y el respeto a la comunidad transexual.
“Ahora soy en realidad un activista de los derechos humanos. Hablo para toda la humanidad de la necesidad de que todos y cada uno de nosotros nos sintamos cómodos en nuestros propios cuerpos. Mi mensaje no va sobre ser transgénero sino un ser humano”, expone Angel. “Cada uno tiene que ser quien es, y hacerlo en sus propios términos, como él quiera”, abunda. Su mensaje puede sonar banal. Pero no lo es. Aún hoy los hay que lanzan en democracias avanzadas debates transfóbicos o campañas cuanto menos polémicas como la del autobús de HazteOír, en el que se leía eso de que “los niños tienen pene, las niñas tienen vulva, que no te engañen”.
Angel fue un niño con vagina. Tuvo una infancia feliz. Vestía como un niño y jugaba con juguetes de niño. “Mis padres me criaron como a un chico”, dice Angel, rememorando sus días de niño de familia de clase media. Su padre se dedicaba a la venta de productos eléctricos en Los Ángeles. Su madre era de esas amas de casa que también trabajaba, conduciendo un autobús de escuela. “Éramos una familia tradicional y típicamente americana”, resume Angel. En su familia todos eran amantes de los deportes. “Íbamos a esquiar y esas cosas”, cuenta Angel. En la colección de fotos familiares que comparte con este periódico, a Angel se le ve practicando fútbol, fútbol americano y atletismo. “Era muy bueno corriendo”, afirma.
LA PUBERTAD, UNA ETAPA HORRIBLE
En su entorno siempre pensaron que esa idea de ser chico se le pasaría con el tiempo. No fue así. La llegada de la pubertad fue, para él, el comienzo de un autodestructivo descenso a los infiernos. Está vivo de milagro. “La transición de la niñez a la adolescencia, la pubertad, fue horrible, la peor época de mi vida”, comenta Angel. “Empecé a ver que mi cuerpo se transformaba, yo era un chico en mi cabeza pero me empezaron a salir pechos, comencé a tener la regla, mi cuerpo estaba convirtiéndose en el de una mujer”, añade. “Mis padres no sabían cómo lidiar con esta nueva situación, y ahí sí que hubo problemas”, abunda. Las visitas al psicólogo no ayudaron. “Todo el mundo me decía que yo era una mujer, hasta el psicólogo, yo respondía que aquello no era cierto, respondía: 'Soy un hombre'. Nadie escuchaba”, rememora Angel.
Esta situación le llevó a entrar en una espiral peligrosa. De su adolescencia datan las primeras peleas, las tentativas de suicidio, el abandono del instituto y de toda forma de educación, el consumo de alcohol, cocaína, entre otras drogas y la prostitución. “El resultado de aquel choque con la sociedad fue que empecé a beber mucho alcohol, a consumir cocaína y otras drogas. Además, solía cortarme los brazos, la cara, los pechos, probé matarme de muchas formas, cortándome las venas de las muñecas, por ejemplo. Todo era porque la gente me decía que era una mujer”, aclara.
Con diecisiete años ingresó en una institución psiquiátrica. Estuvo allí un mes. “Todavía tengo traumas de aquello. Me preguntaba constantemente: '¿Qué hago aquí?¿Por qué me tratan como si estuviera loco si sólo estoy diciendo que me siento hombre?'”, afirma Angel. Su paso por el psiquiátrico no resolvió nada. “No se puede reparar a la gente por ser como es”, señala Angel, quien reconoce que su vida, entre los 18 años y los 28 fue un desastre. Llegó a ser vagabundo y prostituto en Los Ángeles porque no tenía formación alguna. “No tenía posibilidad de hacer nada, no tenía ni idea de cómo hacer dinero, mis padres me dejaron de hablar durante tres años porque me había convertido en un adicto a las drogas y en un vagabundo, era demasiado para ellos”, cuenta.
'TOP MODEL' PESE AL ALCOHOL Y LAS DROGAS
Según Angel, un factor crucial en su caída a la marginalidad fue su fugaz paso por el mundo de la moda. De hecho, durante un tiempo fue modelo de la prestigiosa agencia internacional Elite. “Una vez un hombre se me acercó y me dijo, quiero hacerte unas fotos, me dejé y esas fotos fueron a parar a Elite. Luego me llamaron y me propusieron trabajos. Acabé posando en Londres y otras ciudades de Europa”, recuerda Angel. Sin embargo, aquellos trabajos, bien remunerados, no iban con él.
“Odiaba ser mujer modelo, yo estaba allí todo el día esnifando cocaína y bebiendo alcohol”, abunda quien otrora aprovechara los primeros días de la moda andrógina. “Yo era tan andrógino que entonces no se atrevían a decir si yo era un hombre o una mujer. Tuve la oportunidad de ser una gran modelo, pero no pude hacerlo, porque no era una mujer”, agrega. Por su falta de interés en hacer un trabajo como mujer, Angel dejó de ir a las sesiones de fotos. Perdió el empleo. Un día lo metieron en un avión de vuelta a Los Ángeles. Allí ya no tenía nada. “Me estrellé”, cuenta Angel.
CAMBIO DE SEXO: ¿Y AHORA QUÉ HACEMOS?
Un amigo lo terminó recogiendo de la calle para meterlo en un centro de desintoxicación. Allí tuvo la suerte de dejar las drogas y, sobre todo, tuvo acceso a un psicólogo que le respondió un esperanzador 'te creo' cuando Angel le contó que se sentía hombre. Aquella sesión acabó con un interrogante: “¿Y ahora qué hacemos?”. Hace dos décadas no sólo los transexuales sufrían la falta de información en la sociedad sobre las personas de su condición. Los propios doctores no sabían cómo enfrentarse a casos como el de Angel, el de una persona con identidad sexual masculina que quiere tener apariencia de hombre pero que está atrapado en un cuerpo de mujer.
“No había información sobre cómo ir de mujer a hombre, sólo había información de cómo ir de hombre a mujer”, comenta Angel, aludiendo a los primeros días de su “transición”. La suya fue una de las primeras conversiones de estas características. Para lograrlo, tuvo que convertirse en un experimento médico. “En uno de los pocos libros sobre transición hombre a mujer que leí, vi y anoté el nombre del doctor, le llamé y me dijo: 'Puedes venir a verme pero no tengo ni idea de cómo se hace esto, tú serás mi conejillo de indias'. Así empezó todo”, rememora Angel. Él mantiene que el doctor Laub, con el que empezó su tratamiento hormonal, y el doctor Alter, el encargado de retirarle los pechos de mujer, le salvaron la vida.
Yo me decía que si la operación no funcionaba, si las hormonas no funcionaban, iba a matarme”, asegura Angel. Este tipo de pensamientos suicidas terminaron por esfumarse hace tiempo. Porque los tratamientos de Laub y Alter funcionaron. El abandono de las drogas también tuvo su efecto positivo. “Dejar las drogas me permitió tener una visión más clara de las cosas. Sabía que necesitaba ayuda, pero antes, al estar bajo los efectos de las drogas, no hacía nada”, reconoce.
UNA ESTRELLA DEL PORNO
En su transición tuvo que plantearse qué hacer con su vagina. “Después de mi operación para quitarme los pechos, mi reflejo fue pensar: 'Quiero tener un pene, porque eso es lo que tiene un hombre'”, asegura. Sin embargo, la medicina no podía ofrecerle una transición hacia una sexualidad masculina plena, con un pene capaz de proporcionarle orgasmos. Fue entonces cuando decidió ser un hombre con vagina. “Estaba cansado de que el mundo me dijera que no era un hombre, de que era una persona mala o desviada. Me dije que ya estaba bien. Mi vagina me dio fuerzas para asumirme así, me sentía bien con mi cuerpo”, asegura.
Poco después de hacerse ese planteamiento empezó a sacar partido de su condición de hombre con vagina. Trabajaba con su pareja en la industria del cine erótico, pero percibió que la industria no ofertaba películas con personas como él. “Muy pronto me fijé en que en el porno había películas con hombres transexuales, pero no vi ninguna mujer transexual, aquello me hizo entender que podía hacer algo que no existían antes”, dice.
Así, empezó a realizar y protagonizar sus primeras películas pornográficas. Suma una quincena de largometrajes de estas características. Además, ha recibido relevantes reconocimientos internacionales. Entre ellos figura un PorYes-Award, uno de los galardones al porno feminista y alternativo más importantes de Europa.
LA VAGINA, UN SUPERPODER
Su relación con la industria del porno dista mucho de ser armoniosa. “Yo era un pionero que utilizaba mi vagina como vía de empoderamiento, por eso me odiaban en la industria del porno”, afirma entre risas. Desde su posición como estrella del cine porno alternativo, Angel ha sabido crecer y transcender la compra-venta de imágenes pornográficas. Acaba de lanzar el primer juguete sexual para transexuales como él. Se llama Buck-Off y lo ha desarrollado con la empresa de juguetes eróticos estadounidense Perfect Fit. Han vendido más de 10.000 ejemplares en pocos meses. “Me decían que no había mercado”, comenta con ironía sobre el éxito de su última aventura empresarial.
De un tiempo a esta parte, Angel también se dedica a dar charlas sobre la transexualidad, en las que invita a que “nos sintamos cómodos en nuestros cuerpos”, según sus términos. “La gente me escucha porque soy un hombre con vagina. Aunque crean que lo que hago está bien, mal, o lo que sea, la gente me escucha, y me escuchan porque me ven como un hombre, aunque sea un hombre con vagina”, comenta. “Mi vagina se ha convertido en mi superpoder”, concluye.