Están en el libro Guinness de los récords por ser el dúo femenino con más discos vendidos de la historia. Fue el primer grupo español en colocar un single en lo más alto de las listas de ventas de Inglaterra, Alemania, Rusia o Finlandia. Su primer éxito es la séptima canción más vendida de la historia. Pero aquí en España nunca le hemos dado el reconocimiento que merecen. Hay mucha gente que cree que las dos cantantes son italianas o alemanas. Nada más lejos de la realidad. Una es de Madrid y la otra de Logroño. Pero llevan 34 años sin dirigirse la palabra. Este mes se cumple el 40 aniversario de la fundación de Baccara, un grupo cuya historia tiene tintes de película de Almodóvar.
Para empezar a leer este reportaje, es necesario poner de fondo esta canción. Con el boogie empezó todo y el boogie se lo llevo.
LAS BAILARINAS DE TVE QUE QUISIERON CANTAR
Esta es la historia de Mayte Mateos, la hija de un militar, que se fue de su Logroño natal con 18 años a Madrid, a estudiar ballet clásico y a probar suerte en el mundo de la danza. Es también la historia de María Mendiola, otra bailarina que vivía en Madrid y actuaba en el ballet de Televisión Española. Allí se conocieron y se hicieron amigas íntimas. Decidieron montar un dúo y dedicarse a cantar. “Queríamos ser las Hermanas Kessler”, recuerda ahora Mayte (la morena, la que iba de negro).
“La idea de montar un dúo fue mía”, revela María Mendiola (la rubia, la que iba de blanco). “Como la carrera de bailarina es muy corta, quisimos probar en el mundo de la canción. Fuimos a ver a un amigo nuestro que era compositor y nos prestó fondos de temas cinematográficos. Ese fue nuestro repertorio”.
“Yo no recuerdo de quién fue la idea. Sólo sé que yo ya cantaba cuando era una niña. Tenía un grupo que se llamaba Dúo Terebel. Y que enseguida me comprometí con el proyecto”, apunta Mayte, que recuerda que “aquellas canciones de películas no estaban en nuestro tono, pero nos daba igual”.
DESPEDIDAS DE UN ANTRO POR ELEGANTES
Se buscaron un manager que les consiguió su primer contrato en la Sala Cancela de Zaragoza. Firmaron para un mes y medio, pero las despidieron a los tres días. Les achacaron que eran demasiado elegantes para aquel antro, que no se sentaban en las rodillas de los clientes. Buscaba un perfil de actuación mucho más picante y cabaretera. “Ustedes se han equivocado de personas”, respondieron ellas. Y se fueron de allí en plenas navidades. “Qué tristes estábamos. Era Nochebuena y estaba todo cerrado; esa noche cenamos un croissant que me había llevado del desayuno y que compartí con María”. Resume Mayte.
Tras aquella experiencia, fueron a parar a un hotel de lujo de Fuerteventura. María estaba casada con el gerente, que les consiguió un contrato de un par de meses amenizando las noches de relax de los turistas. “Nos dijo que sobre todo teníamos que hacer algo de flamenco, que aquello iba a estar lleno de alemanes buscando exactamente eso”.
Montaron un espectáculo mixto de folklore español y pop. Una tarde, el gerente del hotel las reunió y las espoleó: “Espero que os esforcéis mucho porque van a venir tres productores de discográficas alemanas”. En efecto, dentro de la clientela había tres alemanes con bastante querencia por la bebida que presenciaron el espectáculo. Cuando acabaron de actuar, uno de ellos, llamado Leon Deane y responsable de RCA Alemania, les propuso viajar a Hamburgo para hacer una prueba.
“Nos pagaron los billetes y nos pidieron que nos aprendiésemos el Mamma mia de Abba” explica María. Las versiones no coinciden. Mayte cree recordar que les dieron tres canciones en inglés, pero que no estaba el Mamma Mia. Sea como sea, se tuvieron que aprender deprisa y corriendo canciones en inglés. “María me dijo que a ver cómo lo íbamos a hacer, que ella no cantaba y yo no hablaba inglés. Pero aun y así nos las aprendimos”, explica Mayte. María lo niega. “¿Cómo iba a decir yo es, que yo no cantaba, si fui la que propuse montar el grupo”, rebate María, en uno de los infinitos desacuerdos que aún mantienen entre ellas.
Cada una de ellas lo cuenta desde la distancia. No se hablan, no se dirigen la palabra. De eso hace 35 años. Mayte vive a caballo entre Palma de Mallorca y su Logroño natal. María sigue viviendo en Madrid y cada día se acuerda de su época dorada, porque su perro, un Yorkshire Terrier, se llama Boogie.
EL BOOGIE CAMBIA EL GUIÓN
Cuando ya tenían el tema preparado, un giro de guión cambió la historia: “En el estudio conocimos al productor, un alemán llamado Rolf Soja, que nos dijo que nos olvidásemos de ese repertorio. Que íbamos a hacer una canción suya que él tenía guardada en un cajón desde hacía tiempo y nunca tenía la oportunidad de que nadie le interpretase”, rememora María. La canción se llamaba Yes sir, i can boogie. La letra era de otro compositor alemán llamado Frank Dostal. Entre Soja y Dostal compusieron todos los grandes éxitos del grupo.
Ya tenían la canción, cantada en un inglés cañí que prácticamente no se entendía. Ahora necesitaban una imagen. Leon Deane decidió que se llamarían Baccara, que es un tipo de rosa de tallo largo. También escogió los atuendos: una de ellas iría con un vestido blanco y la otra con uno negro. Con el nombre escogido, los vestidos asignados y la canción elegida, podían lanzar el proyecto. Grabaron el tema, sacaron un single a mediados de abril de 1977… y todo explotó sin que nadie entendiese muy bien el motivo.
Yes sir I can boogie se viralizó. Sin internet ni redes sociales, el disco alcanzó el número 1 de las listas de ventas alemanas en cuestión de una semana. Luego se extendió por varios países. Coronó las listas británicas. También las de Bélgica, Dinamarca, Finlandia, Alemania, Holanda, Argentina, Estados Unidos, Noruega, Suecia y Suiza. Y todo ello, sin haber hecho ni una sola aparición en la tele. “En cuestión de un mes nos habíamos puesto en lo más alto. Vendíamos 40.000 copias al día”, asegura María. Si quieren hacer llorar a algún productor actual de música, háganle esa referencia: 40.000 discos vendidos al día.
De la noche a la mañana, habían pasado de ser despedidas de un club de Zaragoza por elegantes, a convertirse en las nuevas estrellas europeas de la canción. Y todo sin pretenderlo. ¿Cuál era la fórmula? “La canción era muy buena y nosotras éramos algo diferente. Éramos chicas elegantes que cantaban un inglés raro que apenas se entendía. Creo que esa fue otra de las claves”, opina María Mendiola desde su casa de Madrid, donde acumula decenas de premios y discos de oro en una de sus habitaciones.
EN ESPAÑA NO INTERESABAN
Habían establecido su base en Alemania y estaban triunfando en todo el norte de Europa. Pero Mayte y María no dejaban de mirar con el rabillo del ojo a su España natal. “El disco estaba arrasando por todo el continente. Nos habíamos hecho famosas. Recibíamos miles de cartas de admiradores de un montón de países. Cajones llenos. Pero no había ni rastro de España. No interesábamos. Preguntábamos a los productores si ya había llegado la canción a España, pero nos decían que no, que parecía que en nuestro país no había interés por nosotras”, explica Mayte.
“En España aún no teníamos la cultura de música internacional que tenemos ahora. Si cantabas en inglés no contabas”, cree María. Así, el disco no llegó a España hasta seis meses después de su lanzamiento. La fuga de talento de nuestro país no es una cuestión exclusiva de la época actual.
Antes de una actuación en la BBC, los músicos de la orquesta vinieron a decirnos que ellos, siendo ingleses, de nuestra canción sólo entendían lo de "Yes sir" y poco más. Les tuvimos que pasar la letra por escrito
Mayte recuerda que ella “no hablaba inglés, por lo que aquella época, que fue la más importante de la historia de Baccara, yo la viví como el que ve una película sin sonido. No me enteraba de la mitad. Me perdí muchas cosas”. Cosas que sucedían en giras, galas, premios y actuaciones en los canales de televisión más importantes de Europa.
Una vez las llamó la BBC para actuar en el mítico programa Top of the pops, un programa con un formato de los de antes, con orquesta en directo. María todavía se ríe cuando explica que “la noche de antes, los músicos vinieron a decirnos que ellos, siendo ingleses, de nuestra canción sólo entendían lo de "Yes sir" y poco más. Les tuvimos que pasar la letra por escrito”.
Baccara vendió 18 millones de discos en su debut. Eso en 1977 y 1978. Las ventas posteriores sitúan las cifras en torno a 25 millones, lo que coloca al tema en el puesto número 7 de los singles más vendidos de la historia de la música.
Hicieron ganar tanto dinero a su productora, que ya podían pensar en grande. Les dijeron que eligiesen los vestidos que más les gustasen. Pidieron que se los diseñase Christian Dior. El diseñador no consintió ponerse a trabajar hasta que tuviese fotos suyas. No trabajaba para cualquiera. Además, María y Mayte habían pedido un vestido de pasarela que, teóricamente, no era modificable. Ellas consiguieron que se lo hiciesen a su medida. Cada vestido costó medio millón de pesetas.
LA INDIGNACIÓN DE LOS FRANCESES
Dentro del fenómeno Baccara, uno de los países que más se volcó con las españolas fue Luxemburgo. En 1978 tuvieron que elegir qué grupo querían que les representase en Eurovisión. Se hizo una votación telefónica que Baccara ganó con un 90% de los votos. “No teníamos por qué ir; Eurovision era un buen trampolín para artistas desconocidos y emergentes. Nosotras ya estábamos consagradas”, cuenta Mayte. Parecía un paso atrás, pero no se pudieron negar a la voluntad de un país. Representarían a Luxemburgo.
Aquella decisión provocó las iras de los más puristas. Un crítico francés arremetía en una columna de prensa. “Si ya lo tienen todo. ¿Qué buscan ahora?”. Las atacaron especialmente por la cuestión del idioma: “¿Unas españolas que no saben cantar en francés, representando a Luxemburgo?” se escandalizaba otro. Porque además, Eurovisión en 1978 se celebró en París.
Pues para los críticos del idioma, dos tazas. Baccara no sólo representó a Luxemburgo en aquella edición, sino que lo hizo con una canción con especial retranca que se titulaba Parlez vous francais? (“Hablas francés?”). Aquel certamen lo ganó Israel con la inolvidable A-ba-ni-bi. Pero la canción de Baccara fue la más vendida de todas las que se presentaron a concurso. ¿Recuerdan cuando Rosa de España ganó Operación Triunfo, pero el que logró el éxito fue Bisbal? Pues parecido”.
LA PELEA DEFINITIVA
En un sólo año, habían pasado de repudiadas en un antro aragonés a coronarse como las grandes estrellas de la canción europea. Hits como Sorry I'm a lady o Darling vendían millones de copias casi sin esfuerzo. El éxito de Baccara fue una constante hasta Un quítame allá esas pajas sobre qué voz se escuchaba más de las dos, dio al traste con el proyecto.
Estaban grabando un disco titulado Sleepy-Time-Toy. Al escuchar los resultados, María se dio cuenta de que su voz apenas se escuchaba. “les dije que me pusiesen la cara B del disco, a ver si ahí se me escuchaba. Pero no. Sólo mis coros y algún suspiro”. Aquello le hizo reclamar más relevancia a su voz. María cree que el compositor Rolf Soja ya preparaba la carrera en solitario de Mayte. “Si hasta pidió que las fotos autografiadas fuesen individuales...”, recuerda.
Mayte no lo ve igual. “No sé a qué vino hacer lo que hizo. ¡Si las ganancias eran a medias! Sí que es verdad que mi voz se escuchaba más, pero las mezclas eran cosa de los profesionales y decidieron hacerlo así. ¿Cómo íbamos nosotras a imponer nada a la gente que nos había llevado al estrellato?”.
El conflicto de las voces se había resuelto por vía judicial. El de Baccara ya no tenía solución. La ruptura llegó a todos los niveles. Dejaron de ser grupo y dejaron de ser amigas.
El conflicto también había afectado a los creadores de Baccara. Mientras Leon Deane, el alemán que las descubrió en Fuerteventura, apoyaba a María, Rolf Soja y Frank Dostal, los compositores de las canciones, se alineaban con Mayte. El cisma estaba servido.
El disco ya estaba en las tiendas cuando María pidió su retirada y la grabación de una nueva mezcla. No hubo acuerdo, por lo que María recurrió a un abogado de Munich y llevó adelante una demanda. Y ganó. El conflicto de las voces se había resuelto por vía judicial. El de Baccara ya no tenía solución. La ruptura llegó a todos los niveles. Dejaron de ser grupo y dejaron de ser amigas. Dos amigas que fueron como hermanas, que no habían tenido más problemas anteriores (según ambas reconocen), habían roto para siempre. Jamás volvieron a hablarse.
EL DISCO MÁS AMARGO
Ni siquiera se dirigieron la palabra para la grabación del siguiente disco. Un álbum que ninguna quería, pero que se tuvo que producir por contrato. Ralf Soja y Frank Dostal decidieron abandonar el proyecto, por lo que el disco fue producido por otros compositores. “Las fotos las grabamos en el peor barrio de Hamburgo. Salíamos con cazadoras rockeras. Las canciones no tenían nada que ver con lo que era Baccara hasta la fecha”, rememora Mayte. No triunfó.
Tampoco triunfaron en sus respectivas carreras en solitario, que empezaron cuando los contratos las liberaron de aquella rocambolesca situación. Ya eran libres para volar cada una por su cuenta, pero ninguna consiguió alcanzar por su cuenta las cotas de éxito que habían logrado con la otra.
¿QUIÉN ES LA VERDADERA BACCARA?
¿Qué pasó a partir de ahí? Que las dos, conscientes de que el auténtico éxito lo habían obtenido con Baccara, decidieron reemprender Baccara, pero cada una por su cuenta. En 1983, Mayte reclutó a Marisa Pérez, la tercera amiga inseparable cuando estaban en el ballet de televisión española. Duraron juntas poco más de un año. Marisa dejó a Mayte por desavenencias entre las dos y emprendió un nuevo proyecto. ¿Cuál? Se unió a María, que también decidió refundar Baccara en 1985. Se fue de una Baccara a la otra.
Así, desde 1983 existen dos Baccara. Oficiales los dos, porque ambas pueden hacer uso del nombre del grupo. También pueden interpretar las canciones que las hicieron famosas. María por un lado, con Marisa, y Mayte por el otro, con multitud de compañeras. Hasta 13 han pasado por su lado desde entonces.
Y así siguen. María va por su tercera compañera, Cristina Sevilla. Ambas están a punto de lanzar un disco bajo el nobre de Baccara, producido por el compositor y arreglista de Modern Talking. Ya está grabado y hay incluso una colaboración de Mario Vaquerizo. Mayte también está trabajando en su proyecto llamado Baccara, junto a Paloma Blanco, su actual pareja. Los temas están compuestos por el hijo de Víctor Manuel y Ana Belén.
Hasta tal punto llega esta lucha fratricida, que la cuenta de Twitter de una es Baccaraoficial (en castellano) y la de la otra es Baccaraofficial (en inglés). Los seguidores del grupo han tenido que elegir de parte de quién están.
ENCUENTRO FUGAZ EN MOSCÚ
Ambas siguen dando conciertos, pero no en España. En la antigua Unión Soviética las adoran. Rusia, Azerbaiyan, Kazajstán… son países donde todavía tienen consideración de leyendas y sus canciones se siguen escuchando a diario.
Precisamente fue en Moscú la última vez que se cruzaron. La casualidad hizo que ambas fuesen contratadas para cantar en la ciudad como Baccara, cada una en diferentes salas y con distintas parejas. Las dos lo reconocen, aunque olviden cómo fue aquel encuentro fugaz. Mayte dice que se cruzaron por la calle. María asegura que coincidieron en el hotel. Las dos cuentan la misma versión, pero desde diferentes puntos de vista: “Ella hizo el amago de acercarse a hablar conmigo, pero yo me hice la remolona”. Las dos estuvieron a un par de metros de distancia. Pero el orgullo impidió que hubiese reconciliación.
“No le guardo rencor, porque en realidad tampoco me importa mucho su carrera. Pero no me reuniría a tomar un café con ella. No por nada, sino porque cada una hizo su vida por su cuenta y no tengo nada que decirle”. Lo dijo María y también lo dijo Mayte, con otras palabras. Ambas aseguran que no les preocupa lo que haga la otra, pero se siguen mirando de reojo. Lo que sí que tienen claro es que la formación original de Baccara, jamás se repetirá, porque el boogie se la llevó.