Berlín

Desde finales del año pasado, Sebastian, un joven de 28 años que se gana la vida dando clases de alemán en Friburgo (suroeste germano), viene a Berlín regularmente con un objetivo. Se masturba en el cuarto de baño en casa de Tina y Susanne. Cuando termina, Sebastian recoge su esperma en un bote esterilizado y lo entrega a estas dos mujeres cuyos deseos de ser madres por segunda vez no bastan para quedarse embarazadas. El semen de Sebastian les permitirá salvar el obstáculo que, a nivel reproductivo, implica el que Tina y Susanne sean una pareja homosexual.

Ellas llevan juntas quince años y desde hace siete viven en la capital alemana. Han fundado una familia homoparental de la que es fruto una niña de tres años. El padre de la pequeña es alguien como Sebastian, un donante de esperma que mantiene un contacto regular con la menor. Es cosa del azar que Sebastian, uno de los mejores amigos del hermano de Tina, vaya a ser el padre biológico del nuevo bebé de esta pareja de lesbianas.

“Nunca me planteé participar en algo así, fue una casualidad que decidiera ser donante de semen”, dice Sebastian a EL ESPAÑOL, tras terminar su jornada. Durante el día estuvo en casa de Tina y Susanne. “Estoy allí un par de horas. No nos vamos a la cama, yo me voy al baño, me masturbo, eyaculo en un bote y se lo doy”, explica. “Susanne es médico, después de ella introduce el esperma con una jeringuilla en su compañera”, añade.

Sebastian, natural de la pequeña ciudad de Vechta (noroeste germano), toma mañana de vuelta un tren con destino a Friburgo. Tina y Susanne se ocupan de costearle el viaje, de unas seis horas de duración en tren de alta velocidad y por el que la Deutsche Bahn pide unos 150 euros ida y vuelta. “Me encanta sentarme en el tren, es genial, muy cómodo y aprovecho para leer”, asegura Sebastian. En su último viaje, este germanista que también cursó estudios de psicología y musicología ha empezado a leer una biografía sobre David Bowie y la relación con Berlín que tuvo de la estrella británica. Helden: David Bowie und Berlin se titula el libro del periodista Tobias Rüther.

Sebastian tiene familia en Berlín, pero si tiene previsto volver a finales de este mes y de abril no es porque venga a ver a su hermano y su sobrina. Sebastian está comprometido con Tina y Susanne a seguir donando esperma hasta que Tina se quede encinta. Ella, también germanista y profesora de escuela en Berlín, es la más joven de las dos. Tiene 35 años, cinco menos que Susanne. Ambas están encantadas con la ayuda que están recibiendo de Sebastian. “Para nosotras es una gran suerte que él haga esto”, dice Tina a EL ESPAÑOL. “Es un hombre encantador e inteligente”, añade esta maestra.

Sebastian dona su semen para que Tina y Susanne puedan tener hijos.

En su círculo de amistades, hay varios niños concebidos con un donante de esperma conocido. “Hay una tendencia, particularmente en Berlín, de gente recurriendo a este tipo de soluciones”, apunta Tina. “El modelo de familia de padre, madre, hijos, casa con jardín, coche y trabajo fijo, especialmente en grandes ciudades, se están viniendo abajo”, estima.

A Sebastian le cuesta explicar las razones concretas por las que ha decidido contribuir a la causa familiar de Tina y Susanne. Todo parte de una respuesta rápida que dio cuando le preguntaron si, por casualidad, lo haría. “Respondí primero que me lo podía imaginar”, recuerda. “Ese impulso de decir que sí tuvo lugar en agosto, pero pasaron casi cuatro meses hasta que tomé mi decisión final en noviembre”, añade. En ese tiempo de reflexión, hubo horas pensando en aquel 'me lo pudo imaginar', además de largas discusiones con amigos. Muchos de ellos ya han empezado a tener niños.

A mis padres no les he dicho nada, son de otra generación y tienen otra forma de pensar, pero sí he hablado con gente que están en mi misma situación, de una edad similar, que tienen ya niños pequeños. En alguna gente la reacción es de desconfianza, como mínimo, cuando les cuento lo que hago. Otros me preguntan '¿Estás seguro?','¿Lo has pensado bien?'” expone. “Esos interrogantes me los hago yo también, pero no todo son dudas y escepticismo, también hay quien se muestra entusiasmado y alaba la decisión”, añade.

“TENGO BUEN ESPERMA”

La predisposición de Sebastian intensificó su relación con Tina y Susanne. “Con ellas he hablado mucho, por teléfono, nos hemos visto y nos hemos escrito. Conocerlas en persona estuvo muy bien y hablar con ellas me ayudó a decidirme”, reconoce este chico, delgado y de aspecto saludable. Ahora está implicado al máximo en que Tina se quede embarazada por segunda vez.

“Con 35 años es más difícil quedarse embarazada. De media, hay que hacerlo unas ocho o diez veces. Yo he venido ya en tres ocasiones a Berlín, y todavía no ha funcionado”, cuenta. Por la parte que le toca, se muestra confiado. “Para poder hacer esto, estuve por primera vez en mi vida en el urólogo, me dijo que todo está bien, tengo buen esperma”, asegura.

Sebastian es uno de los muchos alemanes que donan semen en Alemania.

Sebastian dice que en lugar de actuar por solidaridad hacia una pareja homosexual o por la mera transmisión de su descendencia genética, le mueve el tomar una decisión sobre algo que depende únicamente de él. “Es algo que depende de mí, y decido hacerlo”, sostiene. También reconoce, sin embargo, su interés en un modelo de familia diferente al tradicional. “Me interesa el concepto de tener niños así”, subraya.

De un tiempo a esta parte, han ganado visibilidad en Alemania –aunque también en Estados Unidos y otros puntos de Europa– otros modelos de familia. En 2014 surgió, por ejemplo, familyship.org, una plataforma germana de internet en la que cientos de personas se han puesto de acuerdo para “fundar la familia que mejor te encaje”, según los términos de de la web. Otro portal alemán de similares características es Co-eltern.de. Sumados, los miembros de estas plataformas alcanzan las 10.000 personas, según las cuentas que hacía a primeros de año el semanario alemán Die Zeit. La idea es, a través de esas páginas, encontrar las personas adecuadas con las que desarrollar un proyecto familiar que no tiene por qué seguir cánones tradicionales.

COMO UN TÍO, NO COMO UN PADRE

En esta lógica, Sebastien se ve, de acuerdo con lo pactado con Tina y Susanne, más como un tío que como un padre de verdad. “Aquí, el papel no es como el de un padre, no totalmente. Para mí es importante que quede claro que yo no soy un padre que va estar ahí en todo momento. Si fuera así lo que se espera de mí, no lo haría”, precisa Sebastian. En cuanto se quede embarazada Tina, él no piensa seguir de cerca el proceso de gestación. Tampoco asistirá al parto, algo que sí hizo en su día el padre de la primera hija de Tina y Susanne.

Lo que sí tendrá que hacer antes del nacimiento es volver a Berlín para firmar ante notario el traspaso de la paternidad del niño. Después Susanne adoptará al bebé. Así hicieron con el padre biológico de su hija de tres años. “Ante el notario aclararemos que yo no tengo obligaciones que asumir con el nuevo niño, ya lo hicieron así con su primera niña”, explica Sebastian, aludiendo a la familia de Tina y Susanne.

Sebastian da clases de alemán en Friburgo. A menudo va a Berlin para donar semen. Salvador Martínez Mas

Sin embargo, este chico sabe que, desde un punto de vista legal, seguirá vinculado al menor que nazca del óvulo que fecunde uno de sus espermatozoides. “Sé que me pueden pedir dietas por el niño, eso está ahí, también puede pasar que me tenga que ocupar de él, hay que vivir con ello”, dice el profesor de alemán. En este punto, Tina y Sebastian apunta la importancia de la “confianza” y la “conexión” que han desarrollado los tres. “Tenemos una relación de confianza”, valora él.

Tina y Susanne han rechazado otros métodos de reproducción, como comprar esperma por internet o acudir a un ginecólogo para proceder a una inseminación artificial. “Lo importante para nosotras es que el niño tenga contacto con el padre. Ya tenemos una niña así. Se ven regularmente, a su abuela paterna también la ve. La niña sabe quién es quién y tenemos contacto regular”, explica Tina. Ella ve a Sebastian, “jugando un papel de cercanía en la familia, siempre que quiera”, según sus términos.

Su donante de esperma, que pronto se mudará a Berlín atraído, entre otras cosas, por la apertura internacional de la capital germana, “considera bonito un efecto colateral de la mudanza poder ser padre biológico de alguien”. Sin embargo, sus propios hijos, Sebastian los tendría en un marco más convencional. “Me gustaría tener hijos con una mujer viviendo el modelo papá-mamá”, sostiene. Actualmente no tiene novia ni prisa por tener hijos, aunque resulte paradójico.

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