A Juan Carlos de Borbón (79 años), rey emérito de España, no le ha gustado nada que se vuelva a investigar sobre su pasado de romances y amores, tras reaparecer en los medios de comunicación el affaire de su relación intermitente de 17 años con la vedette murciana Bárbara Rey. Al igual que ha ocurrido siempre, su reacción ha sido muy diferente a la de la reina Sofía. No ha sido de tristeza, sino de indignación, “pero tampoco esos enfados que hacían temblar el Palacio de la Zarzuela”, según su círculo más íntimo. “La reacción ha sido más comedida que en escándalos anteriores, una mezcla de preocupación y de huida hacia delante, de no querer saber nada y de pasar página lo antes posible”. 

Dicen sus conocidos que estamos ante un rey más nostálgico, un monarca que añora el pasado y vuelve a buscar recuerdos con las viejas amistades de antaño, como la condesa Marina Cicogna, una mujer cuatro años mayor que él, que es amiga del monarca español desde los años sesenta en los añorados tiempos de la dolce vita italiana. Con ella se le ha vuelto a ver últimamente almorzando en Casa Lucio y Zalacaín, pero como mera confidente de sus penas, “y nada más”.

En todo ello influye su soledad en los círculos familiares más íntimos. Su relación con sus hijos y la reina doña Sofía no es de las mejores. Hoy, la persona con la que más confianza tiene es con su hija Elena. Ella es su mejor aliada junto a la hija de ésta, Federica. Con ellas pasa más tiempo cuando está en España.

Sin embargo, en el caso del rey Juan Carlos la relación con sus otros dos hijos, Felipe y Cristina, es tensa y mínima. Con la reina Letizia su vínculo es cordial pero un tanto frío. Sobre este desencuentro familiar pesa lo sucedido antes y después de la abdicación, los días en los que como dicen miembros de la nobleza se comportó más bien como “un jubilado rico”. Creído de que ya no tenía responsabilidades quiso disfrutar de la vida sin tener en cuenta sus obligaciones, que eran muchas aun siendo Rey emérito.

Pepe Fanjul, segundo por la izquierda, le presenta a don Juan Carlos a varios empresarios. Efe

 

En ese período "loco" no faltaron comidas en los restaurantes con estrellas Michelin, asistencias a cacerías, cenas, viajes a Londres, al Caribe, bodas de la altas sociedad, etc. En apariencia, la vida del jubilado Juan Carlos I parecía un sueño para muchos. Pero detrás de esta capa superficial había una realidad no tan optimista. Actualmente, el rey emérito ha frenado un poco su actividad de ocio. De hecho, las giras gastronómicas por la geografía española parecen haber ido a menos. Debido, por una parte, a sus mayores achaques de salud.

Así, cuando don Juan Carlos sale de palacio su médico no se separa ni 50 centímetros del monarca. Y, por otra parte, a un claro intento de acercarse más a su hijo, el rey Felipe, mostrando un mayor deseo de apoyar a la corona y los intereses de España. 

Los de siempre

Quizá por esa soledad interna, el rey busca que su paradero sea muy difícil de rastrear y continúa intentando tener un círculo muy variado de conocidos. En España aún mantiene viejos amigos que, como Antonio Eraso Campuzano, vienen de los viejos tiempos de su infancia en Estoril (Portugal). Eraso es un conocido hombre de negocios madrileño con al menos 98 cargos en puestos de administración en 69 empresas. De familia noble, a su enlace en enero de 1966 acudió desde Carrero Blanco al rey italiano Humberto de Saboya.

Este rico empresario compartió infancia en Estoril con don Juan Carlos gracias a la amistad que unía a sus padres con los condes de Barcelona. De hecho, Dolores Campuzano Calderón fue la última gran amiga de la condesa de Barcelona hasta su fallecimiento en 2011. De las empresas en las que tiene intereses Antonio Eraso en Madrid, Guipúzcoa, Barcelona y Valencia, destaca Ombuds, empresa de seguridad ganadora de grandes concursos públicos, como la gestión de la seguridad privada de los hospitales militares del Ministerio de Defensa, entre muchos otros.

Félix Sanz Roldán declaró en 2013 en el Congreso para dar explicaciones sobre la relación del CNI con Corinna. Efe

El hermano de Antonio Eraso, Eduardo, fue uno de los investigados por el caso Gürtel. De hecho, se le consideró el blanqueador en Suiza de los fondos de la trama. Según el juez Ruz, a través de él la red pudo llegar a blanquear más de cinco millones de euros basado en un método de expatriación de fondos a paraísos fiscales.

También siguen al lado del rey emérito hombres de su plena confianza, como el general Félix Sanz Roldán, antiguo jefe del Estado Mayor de la Defensa y posteriormente director del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Un general de larga trayectoria profesional, que tras ser jefe del Estado Mayor de la Defensa entre 2004 y 2008, es el actual director de los espías españoles. Un hombre que hasta hace escasos meses se encontraba con don Juan Carlos casi todos los fines de semana en Zarzuela, dado lo informal de su relación, y a quien el presidente de la Cofradía de Caballeros Cubicularios de Zamora, a la que pertenece, define como “persona cercana, sencilla, entrañable y siempre dispuesta a colaborar”.

Su figura como “protector” del monarca sigue hoy más vigente que nunca, como está ocurriendo con el escándalo de su relación con Bárbara Rey. Y, más aún, en su intervención directa en la relación del monarca con la princesa Corrinna Zu Sayn-Wittgenenstein. El general Sanz Roldán visitó a la princesa consorte en el hotel Connaugth de Londres, en junio del 2012, para pedirle que, por el bien de España, terminara su relación “entrañable” con rey tras la famosa cacería de elefantes en Botsuana. El jefe de CNI tuvo que explicar luego en la comisión de Gastos Reservados del Congreso -que atiende los secretos oficiales- el papel que jugaron los servicios secretos españoles respecto a Corinna. Si los servicios de inteligencia le daban protección el tiempo que ésta vivió en España, además de explicar por qué agentes escoltas de la Guardia Civil, adscritos a Defensa, le acompañaban en sus viajes fuera de España. Estos, incluso, le pusieron el nombre en clave de Ingrid

Sus verdaderos lazos con Maria Cicogna

De la amistad con Marina Cicogna se habla mucho. Se tilda de “nueva” aunque en realidad se trata de recuperar una antigua amistad que se remonta a más de 50 años atrás. La condesa Marina Cicogna, descendiente de los condes Cicogna Mozzoni y de los condes Volpi di Misurata, ha sido fotógrafa de la jet-set, actriz y productora cinematográfica. Una mujer muy popular entre la gran sociedad internacional. Precisamente, el rey Juan Carlos siente pasión por la aristocracia italiana desde su juventud.

Hay que tener en cuenta que don Juan Carlos no solo nació en Roma, sino que allí tuvo a su tía la infanta Beatriz y a sus primos hermanos los príncipes de Torlonia, residentes en el Palazzo Torlonia de la Via Bocca di Leone, donde el entonces príncipe se hospedó durante años durante sus numerosas visitas a la capital italiana. Los Torlonia formaban parte del cogollo de la gran aristocracia romana, y frecuentaban a las grandes familias de la nobleza y a los grandes personajes de la jet italiana e internacional. De hecho el príncipe Marco de Torlonia, primo hermano del rey, contrajo primer matrimonio con la condesa Orsetta Caracciolo, sobrina carnal del famoso aristócrata cineasta Luchino Visconti di Modrone.  

Reencuentros con amigos y familiares

En esa nostalgia de reencontrar su ámbito familiar ha realizado varios viajes para verse con parientes de la realeza. Así en 2015 fue invitado por sus primos el príncipe Michel de Borbón-Parma y la princesa María Pía de Saboya, a su mansión de Palm Beach, en Florida. También, en abril de 2016, don Juan Carlos fue la figura central en la brillante fiesta que organizaron en Montecarlo sus primos los príncipes Álvaro y Antonella de Orleans-Borbón. Un evento donde se encontró con muchos príncipes europeos y con su viejo y fiel amigo de siempre, el rey Simeón de Bulgaria, a quien en los últimos tiempos solo ve de tarde en tarde en Madrid, debido a las largas temporadas que el ex rey búlgaro pasa en solitario en el palacio de Vrana de su país natal.

El rey emérito Juan Carlos I a su llegada al hotel Meliá Habana. Ernesto Mastrascusa Efe

También se ve asiduamente con amigos de siempre, como Alfonso Fierro Jiménez-Lopera, hijo de Alfonso Fierro Viña, uno de los banqueros y empresarios de mayor peso específico durante el régimen de Franco (Banco Ibérico y Banco Central) y una de las primeras fortunas del país. Alfonso Fierro es sobrino de la muy conocida por la alta sociedad madrileña Cuqui Fierro. Está casado con María Dulce March Cencillo, nieta de Juan March, artífice de todo el imperio empresarial de esta familia mallorquina. Fierro también se va alejando poco a poco de los negocios y con ello dispone de más tiempo libre que comparte en muchos almuerzos con el monarca en un piso próximo al Estadio Santiago Bernabéu.

A los que menos ve ahora don Juan Carlos son a sus “amistades de cacería”: Juan Abelló, los Albertos (Alberto Cortina y Alberto Alcocer) o Fernando Falcó. Dicen, quienes le conocen, que fundamentalmente se debe a su limitación física. Por eso, aunque el monarca sigue acudiendo esporádicamente a cacerías, no forma parte ya activa como antes. Sus limitaciones físicas son cada vez más evidentes y eso lleva aparejado que vaya siempre acompañado de un médico a todos sus desplazamientos. Todo ello, dicen personas allegadas, le genera una gran frustración y lleva a que rechace muchas de las invitaciones. “No se le ve tan cómodo, tan suelto, tan 'campechano' como antes. Está mucho más retraído”, dicen. Todo ello se intenta disimular afirmando que asiste a cacerías o con su afición a la vela. “Pero una cosa es asistir y otra participar”, dice un asiduo a las monterías, que ha coincidido muchas veces con el monarca.

A Alberto Cortina y Alberto Alcocer, sus amistades de cacería, ya no los ve tanto. Gtres

Tras el escándalo público de Bárbara Rey, una conocida princesa italiana ha llegado a comentar en su círculo que le ha visto muy avejentado: "Que el deterioro de estas últimas semanas es más que notable”. De hecho, en ocasiones, ha disimulado su imagen poco saludable con barba de varios días, tal y como se le vio en el funeral del banquero José Ángel Sánchez Asiaín, marqués de Asiaín. Hoy no se separa de su bastón, incluso necesita la ayuda de terceras personas para entrar y salir de coches o superar obstáculos como escaleras. Tras más de una docena de operaciones, el rey está más preocupado que nunca por su salud, aunque procura aparentar una menor fragilidad de la que es obvia para todos los que se mueven cerca de él.

Pepe Fanjul, una amistad ahora acentuada

El 30 de noviembre de 2016, el rey Juan Carlos despedía al líder cubano Fidel Castro en el multitudinario funeral celebrado en la Plaza de la Revolución de La Habana. De la imagen del rey sorprendía su bronceado en pleno otoño, algo que era normal si tenemos en cuenta que el monarca acababa de finalizar unas largas vacaciones cerca de Cuba, en Barbados, donde se suele retirar temporadas invitado siempre por su gran amigo el multimillonario exiliado cubano, Pepe Fanjul, denominado el barón del azúcar. Los hermanos Fanjul, que presumen de tener pasaporte español, además del norteamericano, vivieron como príncipes en su juventud. Crecieron en el exclusivo y cerrado círculo creado en La Habana, de hecho, la mansión donde vivían es hoy el Museo Nacional de Artes Decorativas tras su expropiación por los castristas.

Los Fanjul se frotan hoy las manos ante la posibilidad de recuperar sus importantes intereses en Cuba, con el fin de incorporarlos a su emporio azucarero Florida Crystals, con base en Florida. En este estado americano reconstruyeron su imperio, desecando humedales alrededor de Miami y convirtiéndose en el mayor productor norteamericano de azúcar. De allí saltaron a la Republica Dominicana, a La Romana, con muchas más hectáreas de plantaciones y con intereses inmobiliarios en resorts de lujo. Pero todo ello, no exento de polémica. Los Fanjul, como grandes terratenientes azucareros, fueron denunciados por el padre Christopher Hartley Sartorius, sobrino del cofundador del sindicato Comisiones Obreras (CCOO) y miembro destacado del Partido Comunista de España (PCE), Nicolás Sartorius, de utilizar miles de hombres, mujeres y niños, tanto de origen haitiano como dominicano, a condiciones de vida de cuasi-esclavitud, con salarios que apenas llegan a los 2 euros diarios tras 12 horas de trabajo a más de cuarenta grados. Thor Halvorssen, presidente de The Human Rights Foundation, con sede en Nueva York, ha denunciado que los Fanjul consiguen evitar críticas gracias a su fortuna. “Pagan tanto dinero a políticos que casi nadie habla mal de ellos”.

Pero lo más significativo es que a pocos kilómetros de estas plantaciones, los Fanjul celebran cenas con los invitados más selectos. Allí, entre sus grandes anfitriones, está del rey emérito, que suele escoger en sus escapadas la República Dominicana. Los Fanjul tienen una magnífica mansión en el complejo Casa Campo, con una extensión cercana a las 3.000 hectáreas, y el rey suele descansar en ella como lo hizo en sus vacaciones del 2015. También le gusta descansar en Barbados, más tranquilo, lejos de miradas indiscretas, donde los Fanjul poseen a su vez plantaciones y propiedades inmobiliarias. 

Al margen de estas estancias más largas, también utiliza la mansión de los Fanjul en Palm Beach (Florida), valorada en 15 millones de dólares y que en su día construyó la familia alemana Krupp, como lugar para realizar “estancias técnicas”, con el fin de relajarse y recuperarse de los actos de agenda, especialmente tomas de posesión de presidentes de países Iberoamericanos, en los que Zarzuela sigue contando preferentemente con el rey Emérito.

Los “nuevos amigos” inversores

Precisamente, en estos encuentros y cenas de gala que organizan en su honor los Fanjul ha coincidido con los que ya son los nuevos amigos del monarca. Entre estos destaca la periodista norteamericana de la CBS Deborah Norville y su esposo, el rico inversor sueco Karl Wellner, actual director del poderoso fondo de inversión Papamarkou Wellner Asset Management, domiciliado en el número 399 de la elitista Park Avenue de Nueva York. Este es socio de otro importante hombre de negocios como Alexander Papamarkou, en otro tiempo buen amigo de Luis Gómez-Acebo, difunto esposo de la infanta doña Pilar, hermana del Rey emérito.  Deborah Norville, que va a cumplir 59 años el próximo mes de agosto, es una conocida periodista de Estados Unidos. Comenzó su carrera profesional en 1982 como reportera y presentadora de noticias de la cadena NBC, después presentó el programa Today y desde hace 20 años es la presentadora del magazine Inside Edition en la CBS. 

Entre las nuevas amistades del monarca, destaca la que mantiene con la periodista norteamericana Deborah Norville y su esposo, el rico inversor sueco Karl Wellner. Gtres

Pero no son los únicos que frecuenta el rey emérito. También están otros amigos neoyorkinos de los Wellner como el poderoso financiero, Dixon Boardman, hijo de los reyes de la alta sociedad de Palm Beach y director general de Optima Fund Management Group con base en las Bermudas. Este financiero está casado con la princesa Arriana de Hohenlohe-Langenburg, que es hija de aquel viejo conocido de don Juan Carlos que fue Alfonso de Hohenlohe, el creador de Puerto Banús y de la gran vida marbellí.

También son habituales en los nuevos círculos de don Juan Carlos las amistades londinenses. Entre ellas destaca, la del matrimonio formado por Sarah Goodbody y Lord Charles Spencer-Churchill, hermano del actual duque de Marlborough y emparentado con el que fue primer ministro de Gran Bretaña, Winston Churchill; como también Lord William Astor III, vizconde Astor, y su mujer Annabel Jones, cuya hija, Samantha, es la esposa del ex primer ministro británico David Cameron. 

Estas nuevas amistades londinenses le han llevado a visitar la capital británica en diferentes ocasiones. Aunque algunas de estas amistades británicas las frecuenta más en España, como el duque de Wellington, Charles Wellesley, con extensas propiedades en nuestro país como la finca de mil hectáreas en Illora (Granada), un impresionante coto cinegético donde se casó su hija Charlotte Wellesley en mayo de 2016, boda a la que asistió el rey emérito en solitario. Un hecho que llamó la atención teniendo en cuenta que la mujer del duque, Antonia de Prusia, es una de las “primas alemanas” de la reina Sofía con la que tiene más contacto.

A pesar de su edad y sus achaques, cada vez más llamativos, don Juan Carlos sigue viajando en su soledad interna. No renuncia a las vacaciones a todo lujo en el Caribe, a paseos por Palm Beach y Beverly Hills, a flirtear con los poderosos, a encuentros con empresarios y aristócratas en Madrid y a buscar el apoyo de parientes lejanos y amigos de juventud. Como dice uno de sus conocidos en sus tiempos de Estoril: “Nobleza une”. Y la soledad y el paso de los años une aún más.

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