"¿Alguien ha visto el cádaver de Fidel?". Cuba llora la marcha del comandante y sus habitantes hacen más de 4 horas de cola para despedir al líder de la nación durante el último siglo. La isla ha decretado luto nacional por la muerte de Fidel Castro y los mandatarios internacionales han llegado a la isla para darle el último adiós.
La pregunta se la hace Idalmis Menéndez (La Habana, 1972), una de las personas que más conoce la casa Castro por dentro. Idalmis fue la nuera de Castro entre 1994 y 2000. Se casó con su hijo Álex Castro, que se acabó convirtiendo en el fotógrafo oficial del dictador. Álex Castro e Idalmis Menéndez se separaron en el año 2000 y ella se vino a Europa en febrero de 2001. Ahora vive en Viladecavalls (Barcelona), ha rehecho su vida y se ha convertido en psicóloga. Pero no olvida lo que dejó en Cuba, “un régimen opaco e imprevisible que hace lo que quiere; y ahora lo que no quieren es que la gente vea el féretro de Fidel”.
La exmujer de Álex Castro no quiere entrar a especular con los motivos que han llevado al régimen cubano a no exponer el cadáver de Fidel. “Sólo digo que me parece muy raro. Todos los altos mandatarios de la revolución han tenido ese tipo de despedida: el cadáver se expone en el Memorial José Martí y los cubanos pasan a darle su último adiós. En el caso de Fidel, han incinerado el cuerpo y lo que están exponiendo y lo que dará la vuelta al país para que los cubanos le despidan es una urna”, apunta.
Para Idalmis Menéndez, “parece muy extraño que la muerte de Fidel haya coincidido con una fecha tan emblemática para los revolucionarios como el 25 de noviembre”. Ese día de 1956, los revolucionarios cubanos en el exilio, que habían abandonado el país para buscar en el extranjero apoyos internacionales para derrotar al régimen de Batista, emprendieron la vuelta a casa. Fletaron de forma clandestina un yate mexicano llamado Granma y regresaron a la isla para iniciar la revolución de los 'barbudos'. Fue el principio del régimen comunista en la isla. Y Fidel ha muerto justo cuando se cumplen 60 años de la efeméride. Me parece mucha casualidad”.
Aún ignorando los motivos que han llevado al gobierno cubano a privar a sus compatriotas de darle el último adiós al cuerpo de Fidel, Idalmis opina: “Puede haber sido su última voluntad: no mostrar el cadáver al mundo y no darle así la satisfacción a sus enemigos de verlo muerto. Eso no lo sabremos nunca, porque el régimen de mi país se ríe de los cubanos y no da información”. Con respecto al riguroso luto que se ha decretado en la isla para despedir a Fidel, Idalmis apunta que "no es espontáneo en absoluto". "Nos llegan mensajes desde Cuba contándonos que han prohibido la venta de alcohol estos días, no sea que a alguien le dé por celebrar", dice.
Idalmis Menéndez, que acaba de tomar un avión hacia Miami para visitar a su familia cubana disidente, se define como una gusana. Ese es el término despectivo con el que los comunistas cubanos etiquetan a sus compatriotas que no son partidarios de la revolución. A pesar de haberse mostrado siempre contraria al comunismo y al régimen imperante en la isla desde 1959, su ideología no le impidió casarse con el hijo de Castro. “Nos conocimos por casualidad en el patio de una amiga en común. Él se hizo pasar por pizzero para mantener su identidad a salvo, por precaución. Al poco me reveló quién era y yo tuve muchas dudas, por una cuestión de principios. A pesar de aquellas discrepancias, nos enamoramos y nos casamos”.
Durante su relación, Idalmis y Álex vivieron, sin grandes lujos, en una de las casas anexas que el dictador tenía en el denominado “Punto Cero”, que es el lugar de residencia de los Castro. Durante esos 6 años, Idalmis confiesa que tuvo una relación "muy cordial" con Fidel. "A pesar de que discrepábamos en asuntos políticos y en nuestra opinión sobre cómo gestionar Cuba, a mí siempre me trató con respeto. Como era su nuera más joven me llamaba 'la muchachita' y nunca tuvimos un problema”, añade.
Distinto fue el trato con Dalia Soto, la segunda esposa de Fidel y madre de Álex Castro: “La relación con mi suegra fue dura y tormentosa. Siempre me culpaba de cualquier cosa, me acusaba, me tenía envidia. En realidad no creo que fuese nada personal, porque actuaba así con todas las nueras: ninguno de sus hijos ha podido ser feliz al lado de una mujer. Ella lo acaparaba todo y yo era una persona muy impulsiva, que no se callaba las cosas. Chocamos constantemente y aquel conflicto se acabó convirtiendo en una guerra abierta que deterioró mucho mi relación con Álex”, resume Idalmis.
A finales de 2000 se acabaron separando, Idalmis entró en una fuerte depresión e intentó abandonar la isla, pero una vez más la alargada sombra del régimen le jugó una mala pasada: “Me denegaban por sistema el visado para salir del país”, recuerda ahora. Finalmente acabó convenciendo a Álex Castro para que mediase con la administración y consiguió abandonar la isla. “Llegué a Italia, donde estuve un par de años viviendo de ilegal. Luego salté a España, empecé a trabajar de camarera, me casé, estudié psicología y ahora soy una persona plenamente integrada en España”.
Sobre el futuro que le depara a la isla tras la muerte de Fidel, Idalmis se muestra pesimista: “¿Qué creen que va a cambiar? Fidel ya no estaba al mando. Las riendas ahora las lleva su hermano Raúl Castro, que ha hecho de Cuba su gran negocio. Ni a él ni a nadie de su entorno le interesa que las cosas cambien. Les va muy bien así. Están haciendo una gran fortuna personal a costa de los cubanos. Y ahora mismo no veo la posibilidad real de que entre un sucesor que cambie las cosas”. Los dos nombres que más suenan para suceder a Raúl Castro (a cuyo mandato sólo le quedan unos meses) son su propio hijo, Alejandro Castro Espín, y Miguel Díaz-Canel, actual vicepresidente y discípulo de Raúl Castro. “Son dos opciones continuistas con lo que hay”, apunta Idalmis, que cree que “en Cuba no van a cambiar las cosas hasta que no se legalice el pluripartidismo”.
Respecto a la posibilidad de vertebrar una resistencia fuerte dentro del país, la ex nuera de Castro lo considera imposible: “En Cuba no hay posibilidad de manifestarse libremente. El Estado tiene incluso el monopolio de las armas. Es una lucha desigual que sólo puede cambiar con la ayuda internacional”.