El desarraigo es como una mala resaca. Uno es incapaz de recordar con exactitud qué echa de menos como lo es también alguien que despierta y no sabe si se bebió cinco, seis u ocho copas. Aparece entonces la nostalgia, que es como un dolor de cabeza tras la ingesta de alcohol: sabes que pasará pero ya te jode el día.
Según la socióloga del CSIC Amparo González-Ferrer, quien estudió la emigración española durante la crisis, entre 2008 y 2013 se fueron cerca de 700.000 personas. Según los datos del INE para el mismo periodo de tiempo, emigraron 225.000. La cifra podría ser incluso mayor que la que ofrece la investigadora González-Ferrer: es difícil calcularla porque el movimiento migratorio no es estanco. Mientras unos se van, otros retornan.
Volver a casa —de visita o de manera permanente— es como colocar las cosas tras una mudanza. Al principio uno se siente en un lugar extraño en el que hay que encajar lo acumulado durante toda una vida en un espacio nuevo. Para algunos volver tiene una connotación puramente emocional, como la escena que retrataba el clásico anuncio de turrón El Almendro —"vuelve, a casa vuelve, por Navidad", cantaba Maisa Hens en 1980—. Para otros, regresar al hogar es casi un acto reflejo: algo que se hace más por los familiares que por uno mismo. Y los hay que ni siquiera tienen esa oportunidad: bien por no poder pagar el billete o porque la Navidad les coincide con el trabajo.
Por ello, el Ayuntamiento ilicitano —gobernado por el PSOE gracias al apoyo de Compromís y Partido de Elche— ha decidido subvencionar con 100 euros la vuelta a casa por Navidad a quienes hayan emigrado. La ayuda está dirigida a personas de entre 18 y 35 años, que tengan un contrato de trabajo, que no ingresen más de 2.500 euros brutos al mes y que su último empadronamiento haya sido en Elche. En total, el Consistorio destinará una partida de 25.000 euros a sufragar los costes parciales del viaje.
Para solicitar esta ayuda hay que hacerlo entre el 7 y el 25 de noviembre. Los interesados —o sus familiares— podrán presentar sus solicitudes en las oficinas municipales. No hay forma de hacerlo online. Teresa Macià, concejala de Bienestar social, Juventud e Igualdad, alega que la actual administración es "arcaica" y que lo ideal habría sido "que se pudiese acceder a ella a través de un método electrónico". El inconveniente está, precisamente, en que los emigrados no pueden hacer trámites burocráticos en persona. "Sería lo más adecuado, pero aún no hemos implementado la administración electrónica", añade Macià.
Para recibir la subvención será necesario mostrar un contrato de trabajo y las facturas de los billetes de transporte —comprados para viajar entre el 15 de diciembre y el 15 de enero—. Por supuesto, el dinero hay que adelantarlo: se ingresará a posteriori una vez se estudie cada petición.
La concejala de Hacienda Ana Arabid (PSOE) declaró que "el objetivo de la idea es que nadie se quede sin visitar a sus familias. En ocasiones, algunos jóvenes cobran sueldos muy precarios en el extranjero y no se lo pueden permitir". Sin embargo, algunos emigrados critican la medida.
Toia Vicedo, de 26 años, apunta que le parece "injusto": "Yo he emigrado porque he conseguido una beca en el extranjero, en Noruega, para dar clases de español. Cobro 1.500 euros, pero como es una beca y no un contrato de trabajo, no tengo derecho a pedirla". Jonathan Macià, de 31 años, cocinero en Londres, opina que "habrá gente que ni siquiera pueda adelantar el dinero". "No tiene sentido que los 100 euros te los den pasado un mes o cuando sea. Además, ¿100 euros? Yo tendría que pasarlo a libras y me daría para pagar si acaso la ida, pero no la vuelta", añade Jonathan. Carla Prats, mánager en una cervecería de Londres, explica que le parece "un gesto amable", pero considera que "el Ayuntamiento de Elche no se está preocupando lo suficiente por fomentar el empleo juvenil". Actualmente, el porcentaje de paro juvenil en la ciudad es, según la concejala Teresa Macià, "próxima al 70%".
Ante las críticas, Macià defiende la medida explicando que el Ayuntamiento no puede cubrir el 100% de los costes porque se pretende "llegar al máximo número de jóvenes posible". "Queremos que sea una ayuda extra. Con el cambio de moneda en países como Inglaterra no les va a solucionar mucho, pero es una ayuda complementaria".
Jonathan, 31 años, cocinero
Jonathan Macià llegó a Londres a finales de 2013 tras haberse licenciado en Publicidad y Relaciones Públicas y no haber encontrado nada más que "trabajos precarios": "En algunos me ofrecían, ya con 26 y 27 años, que siguiera estudiando para que pudiesen renovarme las becas", explica.
Tiene 31 años y vive entre las zonas 2 y 3 de la capital inglesa. Trabaja entre 37 y 40 horas a la semana por un sueldo neto de 1.200 libras. "Estoy en un Prêt a Manger de cocinero: preparo sandwiches, ensaladas, postres... Entro a las 5 de la mañana y suelo salir a medio día, depende de la cantidad de trabajo que haya". Para llegar a la cafetería-restaurante a esa hora, Jonathan sale de casa a las 4 en punto. "Tengo una hora de transporte. Normalmente me levanto diez minutos antes de salir. La noche anterior me dejo la ropa preparada y así pierdo menos tiempo. En el camino me tomo alguna fruta y ya está. Al llegar suelo estar bastante cansado y me voy a la cama pronto".
Sus primeras navidades como emigrado las pasó en Londres: "Mi chica y yo llegamos en octubre y pensamos que era una tontería ir tan pronto a casa. Nos suponía gastar un dinero que no teníamos y, además, todavía no estábamos seguros de quedarnos. Primero teníamos que encontrar trabajo". Estas, dice, tampoco irá: "Queremos ahorrar todo lo posible porque no pensamos quedarnos mucho más tiempo aquí. Londres está bien para empezar pero es un sitio en el que no hay tiempo. La gente va corriendo a todos lados, todo está lejos, y es agotador".
Respecto a la medida del ayuntamiento, considera que "como gesto no está mal" pero que en el fondo "es una tontería". "Una persona que no tiene dinero para ir a casa por Navidad tampoco lo va a tener para adelantar ese dinero y poder comprar el billete. Además, ¿100 euros? Yo tendría que pasarlo a libras y me daría para pagar si acaso la ida, pero no la vuelta. El año pasado pagué 120 libras ida y vuelta, ¡pero compré los billetes seis meses antes! Habrá gente que tampoco pueda hacer eso porque no sabrá si esas fechas concretas va a librar en el trabajo. Al final piensas: 'Yo lo que quiero es poder volver y encontrar un trabajo'. Y, la verdad, no tengo muchas esperanzas".
Carla, 28 años, mánager en una cervecería
Carla Prats comenzó Periodismo pero tuvo que dejarla para trabajar en un McDonald's: estaba en segundo cuando su padre se quedó en paro. Decidió entonces estudiar un ciclo formativo superior de Comercio internacional. "Me ofrecieron hacer unas prácticas y me pagaban 600 euros. En el McDonald's, a jornada completa, cobraba 1.200; obviamente, no me compensaba dejar mi trabajo en la hamburguesería".
Emigró a Londres en 2012 —"¡hala, sí que hace tiempo!", exclama— tras darse cuenta de que en Elche y alrededores no iba a encontrar un trabajo con el que se sintiese realizada y en el que, además, tuviese un sueldo decente. "Pensé: 'Para trabajar de camarera aquí, me voy fuera, que pagarán más'. El primer sitio en el que me cogieron, además al día siguiente de llegar, fue en el McDonald's, precisamente por tener experiencia en la misma cadena. No era nada del otro mundo, pero para empezar me servía".
De ahí pasó al Prêt a Manger, saltó a un hotel en el que mintió para trabajar de camarera —"pensé que si no decía que tenía experiencia, me iba a quedar toda mi vida preparando comida rápida"— y de ahí a otro hotel para trabajar en recepción. Desde octubre de 2015 trabaja como mánager en un local de cervecería artesana, Brewdog. "Empecé como camarera y poco a poco he ido ascendiendo. Estoy supercontenta. El negocio de la cerveza me encanta y siento que es a lo que me quiero dedicar. Aquí tengo que gestionar pedidos, abrir y cerrar el local, planificar los horarios de la gente... Pero voy aprendiendo muchas otras cosas".
Este año habría querido ir en Nochebuena a casa, "pero los billetes eran carísimos". "Al final opté por ir del 31 de diciembre al 10 de enero, los días en los que los vuelos eran más baratos; me ha costado unas 80 libras sin facturar maleta, claro". Dice que no acaba de entender el propósito del Ayuntamiento con esta iniciativa: "Ni siquiera lo están anunciando. Mi madre está muy pendiente de absolutamente todas las ayudas que salen, ya que uno de mis hermanos tiene discapacidad, y ni se había enterado. Además., ¿de qué me sirven a mí esos 100 euros? ¿Y si vivo en Australia en vez de en Inglaterra? ¿Y si no tengo contrato de trabajo porque aún lo estoy buscando ya no puedo acceder a esa ayuda? ¿Qué está haciendo el Ayuntamiento para fomentar el empleo en Elche? Porque mi padre sigue en paro, mi madre va de trabajo temporal en trabajo temporal y soy yo la que al final les tiene que pasar dinero para que lleguen a fin de mes. Así que, sí, está muy bien el gesto pero no sirve de nada más que para quedar bien".
Álvaro, 27 años, enfermero
Álvaro Álvarez estudió Enfermería. Intentó conseguir plaza en el Hospital General Universitario de Elche pero no lo logró. Los únicos trabajos que consiguió fueron en servicios privados de Urgencias. A través de una beca, encontró trabajo como enfermero en un hospital privado en Alesund (Noruega), donde reside desde hace un año. "Siempre había querido irme al extranjero, y ya al ver que era imposible encontrar un trabajo de lo mío aquí, decidí buscar algo fuera".
Álvaro asegura que la iniciativa del ayuntamiento le parece "muy buena": "Hay gente que no podrá pagar ni 100 euros y, bueno, es una forma de ayudar a esas personas. No es mi caso. Aquí cobro más de 2.500 al mes, y la empresa me paga la habitación, el transporte e incluso los billetes para ir a casa por Navidad. Yo solo pago por la comida".
De momento no se plantea volver, no cree que pueda encontrar en España algo "con tan buenas condiciones" como el empleo que tiene en Noruega.
Toia Vicedo, 26 años, beca de idiomas
Toia Vicedo se licenció en Filología inglesa y estudió el primer curso de Fisioterapia: "La verdad es que no sabía muy bien qué hacer ni con qué iba a tener más trabajo", cuenta. En mayo de 2016, tras estudiar un máster en formación de profesorado, consiguió una beca en Oslo (Noruega) para dar clases de español en un instituto público. "Me pagan 1.500 euros al mes. Me da para vivir bien y viajar un poco", dice. Enseguida matiza: "Bueno, vivir bien... No salgo a tomar nada".
"Como es una beca y no un contrato de trabajo, no tengo derecho a pedir la ayuda del Ayuntamiento. Y eso que cobro mil euros menos que el máximo establecido". Toia decidió buscar una beca en el extranjero porque en Elche no encontraba trabajo. En junio de 2017 volverá a España y no sabe si correrá la misma suerte. "De momento voy a casa por Navidad. Me he gastado unos 140 euros porque he cogido vuelos a las peores horas. Lo que sea con tal de ahorrar".