El cuerpo de la mujer es un espacio político. Sobre él se debate y se lesgisla. "El burkini no es una nueva gama de bañadores, una moda. Es la traducción de un proyecto para someter a la mujer", dijo hace unos días el primer ministro francés, Manuel Valls. Sin embargo, fue precisamente una mujer que se dedica al mundo de la moda la que inventó esta prenda que ya ha sido prohibida en una docena de municipios galos. No surgió en Europa ni en Oriente Medio, sino en Australia, donde reside Aheda Zanetti, originaria del Líbano.
Ella fue quien diseñó el primer burkini, allá por 2003. "Vi a mi sobrina jugando en la playa con otras amigas no musulmanas. Yo por aquel entonces no llevaba hijab todavía, pero ella sí, y la vi acaloradísima, roja como un tomate. Pensé en lo útil que sería un traje que pudiesen llevar las musulmanas para poder practicar deporte o bañarse en la playa como las otras chicas", explica Zanetti a EL ESPAÑOL.
Cuando se propuso diseñar un traje de baño para musulmanas, Zanetti no tenía ni idea de qué era un burka. Después de ver a su sobrina, la idea quedó flotando en su cabeza. De aquel día recuerda que esperó a que sus hijos se durmiesen, se fue a su despacho y comenzó a maquinar. Se documentó acerca de las prendas femeninas en el islam y encontró el velo integral. También consultó el diccionario para ver la definición del bikini. "Vi que constaba de dos partes, y que el burka cubría todo el cuerpo de la mujer. Pensé en combinarlos y de ahí resultó el burkini. Me pareció un nombre interesante que mezclaba la cultura islámica con la occidental", apunta. En realidad, no se asemeja al burka, ya que no cubre ni los pies, ni las manos ni el rostro. Se acerca más a la vestimenta habitual de una musulmana que se cubre con hijab, solo que con otro tejido adaptado a otro contexto. "Creo que es una manera de conseguir que más musulmanas vayan al mar. Hasta entonces se bañaban con la ropa o ni eso".
En 2008, la diseñadora lanzó al mercado la marca Ahiida, que significa "prometer", con la que comenzó a comercializar el burkini y otras prendas deportivas para musulmanas. "Me siento muy orgullosa. Considero que he creado algo único que ha ayudado a cientos de miles de personas, a una comunidad que en Occidente a veces no encuentra todo lo que necesita", añade. "Nunca pensé que esto se convertiría en un negocio. Al principio me lo tomé como un hobby, pero al poco de lanzar el burkini al mercado, me quedé sin stock. No estaba preparada para tantos pedidos. Había una demanda enorme".
Para fabricar el burkini, también llamado bañador integral o islámico, Zanetti pensó en la forma de vestir de las musulmanas, que ella define como "modesta", y en el tejido ideal para el mar: "Que se secase rápido, que fuese cómodo, que traspirase y que no se estropease con el salitre. El resultado fue algo muy similar a un traje de neopreno pero menos pesado y mucho más fácil de poner y quitar".
Zanetti asegura que el traje de baño está ideado para musulmanas, pero que "muchas mujeres no musulmanas —judías, católicas, hindúes— lo han comprado". La propia conceptión del cuerpo trasciende el motivo religioso: "Supongo que los motivos son muchos y muy diferentes: mujeres que quieren protegerse del sol, mujeres que no encuentran un bikini con el que se sientan a gusto, mujeres que también quieren vestir de una forma más modesta...".
Sobre la reciente polémica Aheda Zanetti prefiere no opinar. "No conozco la situación en Francia, pero desde luego que prohibirlo no me parece la solución. He recibido mensajes de gente que se sentía ofendida porque yo había inventado el burkini y lo consideran una forma de oprimir a la mujer. ¡Incluso aluden motivos de seguridad! Como si fuésemos a esconder bombas bajo los burkinis. Yo creo que es al contrario, creo que he ayudado a muchas mujeres. Lo otro también es una imposición occidental: ¿las obligamos a llevar bikini?, ¿les negamos que vayan a la playa? Llevar velo o llevar burkini siempre, por supuesto, debe ser una decisión personal, y cuando no lo es se convierte en una opresión, y no estoy de acuerdo con eso. Pero hay que tener en cuenta que muchas mujeres lo llevan porque quieren y son felices".
Para ilustrar esta historia que ella considera de éxito, Zanetti pone un ejemplo: "Me escribió una iraquí que había comprado un burkini a través de mi página web. Me dijo que no solía ir a la playa y que gracias a eso empezó a ir con su hija y pudo enseñarla a nadar. Fue emocionante".