Manuel Alcántara (Málaga, 1928) es poeta y decano de la columna periodística. Casi 89 años, memoria prodigiosa de España y un bastón nacarado que nos recibe en un restaurante coqueto en Málaga donde los camareros conocen perfectamente el ritual de su dry Martini.
Alcántara se vanagloria de ser uno de los últimos en fumar con boquilla, como su admirado César González-Ruano, a quien no olvida a pesar del tiempo. Viste este "niño de la generación de la guerra" una elegante camisa a rayas, a pesar del fresco de octubre. Igual cita a Machado que a Ramoncín en un milagroso despliegue de retentiva.
Ha conocido a Benavente y a Urtain, en su también doble condición de poeta y cronista de boxeo. Su crisol de vidas conocidas lo ha llevado a sentenciar que lo único importante en España es “llegar a viejo sin rencor”.
Durante la entrevista fija la mirada en el horizonte contando versos o imaginando metáforas para su artículo; pide la cuenta y piensa en la columna que tiene que enviar en menos de dos horas. Escrita a máquina.
88 años frente a la vida, la poesía y la columna, ¿cómo se lleva?
Cada día me sorprende el milagro de ser capaz de segregar mi artículo diario al borde de los 89. El arte más difícil del mundo, y a eso se reduce todo, es el arte de vivir. En los diccionarios de literatura me conceden un párrafo: "Poeta y periodista español nacido en el primer tercio del siglo pasado". Y ya no hay por qué seguir leyendo... (Ríe)
Como decía Ramoncín, hay que desengañarse: "Somos muertos de vacaciones". (Se toma un momento, piensa, agarra el bastón) ¿Cómo son las palabras últimas del Calígula de Camus? Un emperador cruel, dueño del mundo, cuando baja el telón y dice: "Los hombres se mueren y no son felices". Eso es lo único claro. Y pese a todo, ¿qué necesidad tiene el ser humano de abstraerse, de abdicar de su condición de ser humano?
Pero como decía Gil de Biedma: "La vida iba en serio...".
A mí me asombra haber llegado a tener bisnietos, porque de mi generación cascaron casi todos. Yo he conocido a Benavente, a Zamacois. Pertenezco a tantas generaciones que no sé cuál es la mía. Es cierto que debuté muy joven, pero ten en cuenta que cuando me dieron el homenaje por el Cavia, de los amigos que organizaron el homenaje no queda ya ninguno.
Cuando daba la lata en casa me decía mi abuela: "Niño vete con los boxeadores"
¿Cuáles son sus primeros recuerdos?
Nazco en una calle del Chupaytira (Barrio de la Victoria, Málaga). Bueno, eso me han contado porque no lo recuerdo. Éste era un barrio honrado y decente en aquellos tiempos. El barrio de la Victoria era de una mesocracia baja, pero no tiene nada que ver con la degradación de hoy.
Frente a donde yo vivía había un solar donde los sábados daban boxeo y se entrenaban los luchadores. Cuando daba la lata en casa me decían mi tía y mi abuela: "Niño, vete con los boxeadores". Y allí que me iba. Y desde entonces se me quedó esa fascinación por el boxeo, que practiqué como púgil aficionado y luego como cronista en Marca.
¿Qué le ha aportado el boxeo?
El boxeo, tal como lo entendemos ahora, fue la reglamentación de las riñas del Támesis. La gente que no sabe de boxeo cree que salen a matarse, y el que corre más peligro es el árbitro. El boxeo no desaparecerá nunca, porque no desaparecerá el instinto de competir que tenemos los pobres y fugitivos seres humanos. Mientras los niños jueguen a ver quién mea más lejos, el espíritu de la competición no desaparecerá.
Ortega es ese español que se ha molestado en pensar sobre España últimamente
Hay un momento en que deja Málaga y marcha a la capital por circunstancias familiares, ¿cómo era aquel Madrid?
Hace mucho que no voy a Madrid. Conocí un Madrid derruido, atacado. La primera vez que caigo por Madrid es en el año 47. Nada que ver con el actual. Conocí un Madrid de un millón de habitantes, y le tengo mucha gratitud. Mi única hija es madrileña. Mi mujer fue madrileña.
Hoy toca hablar de España...
Bueno... ¿cómo era la definición que propusieron de España? España es ahora una unidad de desatino en lo universal. En todo. Pero hay que tener mucho cuidado con las definiciones.
Ahora me leo un libro. Y me pregunto, ¿qué es Cultura? Y a medida que lo leo me hago más lío. ¿Dónde están las soluciones? Yo soy muy orteguiano (la entrevista tiene lugar a diez metros del colegio de los jesuitas, donde Ortega y Gasset estudió durante varios y decisivos años). Ortega es ese español que se ha molestado en pensar sobre España últimamente. Ortega hace una definición insuficiente de cultura: dice que cultura es un repertorio de soluciones, y ¿dónde están las soluciones? Pues hemos de aplicar esta pregunta de las soluciones a la política.
Todos los afanes y todas las aspiraciones humanas tienen sus limitaciones, y cuando los políticos nos ofrecen redimirnos, lo único que hacen es redimirse ellos. Pero la solución la tenemos que poner nosotros, porque de una u otra manera todo lo que acontece es culpa nuestra.
Se ha denigrado el oficio de político, pero es que se lo han buscado a pulso
Canta el CIS que los políticos son uno de los principales quebraderos de cabeza de los españoles.
La política es todo. Se oye decir por ahí: "A mí no me interesa la política", pero eso es propio de un extranjero. La polis, el concepto de política, que viene de los griegos, abarca todo. Se ha denigrado el nombre y el oficio de político. Pero es que ellos se han buscado a pulso el descrédito.
Nadie cree ya en la política. Churchill estaba acostumbrado a desdecirse y cuando se lo reprocharon en el Parlamento británico, le dijeron: "Usted en el año X decía tal, y en el año Y lo contrario. Tendrá que tragarse sus palabras". Y Churchill respondió: "A menudo me he tenido que tragar mis palabras y me parecen la dieta adecuada".
Y sin embargo, hay un empeño en empaquetar al español en ideologías.
Pero fíjate qué lástima que yo nunca he sabido de qué soy. De tender a algo, tendría que ser al socialismo de Bertrand Russel, de Besteiro. El socialismo fue sobrevivir. Somos seres sociales.
A mí me parece una catástrofe el naufragio del socialismo en España como tendencia histórica. Hay que evitar que el PSOE se hunda. Aunque eso de que todos somos hermanos es muy discutible. Nietzsche, nada menos que Nietzsche, le llama a Cristo "ladrón de energías". Eso de que todos somos iguales contradice la naturaleza humana.
Pienso que no se debe manipular al pueblo, que al final somos todos
Le pregunto ahora por el populismo...
El tema del populismo daría para un libro entero. Yo en esto cito mucho el Mairena de Machado, que decía que pueblo es “gente sencilla” que “comparte”. Pienso que ni se puede ni se debe manipular al pueblo, que al fin y al cabo somos todos. Fíjate que semánticamente lo popular ha derivado en lo barato, como en las entradas de los toros o en el fútbol; los precios populares son los baratos.
Bueno... lo que pasa es que entendemos mal la libertad, entendemos pueblo como un concepto impuesto a la fuerza. Nunca hay que imponer nada, ni siquiera los gustos de padre a hijo. La libertad se elige y se conquista voluntariamente. La derivación de todo esto me parece lamentable.
Hace unos días hemos celebrado la Fiesta Nacional. Parece que hay una España que se arrepiente de haber descubierto América. ¿Qué le parece?
Ahora se está cometiendo el error de trasladar épocas remotas a una moral actual. Tampoco hay que poner como un trapo la conquista de América. Neruda defendió el “se llevaron todo, pero nos dejaron todo”. Yo he recorrido Hispanoamérica y me ha emocionado mucho el lenguaje. La paraguaya que me cuida habla admirablemente el español. Utiliza unos términos que a nosotros nos parecen arqueología. Ella usa el verbo costurar. Miré en el diccionario la palabra costurar y no estaba. Me parece fascinante.
España es un país íntimo, todo lo que ocurra en una parte nos afecta a todos
Parece que vivimos tiempos revueltos, en todo caso.
Estamos viviendo todos un momento muy confuso. No va a haber elecciones, ¿no? (pregunta en voz alta). No... No les convienen a nadie. Ni siquiera a Rajoy.
¿Y el problema catalán?
Yo, lo de Cataluña, lo veo ante todo con dolor. He ido puntualmente durante cerca de doce años a Barcelona como miembro de un jurado literario. Antes Cataluña era el destino de los viajes de novios. Yo fui por primera vez a Barcelona en los años cuarenta, y desde entonces amo a Cataluña. En Cataluña está todo lo que me gusta: el mar, los libros... Pero era un Cataluña distinta.
Fíjate que España es un país muy chico. No merece la pena fragmentarse ni ética ni estéticamente. La patria no debe romperse. Decía Ortega que la solución de Cataluña era conllevar el problema, pero mira lo que está pasando en el Ayuntamiento de Badalona. España es un país íntimo, todo lo que ocurra en una parte nos afecta a todos. Se puede querer a Cataluña sin haber nacido en ella. Pese a todo, soy moderadamente optimista.
La cultura cambia, antes pensábamos que un Nobel tenía que ser desconocido
Antes ha citado el concepto cambiante de cultura.
La cultura es cambiante; fíjate en el Nobel a Dylan, que es muy significativo, porque está removiendo cosas en las que creíamos. Antes se pensaba que un Nobel tenía que tener un apellido con muchas consonantes al que no había leído nadie...
¿Cómo ve el oficio del periodismo?
No soplan buenos vientos para la prensa. Nuestro oficio tiene un problema con las presencias. ¿Por qué nadie se acuerda, por ejemplo, de Pedro Rodríguez?
La corrupción se debe al egoísmo, y el egoísmo está inserto en la naturaleza humana
¿Y la televisión?
La televisión es un invento magnífico. Es un invento magnífico para evitar pelmazos. Con un solo botón puedo enmudecer a tanto predicador, a tanto tertuliano. Hay gente que confunde estar enterado con estar informado. Al fútbol, por ejemplo, lo salva y lo contamina la televisión. Como a la política.
La corrupción es casi una sección del telediario...
Es muy triste. Pero es que la corrupción se debe al egoísmo, y el egoísmo está inserto en la naturaleza humana. En España se ha batido el récord de la corrupción, y eso que era difícil. Y de ese récord será difícil bajarnos, aunque lo conseguiremos. A pesar de que este momento sea difícil, enredado, y a pesar de que como decía el Cancionero: “Turbias van las aguas, madre/ Turbias van: mas ellas aclararán...".
El que crea que va a dejar su nombre para la posteridad me parece tonto
César González Ruano, hoy denostado, fue su primer maestro, ¿cómo lo recuerda?
Ruano fue un verdadero amigo. Ahora ha caído en crítica y en desuso. César estaba loco de verdad. César hubiera querido ser Baudelaire o Verlaine, pero mezclado con Larra. Jaime Campmany, Salvador Jiménez... sus amigos, nos decíamos a veces: “Hace tiempo que no vamos a ver al viejo”. Y fíjate, el viejo muere con 63 años. Yo lo quise.
Como decano del articulismo me gustaría que me hablara de la posteridad, la gloria, la fama...
Lo que pasa que es yo he disminuido mucho en vanidad. Todo el que crea que va a dejar su nombre para la posteridad me parece un tonto. Importa llegar a viejo sin rencor. Si yo tuviera una varita mágica para hacerle daño a alguien, no daño grave, pues no la utilizaría nada más que para que un pájaro nocturno se posara en ella... Esa señora que se ha acercado a saludarme sonriendo y a decirme que me lee todos los días: quizá eso sea la gloria.